ACTO DE RECONCILIACIÓN

La tumba del soldado de la División Azul junto al mayor foso de represaliados

Sin la reclamación oficial del Ayuntamiento socialista de Nerva Antonio Villar no hubiera podido ser repatriado desde Rusia

Villar no tenía familiares que lo pudieran reclamar y sólo era posible desde el Ayuntamiento ABC

ROMUALDO MAESTRE

El pasado 3 de enero tuvo lugar en Nerva, Huelva, uno de los actos más bellos de reconciliación de la guerra incivil española. En un día soleado, casi otoñal, su cementerio municipal recibía los restos de Antonio Villar Barranco, 23 años, soldado español de la División Azul muerto en la batalla de Krasny Bor, en los arrabales de Leningrado, hoy San Petersburgo. Esto no hubiera sido posible si el Ayuntamiento socialista de la localidad minera no hubiera reclamado oficialmente el cadáver de este nervense que no tenía familia; un hermano suyo gemelo murió al nacer y sus padres, Juan y Amalia, según reza la lápida, dieron por desaparecido a Antonio en 1943. En el mismo camposanto donde ahora reposa Villar se encuentra una de las mayores fosas de represaliados por el franquismo en Andalucía, q ue puede llegar a las dos mil víctimas .

«Se trata de un acto de generosidad, la prueba de que se puede acabar con las dos Españas», argumenta Fernando Garrido, vicepresidente de la Asociación de Desaparecidos en Rusia , (ADR) una ONG sin ánimo de lucro, que desde 1994 emplea los veranos en buscar, exhumar y repatriar españoles muertos en batalla. «Este caso es especial, lo encontramos en 2014 en una trinchera con la chapa que contenía todos sus datos y a partir de ahí contactamos con el párroco de Nerva, su pueblo natal , para que pudiera localizarnos algún familiar, si no lo reclama algún pariente o institución es imposible repatriarlo a España», explica Garrido. «Cuando después de muchos años de investigación teníamos el expediente completo sólo nos quedaba como último recurso pedir al Consistorio de Nerva que solicitara su repatriación, lo llevaron a un pleno y lo aprobaron, no tenemos más que palabras de agradecimiento y más sabiendo las circunstancias por las que pasó su población en la guerra », continúa este abogado de Toledo y profesor de Universidad en Madrid. El entonces alcalde de Nerva, hoy ocupa un cargo en la Consejería de Educación, Domingo Domínguez Bueno , cree que se trataba de un acto de «humanidad, no se le podía negar el enterramiento a un natural de Nerva, viniera de donde viniese», al tiempo que cree recordar, este dato no lo tiene del todo en su memoria, que hubo unanimidad de todos los partidos políticos.

Imagen de un plano que indica dónde están los enterramientos - ABC

Los planillos de los entierros

Cuando caía un soldado en una batalla tanto los sanitarios como el páter hacían un pequeño plano de dónde lo enterraban. Muchas veces hubo que camuflar los cadáveres entre la maleza o bien por las prisas o porque se temían que pudieran ser profanados. En los planillos se anotaba un nombre, una referencia, una carretera , una señal que luego pudiera ser un referente para buscarlos en el futuro. De hecho, gracias a esos levantamientos gráficos se han podido encontrar tumbas que de otro modo hubiera sido imposible.

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