EL NORTE DEL SUR

Elogio de la competencia

Las fuerzas del mal urden la aniquilación de Córdoba enviando robots que conducen taxis y construyendo centros comerciales

Un usuario de una plataforma de transporte ARCHIVO
Rafael Aguilar

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VIVIMOS en una ciudad tela de moderna, tan dispuesta siempre a aprovechar las oportunidades de desarrollo, con ese carácter nuestro tan dado a la apertura, a la amplitud de miras, ese espíritu tan admirable y tan atento a las nuevas tendencias y a los flujos de la vanguardia financiera global que nos permitan escalar un peldaño, otro más, hacia la cúspide de la excelencia económica y del pleno empleo. Por eso han de ser meros episodios aislados los dos que hemos vivido en esta semana que acaba y por los que se sonrojan y hasta se avergüenzan cientos, miles de vecinos que tienen la certeza de que Córdoba es otra cosa.

La descripción del primer fenómeno extraño en una tierra tan próspera y tan sobrada de recursos que favorezcan la creación la puestos de trabajo como ésta es el siguiente: resulta que una plataforma de fama internacional y de probada eficiencia que pone en contacto a coches con conductor y a potenciales clientes anuncia que va a empezar a operar en breve en Córdoba. No pasan ni dos días y el Ayuntamiento llama a su seno al presidente de la asociación que presta el servicio de taxis —la mayor de las veces con una calidad fuera de duda— para tranquilizarle. A continuación, el primer teniente de alcalde, Pedro García (Izquierda Unida), coge su fusil en la tribuna del Consistorio y advierte de que la autoridad municipal va a hacer todo lo que se encuentre en su mano para impedir que la plataforma en cuestión empiece a funcionar en la ciudad. De victoria en victoria hasta el triunfo final: esto no ha hecho más empezar. El gremio de marras —insisto: sin tacha de importancia en su quehacer diario— avisa de que las amenazas son varias y que se mueven en varios frentes a los que hay que estar atentos; por ejemplo, a los monopatines, que también les restan negocio. Veremos por dónde sale la cosa.

Segundo. Una empresa difunde en una reunión con el teniente de alcalde de Urbanismo —sí, el mismo que le declara la guerra a las aplicaciones de transporte público— que tiene un interés firme en construir un centro comercial en la carretera de Palma del Río y, en vez de que lluevan los comentarios a favor de la iniciativa sucede justo lo contrario. Resulta que en una semana los vecinos y el pequeño comercio bombardean el correo electrónico con cartas que reprueban la conducta del Ayuntamiento, que claramente —aseguran— está haciendo dejación de sus funciones al permitir que una compañía se fije en Córdoba para montar su negocio. El problema es el daño que la nueva gran superficie le va a hacer a las tiendas de barrio, o de proximidad como las llama el sector. Como si en el nuevo parque comercial fueran a trabajar no personas —la mayoría cordobesas— sino «cyborgs» diseñados en justo los mismos laboratorios en los que las fuerzas del mal diseñan la aniquilación de Córdoba, unas veces por la vía de la conquista comercial y otras por el envío masivo de robots que conducen coches con licencia reglada y que, como además de carecer de corazón son de metal, no necesitan comer ni llevar un plato de lentejas a su casa.

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