Encuentro

Juan Vicente Piqueras, un cosmopolita en Cosmopoética

El poeta valenciano habla en Córdoba sobre la economía de los rapsodas: «O eres tonto o comprendes pronto que la poesía no te va a dar ni un duro»

Eva Gallud y Juan Vicente Piqueras Álvaro Carmona

Rafael Verdú

Al poeta Juan Vicente Piqueras (Valencia, 1960) le importan los lugares más que ninguna otra cosa. Da igual donde estés, «los lugares son dioses y tienen un poder extraordinario» para influir en las personas, asegura. Hablando de cultura y de poesía, si vives en Lisboa eres hijo de Pessoa ; en Roma, de Pavese y de Passolini . En esos lugares, y en muchos más (Francia, Grecia, Argelia, Jordania...), ha vivido y creado el poeta valenciano, un hombre cosmopolita que, por su trayectoria vital, confiesa que «no tengo raíces». Como mucho, «orígenes». Piqueras es más un pájaro que un árbol. Y así lo dijo ayer en un encuentro con periodistas previo a su participación en Cosmopoética .

Sus «orígenes», sin embargo, no hacían presagiar que un día Piqueras recorrería el mundo, y encima hablando español. Lleva décadas vinculado al Instituto Cervantes , del que hoy es director en Amán, la capital jordana. Mucho antes de eso, vivió hasta los 16 años en una aldea valenciana de interior, Los Duques de Requena , allá en la frontera de Cuenca. «Soy hijo de campesinos, cosa que yo no soy», recuerda. Un día, en los años de la Movida -una corriente que «me producía horror»-, decidió escapar a Italia, donde residió durante 20 años «hasta hartarme». «Yo quise irme por curiosidad, pero también quería alejarme por necesidad», explica sin entrar en detalles. Y qué más da. El trotamundos Piqueras empezó entonces a conocer esos lugares que han marcado su poesía (tiene un libro dedicado a «Atenas», por ejemplo) y aprendió, también, a devolver algo de lo aprehendido. Porque Piqueras es también traductor de poesía en una sorprendente variedad de idiomas: griego, francés, rumano, portugués, italiano... Eso sí, «solo traduzco lo que me fascina, no soy profesional». ¿Traduttore, tradittore? Un poco de ambas cosas. Para Piqueras, una traducción es algo así como una mudanza, y en materia de traslados él es un experto. «Siempre se pierde algo, una silla o un armario que se rompe. Lo importante es que ese poema suene como si fuera español, y eso no es fácil. Pero si somos esclavos del original el poema no sonará bien». Prueben a traducir literalmente «flamenquín» al inglés . ¿«Little flamingo»?

Habla también Piqueras sobre el peculio de los poetas: «O eres tonto o comprendes pronto que la poesía no te va a dar ni un duro . Hay artistas que se engañaron con eso, y hoy unos viven y otros malviven. El poeta sabe que tiene que ganarse las habichuelas de otra manera». La principal, un trabajo como otro cualquiera; la secundaria, los premios. También de eso sabe el vate valenciano, pues se ha llevado a casa -donde quiera que fuera- los mejores que se conceden en lengua española: José Hierro, Antonio Machado, Manuel Alcántara, Loewe...

Piqueras lee en muchos idiomas, pero escribe solo en español , «mi casa y mi cárcel». Conoce a fondo la arquitectura del idioma y cómo se refleja en el carácter de quienes lo hablan. Así resulta que la sencillez fonética del español, con cinco vocales sin inflexiones ni acentos imposibles , deriva en «una lengua para mentes simples, lo cual nos hace incapaces de aprender otros idiomas», afirma con humor. El español sirve para otras menesteres. Por ejemplo, «su riqueza léxica es ideal para cualquier cosa que tenga que ver con lo dionisíaco ». O sea, para beber vino y hacer juegos de palabras. Como en una taberna.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación