EDUCACIÓN

Qué hacer con un niño con fiebre sospechoso de Covid-19 según el protocolo de la Junta de Andalucía

La pesadilla de las familias y los responsables de los centros educativos en la vuelta al colegio es manejar los casos susceptibles de contagiar el coronavirus

Una madre le toma la temperatura a su hija recién levantada, antes de ir al colegio VALERIO MERINO

Javier Rubio

Va a ser el dilema de los próximos días o las próximas semanas, cuando el verano deje paso al otoño y los catarros estacionales, la gripe y otras enfermedades del tracto respiratorio se conviertan en una pesadilla para las familias con niños en edad escolar. ¿ Qué hacer si se presenta un cuadro de febrícula sospechoso de Covid-19? ¿ Quién tiene que decidir si el crío acude al colegio o no lo hace?

La Consejería de Educación ha querido dar respuesta a estas y otras cuestiones parecidas en un anexo al documento « Medidas de prevención, protección, vigilancia y promoción de la salud Covid-19 en centros y servicios educativos docentes« de junio de este año. En ese anexo publicado en el BOJA del 2 de septiembre se detalla la gestión de casos sospechosos.

Lo primero que hay que establecer es qué es un caso sospechoso . Cualquier cuadro clínico de insuficiencia respiratoria súbita que aparece con fiebre, tos o sensación de ahogo . En los niños parece más difícil de detectar otros síntomas como dolores musculares y de cabeza, aunque según la edad pueden dar pistas. La pérdida de olfato y de gusto sí que parece más complicada de descubrir en niños pequeños.

Gripe, catarro común o Covid-19

La pesadilla de las familias es distinguir adecuadamente un catarro o un resfriado de una sospecha de enfermedad por coronavirus SARS-CoV-2. Aunque técnicamente sólo pueda descartarse con pruebas diagnósticas (las famosas PCR), hay indicadores para manejarse en casa que descartan de plano el nuevo coronavirus. Entre ellos, la presencia de mucosidad nasal puesto que la Covid-19 cursa sin mocos.

Aun así, puede darse un cuadro compatible y la pregunta de los progenitores y los profesores es siempre la misma: ¿qué hacer con el niño?

Si se ha detectado la fiebre, la tos o la dificultad respiratoria en casa, lo primero y fundamental es no llevar al niño al colegio . Parece de sentido común, pero conviene insistir. Hay que echar mano de aquella expresión que usaban los médicos de cabecera antiguamente y «reservar» al niño.

Termómetro antes de salir

Lo más efectivo resulta tomar la temperatura justo antes de salir camino del colegio. Los nuevos termómetros electrónicos no demoran ni un minuto el resultado, por lo que ahorran mucho tiempo para conocer si el chiquillo tiene fiebre. En este caso, la primera provisión es dejarlo en casa o, si tiene que acompañar a sus hermanos, no llevarlo a clase.

No hay que llamar al colegio , ni usar el grupo de mensajería de los padres, que sólo añade confusión y extrema la alarma . De hecho, el protocolo de la Consejería de Educación establece que sea el centro escolar el que se ponga en contacto con la familia recabando información por la ausencia del menor por si se trata de una cuarentena, una sospecha o una confirmación de Covid-19.

Ante la sospecha, será e l pediatra el que determine si la infección es por SARS-CoV-2 o por cualquiera de los otros coronavirus oportunistas y estacionales que circulan por nuestra atmósfera.

Confirmado: llamada al colegio

Sólo cuando se haya confirmado el positivo del pequeño habrá que llamar al centro educativo para dar noticia de este contagio para que se ponga en marcha el protocolo de prevención con sus compañeros de clase, sus profesores y lo que se ha dado en llamar «grupo estable de convivencia». Pero nunca antes de tener la confirmación.

También puede darse el caso de que el niño presente fiebre u otros síntomas compatibles con la Covid-19 dentro de las aulas en horario lectivo . En tal caso, los padres tienen que confiar en los profesores y su buen hacer lo mismo que confían a la hora de inculcarles conocimientos a sus hijos.

Fiebre o tos en el horario escolar

Lo más normal será que lleven al alumno con síntomas compatibles con los de la enfermedad a una estancia aislada . No tiene que ser el cuarto oscuro con el que se amenazaba a los niños en otras épocas, sino simplemente una habitación donde esté solo, bien ventilado , mientras se efectúan dos llamadas telefónicas .

La primera, a la enfermera de enlace con el colegio para que concierte una cita con el pediatra o el especialista que investigue los síntomas y provea de diagnóstico. La segunda llamada será a los familiares para que acudan al centro escolar a recoger al menor tal como sucede habitualmente con contigencias comunes durante el curso escolar.

Ante la sospecha de que algún compañero o profesor del niño aislado pueda presentar también síntomas (ojo con la somatización de casos), lo que procede es aislarse, hacer uso reforzado de la mascarilla (o sea, no quitársela para nada) y contactar con el médico.

Las evidencias científicas sugieren que la mayor probabilidad de contagio en los niños sucede en el hogar familiar. Y por motivos que todavía la Ciencia no ha descubierto, se ha descrito que la tasa de ataque secundario (contagios entre su círculo) es mucho menor en niños que en adultos. La píldora informativa publicada por el Ministerio de Sanidad a este respecto hace referencia a un estudio en China que establece una tasa de ataque del 4,7% en niños frente al 17,1% en adultos de más de veinte años. Todavía no sabemos por qué, pero es un dato de alivio para las familias.

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