Pacientes desnutridos encarecen la asistencia sanitaria andaluza

Uno de cada cuatro pacientes que ingresa en los hospitales de Andalucía está desnutrido. Esta situación encarece la asistencia sanitaria por dos motivos: aumenta las complicaciones (por ejemplo las que sobrevienen después de la cirugía o el número de Infecciones), de modo que alarga la estancia y repercute en la salud del enfermo. Por esta razón, el presidente de la Sociedad Andaluza de Nutrición Clínica y Dietética, Gabriel Olveira Fuster , propone que en los centros hospitalarios de la comunidad autónoma se aplique un protocolo que permita el cribado de su estado nutricional al ingreso de todos los pacientes y propicie una atención nutricional individualizada para mejorar su situación.

Un paciente desnutrido cuesta al sistema público de salud el doble que uno que no lo esté, asegura Olveira en el marco del X congreso andaluz de nutrición clínica y dietética, donde se aborda el tema de la alimentación no sólo desde la perspectiva hospitalaria. Al respecto, el presidente destaca el impulso que ha dado este colectivo, formado por más de 150 socios, al conocimiento de la nutrición al incidir en ámbitos como el de la educación para la salud, la formación de profesionales, la investigación y la gastronomía.

El envejecimiento, la importancia de las dietas, el ejercicio físico, la seguridad alimentaria, la nutrición previa a la cirugía, la desnutrición hospitalaria y los beneficios del aceite de oliva son ejes temáticos del congreso. En este sentido, Olveira, especialista en endocrinología y nutrición en el hospital regional universitario de Málaga, tras destacar el carácter multidisciplinar del evento, expone que, dada la relevancia del problema para la salud, es preciso que el conjunto de los hospitales andaluces cuente con unidades de nutrición adecuadamente dotadas.

El presidente de la Sociedad Andaluza de Nutrición Clínica y Dietética resalta que la sociedad que preside no se limita a circunscribir la cuestión alimentaria a los hospitales andaluces, donde, a su juicio, se come razonablemente bien tras la subsanación de determinados errores, sino que centra también su esfuerzo en cambiar los hábitos alimentarios de los andaluces, que, según expone, han empeorado. En este sentido, destaca la pugna entablada entre la dieta mediterránea y la comida no saludable. Así, frente al aceite de oliva, las frutas, hortalizas, las legumbres y el pescado, que abanderan el hábito alimentario de un sector menguante de la población, se contraponen los alimentos ultraprocesados con alto contenido en azúcares, sal y grasas saturadas, que consume una significativa parte de la ciudadanía andaluza.