EL CASO DE LAS MORDIDAS

La presidenta de la Fundación Guadalquivir de Córdoba confiaba en sus «amigos políticos» para eludir las denuncias

La sobrina de la presidenta de la entidad declara que calmaba a sus familiares asegurando que tenía el respaldo de «la Rosa y el Juan Pablo»

La directiva de la fundación acompañada junto a Pedro Sánchez en una visita a las instalaciones EUROPA PRESS

RAFAEL RUIZ

LA presidenta de la Fundación Guadalquivir Futuro, Ángeles Muñoz, estaba segura de que las investigaciones abiertas por las mordidas a los parados contratados con cargo a un programa que abonaba en su integridad la Junta de Andalucía quedarían en nada. De hecho, que no tendría problema alguno tras conocerse las primeras denuncias de los trabajadores afectados y no solo porque no fueran ciertas, que aseguraba que no lo eran, sino porque la excandidata socialista en 2011 disponía de «amigos políticos» que le iban a echar una mano para salir del atolladero.

La declaración realizada por la sobrina de Ángeles Muñoz durante una prueba preconstituida (admisible por tanto en procedimientos penales actuales o futuros) explica cuál fue la reacción en el núcleo familiar cuando comenzaron a salir las noticias sobre la situación de los trabajadores.

La sobrina de Ángeles Muñoz, que realizó un relato sobre entregas de dinero procedente «de subvenciones de los tontitos» durante no menos de cinco años, explica que las primeras noticias comenzaron poco antes de que ella dejara la casa familiar, cosa que ocurrió en septiembre de 2016. La primera noticia publicada por ABC sobre esta cuestión apareció el 24 de junio de ese año. La familia se enteró de forma casual. Por un compañero de trabajo de uno de los miembros del núcleo de Jerez de la Frontera. Ángeles Muñoz viajó hasta la localidad gaditana para tranquilizar a sus familiares en una reunión a puerta cerrada.

«Todo controlado»

La información aportada por la testigo durante su interrogatorio es que su tía había transmitido a todo el núcleo familiar la tesis de que todo era una invención de una trabajadora del PP (en ese momento, la Inspección de Trabajo no había terminado su investigación) y que todo «estaba controlado». Que no le iba a pasar nada a nadie gracias a los «amigos políticos» de su tía que intercederían por ella. ¿Nombres? «La Rosa y el Juan Pablo», afirmaba citando a las personas que le transmitieron la información.

La testigo afirmó, como publicó ayer ABC, que Ángele s Muñoz presumía de tener «cogidos por los cojones» (sic) al actual presidente del Parlamento, segundad autoridad autonómica, y a la consejera de Justicia. La razón de esos apoyos también se explican en la testifical como consecuencia de la presencia directa de la testigo en la residencial familiar del barrio Guadalquivir. «Allí Ángeles manda mucho», afirma. Retrata el de una persona con poca formación pero autoritaria, capaz de enfrentarse si hacía falta a los patriarcas gitanos de la zona. «En una ocasión, tuvo un enfrentamiento con el patriarca que controlaba una de las manzanas y ella sola fue a pegarle fuego a uno de sus cubos de basura», relata.

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