25 DE NOVIEMBRE

Siete voces de Córdoba para entender mejor la violencia machista

ABC reúne testimonios de tres víctimas, dos miembros de las fuerzas de seguridad y dos especialistas en Igualdad

Manifestación contra la violencia de género en Córdoba VALERIO MERINO

Irene Contreras

El día 25 de noviembre se celebra el Día contra la Violencia de Género , que no es otra cosa que la violencia que se ejerce sobre la mujer por el hecho de ser mujer, en el marco de una estructura de relaciones de dominación en la que el hombre ejerce el poder. ABC Córdoba reúne los testimonios de dos mujeres que han salido adelante tras sufrir maltrato y el de otra que está acompañando a una víctima de violencia de género a salir del pozo. Sus historias se cruzan con las de dos agentes de los Cuerpos de Seguridad y el análisis de dos expertas en Igualdad , que ponen el acento, como no podría ser de otra manera, en la educación y en la concienciación de toda la sociedad.

1

«Si yo he podido, tú también puedes»

Posa con gafas violeta para la foto porque quiere que su testimonio sea un mensaje de superación . Fue víctima colateral de la violencia de género cuando era una niña, y ella y sus hermanos tuvieron que hacerse mayores de pronto para mediar entre sus padres y cuidarles. Años después, se convirtió en blanco de agresiones por parte de su pareja, que además aprendió a disparar hacia su punto débil: una discapacidad visual . « A ti quién te va a querer », le espetaba su agresor. Un día, cambió el chip. Fue a raíz de que, durante una discusión, él le dijera: «¿Por qué te extrañas de cómo te trato, si se lo has aguantado siempre a tu padre?». Todas las piezas encajaron como un puzzle y ahí comenzó un proceso difícil, pero que le ha servido para comprometerse con la sociedad.

Ahora ha contado su historia en un libro bajo el pseudónimo Jeycar Mego , « Todo nace contigo », y donará los beneficios a proyectos sociales. Pone el acento en la protección de la infancia: «Igual que a manejar un móvil, los niños aprenden patrones de conducta». Además, pide a los padres que no usen a los pequeños «para hacerse daño el uno a otro». Habla desde la experiencia al afirmar que los que más sufren en esas situaciones son los niños.

2

«Es difícil probar que sufres violencia psicológica»

Lucía aguantó durante 13 años una relación de maltrato . Un día, él la lanzó contra una cristalera, que estalló en pedazos. Vio la muerte cerca. Sus hijos, de 12 y 8 años, estaban delante. Decidió no soportarlo más y acudió al Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), donde le ofrecieron mudarse a una casa de acogida en la ciudad donde vivía, Granada. No lo dudó: metió sus cosas en una mochila y se llevó a los niños. Recibió una ayuda psicológica que fue clave para su decisión de empezar una nueva vida. Se instaló en Córdoba, primero en una vivienda del IAM y después en un piso tutelado antes de alquilar uno con sus propios medios. Lo dejó todo atrás, no avisó a su familia para no ponerles en riesgo. Con el tiempo, ellos comprendieron que era todo lo que podía hacer.

Unos años después inició una nueva relación con otro hombre, en la que volvió a sufrir violencia , esta vez psicológica. Sólo duró un año. Le denunció y resultó absuelto por falta de pruebas. «Es difícil probar que has sufrido violencia psicológica», dice. Lamenta que no tuvo la « astucia » de llamar a testigos, grabar sus insultos o guardar los mensajes en que la amenazaba. Recomienda a las víctimas no cometer el mismo error.

3

«Estamos aquí para ayudaros»

Antonio Cebrián llegó hace más de dos años a la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) del Cuerpo Nacional de Policía en Córdoba , donde es el responsable del grupo de investigación. Como sus compañeros, ha recibido una formación específica sobre violencia de género para ofrecer a las víctimas una protección a la altura del problema que enfrentan. Su mensaje es claro: « Estamos aquí para ayudaros ».

Reconoce que hacen falta más medios , pero que los agentes hacen malabares con los recursos disponibles para atender a las más de 450 mujeres que necesitan protección en Córdoba por parte de la Policía Nacional. Su concienciación sobre la lucha contra esta lacra lleva consigo una implicación personal que le hace imposible desconectar. «Te vas a casa con el corazón en un puño , pensando en cómo estarán, en qué estará pensando el agresor», afirma. Es, sin embargo, un trabajo gratificante desde el momento en el que una mujer sale con esperanza y una sonrisa de la comisaría a la que ha entrado llorando. «Les decimos que el camino puede ser duro, pero se sale».

4

«Un ojo morado sólo es la punta del iceberg»

Para Juan José Medina , agente del Equipo Libra de la Policía Local , que haya una sola víctima ya implica un fracaso de la sociedad. Sin embargo, aporta una visión optimista: las cosas han cambiado mucho en los últimos años , tanto en concienciación como en lo que respecta a la atención y protección a víctimas. «Ya no es normal ver que un hombre le grita a una mujer en la calle», afirma el agente, convencido de que el mensaje de que hay que acabar con esta lacra ha calado en las personas. También en los propios agentes, que saben que cuando una mujer acude a denunciar maltrato está denunciando toda una vida . «Aprendemos a respetar su nerviosismo, sus silencios, sus decisiones».

