Miguel no puede continuar sus estudios de guitarra en el conservatorio de Motril
Miguel no puede continuar sus estudios de guitarra en el conservatorio de Motril - ABC

La Junta de Andalucía se hace el Beethoven con los jóvenes Mozart andaluces

Educación desoye las quejas de padres de niños sin plaza en conservatorios profesionales pese a haber pasado la prueba

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Si Mozart que, con seis años tocaba con destreza el clavicordio y el clavecín, quisiera entrar hoy en un conservatorio profesional en Andalucía, tendría muchas posibilidades de no conseguirlo. No por falta de capacidad ni talento, sino porque los centros de música de la comunidad autónoma carecen de plazas suficientes para absorber a todos los alumnos que superan las pruebas de acceso. Es lo que le ha sucedido a Marta, una niña de Priego de Córdoba que ha visto truncado, a sus once años, su sueño de hacer carrera como violonchelista.

En la misma situación está Miguel, aprendiz de guitarrista sin sitio en el Conservatorio Profesional de Motril (Granada) pese a pasar el examen, al igual que Irene, la alumna más sobresaliente de su clase durante el pasado curso, virtuosa en el arte de tocar la flauta travesera, forzada a repetir el cuarto curso de enseñanza elemental porque la Administración le ha cerrado las puertas del grado superior.

Como ellos, hay 337 músicos precoces, con horas y horas de ensayo hurtadas al estudio, 337 historias de sacrificio, 337 familias indignadas. Todos ellos verán interrumpidos de golpe sus estudios en esta modalidad de enseñanza artística porque la Administración se niega a aumentar las plazas alegando que el presupuesto no llega para contratar nuevos profesores. La burocracia no entiende de pasiones musicales.

La falta de respuesta de la Consejería de Educación, cuya sordera ante las innumerables quejas de padres y madres algunos comparan con la del célebre compositor Ludwig van Beethoven, ha desencadenado una rebelión desconocida en las aulas de música. Por primera vez en la historia, como una reacción espontánea de indignación, las asociaciones de padres y madres de alumnos (AMPA) de 16 conservatorios de ocho provincias andaluzas se han unido en una plataforma que clama contra la «injusticia» de los aprobados sin plaza.

Marta, que pasó la prueba de violonchelo y no tiene plaza en Jaén
Marta, que pasó la prueba de violonchelo y no tiene plaza en Jaén - ABC

A preguntas de diputados de Podemos y PP, la nueva consejera de Educación, Sonia Gaya, curtida en el mundo sindical, justificó su negativa el pasado miércoles en el Parlamento andaluz argumentando que no es una enseñanza obligatoria y que el aprobado no implica necesariamente la obtención de plaza. No, desde marzo de 2013, cuando en los años de plomo de la crisis y los recortes, la Administración ideó una orden que le eximía de esta obligación amparándose en «las consignaciones presupuestarias existentes y el principio de economía y eficiencia en el uso de los recursos públicos». Los padres piden volver a la situación precedente a 2013. Pero Educación está cerrada en banda. No es no.

«El sistema hace aguas por todos sitios», reflexiona Francisco Serrano, que conoce mejor que nadie el paño. Padre de una niña aprobada y sin plaza en el Conservatorio Profesional de Música de Jaén, donde este vecino de Priego trabaja. «Hay 1,8 millones de estudiantes en los conservatorios andaluces y 337, los que no tienen plaza, representan apenas un 0,01 por ciento. Que no puedan atender a estos niños por un tema de presupuesto es un poco de risa porque no supone un aumento del cupo de profesores. Lo que no hay es voluntad», argumenta este profesor con más de 20 años de experiencia. La única posibilidad que le queda a su hija Marta, que toca el violonchelo, es repetir curso «porque si no se queda fuera del sistema. Es una pena», se lamenta.

Patricia Correa y Antonio Molina, los padres de Miguel, aspirante al primer curso de Enseñanza Profesional en el Conservatorio de Motril (Granada), no encuentran consuelo a su indignación. «Cuando está en el punto más importante de su formación se la cortan porque no se planifica bien», claman. Aseguran que su hijo, guitarrista, pasó el corte aunque se presentó en inferioridad de condiciones por la huelga de profesores interinos para protestar por la decisión de la Consejería de convocar oposiciones.

A las puertas de entrar en el mismo centro se quedó Irene, de once años. «De ser la mejor el curso pasado ha pasado a no tener plaza. Es muy decepcionante para ella porque sus compañeros van a pasar a otro curso y ella ya se estaba pensando abandonar», relata su madre, Inma Girado. «Incluso se planteaba esto a nivel profesional. Irene tiene un don. De eso estoy segura».

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