HISTORIA

Así nació la legendaria Brigada Costa del Sol

Dos de los supervivientes de aquel grupo policial narran cómo se forjó la historia de la primera brigada antidroga de España, que ahora Mediaset y Netflix retratan en una serie

Ricardo Ruiz Coll (amarillo) y Fernando Camacho en un reencuentro en Fuengirola Francis Silva

J.J. Madueño

Fernando Camacho todavía recuerda las matrículas de muchos de los coches de traficantes que siguió, en sus años activo, dentro de la brigada Costa del Sol. Es uno de los pocos integrantes que quedan vivos de aquel grupo pionero. Nada todos los días para mantener una dolencia degenerativa a raya, por la misma que está jubilado desde que tenía 53 años. Lo hizo con dos cruces rojas, «que son pensionadas» . Todos tienen una, excepto Camacho, apodado «El Chino», que fue el que más tiempo estuvo en la brigada.

Son las condecoraciones por los servicios prestados, en un tiempo donde el tráfico de drogas comenzaba a ser incipiente en la zona. «Se detectó que había movimiento y que no se podía controlar desde Madrid», explica Camacho, como razón para la creación de un grupo pionero, que fue la primera brigada antidroga adscrita a un territorio .

La historia está siendo rodada por Mediaset y Netflix, que se amparará en las vidas de José Cabrera, Fernando Camacho, Ricardo Ruiz Coll, Cecilio Oliva, Martín Bolaños, Marcos Martínez, Luis de la Torre, Gonzalo Prieto y Augusto Blanco Castilla para contar los primeros pasos contra el narcotráfico desde Torremolinos . Los que dieron un reducido grupo de agentes sin formación en la materia en febrero de 1976. En un principio, entraron solo seis bajo las órdenes de Augusto Blanco Castilla , que era el único que tenía algo de conocimientos sobre drogas por haber estado destinado en Rota. «Allí con los americanos sí había algo de tráfico», señala Camacho, que fue uno de los fundadores, llegado desde Almería.

Camacho: «Se detectó que había movimiento y que no se podía controlar desde Madrid»

Los reclutaron y comenzaron a trabajar, crearon una estrecha fraternidad en un habitáculo de una antigua oficina de Correos de Torremolinos . Allí se puso una comisaría de distrito en 1975, donde surgió el grupo bajo las órdenes directas de la Brigada Central Antidroga de Madrid. Eran días complicados. El grupo trabajaba duro, no había tregua. Persecuciones, confidentes, detenciones… Los días se sucedían y las horas de trabajo se acumulaba . «Salías en un seguimiento y lo mismo llamabas a casa desde una cabina de Sevilla para decir que no regresabas», recuerda Camacho, que resalta que hubo quien se fue hastiado, ya que cada éxito propiciaba la llegada de otra banda.

En una de esas vacantes entró Ricardo Ruiz Coll. Llegó cuando el grupo ya tenía un bagaje de uno o dos años. «Me tuvieron que aceptar los compañeros» , apunta Ruiz Coll. Eran los miembros de la brigada los que pasaban el filtro al nuevo. Sin el visto bueno de los agentes del grupo no se podía entrar a trabajar.

Ricardo Ruiz Coll ahora está retirado y vive en Tailandia. Durante sus años en el grupo fue el señuelo. Habla inglés y francés, s e hacía pasar por un traficante suizo para infiltrase en los acuerdos de droga. «Cuando se tocaba el pelo nos lanzábamos, pero salía corriendo y huía, para no descubrir la tapadera», explica Camacho, que señala como fueron pioneros en requerir material incautado para luchar contra el tráfico de drogas.

Una de las imágenes de la serie que recrea la historia de la Brigada Costa del Sol ABC

Así un juez les dejó quedarse 300.000 dólares falsos decomisados en una operación. Los usaban en un maletín cuando Ruiz Coll se infiltraba. Recuerdan las persecuciones con el 127 o el Simca 1200 a vehículos de alta gama por la N-340. «Si reconocía la matrícula, dábamos la vuelta allí mismo y a por él» , apunta Camacho, que añade que pidieron quedarse con coches de los traficantes o medios para las escuchas telefónicas. «Al principio se pinchaba el teléfono y tenías que esperar a que sonara, haciendo guardia, para ponerte a escuchar», relata Camacho, que dice que todo fue más sencillo cuando apareció un magnetoscopio que hicieron que saltara de forma automática cuando entraba la señal.

Narran las horas buscando direcciones en la guía de teléfonos. «Contábamos los pulsos de la marcación del teléfono, sacábamos el número y luego íbamos a la guía, hasta que lo teníamos. Así encontramos varias direcciones de traficantes», afirma Ruiz Coll, que remarca que la misión más peligrosa fue cuando siguieron a unos atracadores hasta un bloque de pisos de La Línea de la Concepción. «En el ascensor se me iba a salir el corazón» , rememora Ricardo Ruiz Coll, que añade que cuando entraron al piso tuvieron la suerte de que no estaban armados. «Lo tenían por un lugar seguro y habían dejado las pistolas en la cocina», apostilla Camacho.

Ruiz Coll: «Contábamos los pulsos de la marcación del teléfono, sacábamos el número y luego íbamos a la guía, hasta que lo teníamos»

Es solo una de las misiones que les llevaron a ser referencia, porque era muy difícil burlarlos ya que estaban siempre en la calle . Por eso pillaron un cargamento de hachís que viajaba en un velero averiado hacia Italia o a un escurridizo narco buscado por Alemania. «Los alemanes nos dijeron que podía estar en Málaga o en Alicante. Se habían confundido porque guardaba la droga en una urbanización detrás de la Venta El Alicate», explica Camacho, que recuerda como los coches de la Policía alemana iban dotados con dispositivos de seguimiento, pero que lo pillaron porque la brigada ya le había seguido todos los pasos y sabían dónde estaba en cada momento.

En la actualidad solo quedan vivos cuatro de estos héroes de la Policía Nacional, junto a Camacho y Ruiz Coll, solo Luis de la Torre y Cecilio Oliva sobreviven para contar la leyenda de los primeros hombres que combatieron el tráfico de drogas en la Costa del Sol .

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