Pone el acento en la violencia invisible : un ojo morado, dice, sólo es la punta del iceberg de todo un sistema de control, manipulación, aislamiento, violencia económica y ambiental. En el Equipo Libra, explica, nadie entra por obligación. Los seis agentes que componen este grupo de la Policía Local -cinco hombres y una mujer- están ahí por vocación y voluntad . Es un trabajo duro pero también les da alegrías: la de ver cómo una mujer supera las secuelas de la violencia; la de que el maltratador resulte condenado por sus actos.

5

«Ella lo justificaba. Me decía que estaba enfermo»

Silvia (nombre ficticio) ha visto el maltrato desde una posición externa pero cercana. La víctima es su amiga, a la que conoce desde que sus hijas iban juntas a la guardería, hace ya diez años. Ella nunca hablaba de su vida personal. Un día lluvioso, apareció en el colegio con gafas de sol. «Tenía un golpe en el ojo y me dijo que se había caído», explica. Las «caídas», sin embargo, empezaron a ser demasiado frecuentes. A los dos días acudió con puntos de sutura en las manos. A la semana, con una herida en la cabeza.

Un día se echó a llorar y lo contó todo. Nunca le había dicho a nadie que su marido le daba palizas, ni que no la dejaba vestirse como quería , ni que había tenido que ir en mitad de la noche a recogerle a clubs de alterne. Ella lo justificaba por sus problemas con la bebida , hasta que el blanco de los ataques dejó de ser ella para pasar a su hija pequeña . «Me llamó desde casa de su madre. Había huido después de que su marido agrediera a la niña, de siete años. Sólo entonces decidió dejarle », cuenta.

Él incumplía constantemente la orden de alejamiento . Pasaba por su lado y le escupía, se colocaba delante de su coche cuando se detenía en un semáforo. El miedo, dice, la paraliza, y su hija tiene graves secuelas a raíz de lo que ha vivido: nerviosismo y una baja autoestima que han agravado sus problemas de déficit de atención, autismo e hiperactividad . En el colegio, dice, la arropan mucho, pero se preguntan qué pasará cuando pase al instituto. «No lleva un cartel que indique por lo que ha tenido que pasar».

6

«Las mujeres sufren un especial agravio en las zonas rurales»

Marian Aguilar ha estado al frente de la Unidad contra la Violencia sobre la Mujer en la Subdelegación del Gobierno de Córdoba . Afirma que hay dos sectores especialmente vulnerables a la violencia de género: por un lado, las mujeres con discapacidades , para las que pide recursos más accesibles; por otro, las que viven en zonas rurales donde no hay juzgados especializados ni el mismo acceso a abogados del turno de oficio que en la capital. «Si ya es difícil dar el paso de denunciar, imagina si en el camino aparecen obstáculos», señala esta experta en Igualdad.

Pide además incidir en la formación de género del personal que se encargará de recoger el testimonio de la víctima. «Hay que entender que la mujer que denuncia violencia machista no quiere que su pareja vaya a prisión. Quiere que la dejen en paz », dice. La importancia de la denuncia se basa en que «esa declaración va a marcar el juicio posterior », explica, de ahí que no deba limitarse a un hecho concreto sino reflejar todo el maltrato que la mujer ha sufrido a lo largo de su vida. Cree esencial trabajar con los hombres para «desaprender patrones» tradicionalmente asociados a lo masculino y evaluar al agresor antes de dictar su salida de prisión.

7

«Las chicas jóvenes idealizan el maltrato, normalizan el control»

Muchas chicas jóvenes se están acercando al feminismo y otros tantos chicos apoyan su lucha, pero la lacra de la violencia machista también afecta al segmento de población más joven. «No debería extrañarnos», dice la directora de Programas de la Confederación de Mujeres en Igualdad , María García , «porque en España no hay ni una sola generación educada en igualdad». El peso de productos culturales como la saga « Crepúsculo » o « A tres metros sobre el cielo » incide en la forma en que las adolescentes viven sus relaciones. explica que las chicas «idealizan las relaciones, erotizan el maltrato y normalizan el control». Los chicos, por su parte, basan su educación sexual y afectiva en el mito del amor romántico y en la pornografía . El resultado es que la violencia de género se instala en las rutinas de jóvenes que están empezando a aprender valores y tienen sus primeras relaciones, por lo general, breves e intensas.

De nuevo, los mandatos de género tienen un papel esencial: «A nosotras se nos condena por ser seres deseantes; a ellos, por no serlo». De la ecuación se obtiene una relación desigual en la que las chicas tienen problemas para reconocerse como víctimas y sienten vergüenza de admitir que han sufrido agresiones sexuales. García apuesta por construir espacios seguros en los que las chicas puedan hablar de lo que les pasa y trabajar en la deconstrucción de los roles de género para desmontar «todo el engranaje».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación