CARIDAD

El mendigo que conmovió a los feligreses de Málaga

Durante años pidió en la puerta de la iglesia de Santo Domingo, hasta que el pasado sábado la parroquia le despidió para siempre

El párroco junta al ataud de José Luis (destacado abajo) Diócesis de Málaga

J.J. Madueño

Un día entró en la iglesia y se dirigió al párroco. Le pidió permiso para poder pedir en la puerta de Santo Domingo. El sacerdote se lo concedió y José Luis se convirtió en una parte importante de la comunidad. Llegó incluso a hacer un registro apuntando en un periódico con un bolígrafo de los feligreses que acudían a las misas. El pasado sábado a las 19.30 horas, Antonio Jesús Carrasco ofició su funeral emocionado por toda la gente que fue a despedir a aquel humilde servidor de la parroquia que solo les pedía un gesto de calidad para ser feliz cada día.

Antes de acercarse a la iglesia José Luis vivía en la calle con unos cartones. «Era muy educado, y amablemente se acercó a mí al llegar y me pidió permiso para ponerse a pedir en la puerta del templo », cuenta Antonio Jesús Carrasco a diocesismalaga.es, la web del Obispado de Málaga. Es cuando empezó una relación con la comunidad que le llevó a ser ayudad a través de Cáritas de la parroquia, le consiguieron que pudiera ser atendido en el Comedor de Santo Domingo e, incluso, disponer de una vivienda.

Cada día, el mendigo lo agradecía con su entrega por lo demás. Acudía a la puerta del templo desde que se abría hasta que se cerraba, ayudaba al grupo de voluntarios responsables de atender la iglesia, hasta que un día dejó de ir. Antonio Jesús Carrasco empezó a echarlo en falta . Pensó que se debía al calor, pero le extrañó tanto que se puso en marcha todo un operativo para hallarlo. Descubrieron que su estado de salud había empeorado y que estaba ingresado en el Hospital de la Orden de San Juan de Dios. «Fue muy bonito verlo de nuevo. Me dio un abrazo muy grande, y yo le llevé el recuerdo de todos los miembros de la parroquia y el deseo de que se recuperara pronto. Le di la unción de enfermos y una estampa de la Virgen de la Esperanza , que besó con devoción», narró el sacerdote a la web oficial de la Diócesis de Málaga.

«Le di la unción de enfermos y una estampa de la Virgen de la Esperanza, que besó con devoción»

El párroco le habló en los días de ingreso hospitalario de la vuelta de la imagen de la Virgen a su basílica y le dijo que Ella le iba a ayudar en ese momento de su vida. Al marcharse, pidió que le mantuvieran informado a falta de familiares conocidos. Durante los tres días siguientes regresó a aquella habitación para pasar largos ratos junto a su amigo . Cada día iba encontrándolo más débil, hasta que el viernes 6 de septiembre, tras pasar a su lado toda la tarde, Carrasco se despidió para ir a celebrar la Misa. Sería la última vez.

Era el día del traslado de los titulares a la recién reformada basílica de la Esperanza, de la que es rector. «Tenía la certeza de que estaba en sus últimos momentos, y acudí a la Virgen. Antes de la celebración, miré a la imagen de la Esperanza y puse la vida de José Luis en sus manos para que no le faltara su presencia maternal . Debió de escucharme enseguida, porque solo unos minutos después me llamaron para decirme que acababa de fallecer», afirma el párroco en esa entrevista.

«Es él quien nos ha salvado a nosotros, porque ha conmovido nuestros corazones. José Luis ha venido a esta comunidad para ayudarnos a demostrar nuestra caridad y nuestra generosidad»

Tras la celebración y conocer la muerte de José Luis, el sacerdote volvió al hospital para colocar la estampa de la Virgen entre las manos del mendigo. Pidió el traslado del féretro a la parroquia, donde se instaló la capilla ardiente. Por ella pasaron un buen número de personas, miembros de aquella comunidad que había sido una familia con José Luis. Juntos celebraron la Misa exequial. «En la homilía les dije que no fuéramos a pensar que habíamos ayudado a aquel hombre, que le habíamos salvado de la indigencia. Es él quien nos ha salvado a nosotros , porque ha conmovido nuestros corazones. José Luis ha venido a esta comunidad para ayudarnos a demostrar nuestra caridad y nuestra generosidad », confiesó Antonio Jesús.

Al gesto de esta parroquia se une la hospitalidad de los hermanos de San Juan de Dios y el personal sanitario del centro, que le han atendido en sus últimos días. La solidaridad del cementerio de San Gabriel (Parcemasa) que ha contribuido a su incineración y la Cofradía de Mena , que ha cedido un espacio en sus columbarios para que tenga una «buena muerte».

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