Córdoba toma aire para el momento en que la fiesta no se termine

La Feria de Córdoba parece dormir en ciertos momentos, pero termina por despertar y desperezarse. Son muchos días y es normal que después del primer fin de semana haya cierta relajación, como una tregua ante lo mucho que tiene que llegar en los días siguientes. El martes lo es también, pero ya se empieza a atisbar un cierto cambio, como un desperazarse.

Por eso el día amanece tardío por El Arenal , pero termina animado, como si ya se previera que las oficinas cierran, los colegios despiden a los chavales hasta el lunes y Córdoba late ya únicamente por su Feria y por todo lo que allí se cuece.

Todavía se podía andar con cierta soltura por las calles, sobre todo por las más pequeñas, aquellas en las que se va derecho a la que uno busca. Y también, por supuesto, quien cumplía con el rito de comer en la Feria con el trabajo o con la familia, aunque en estos días sea más lo primero. Hacía calor , porque los de este año son días en que casi se rozan los cuarenta grados, pero se combatía.

Fue un día de impacto estético, de casetas bien adornadas y de gente que sabía que la Feria es sobre todo color , y gusta de llevarlo encima. Y tras la comida tenían que venir las copas y el baile, que según los casos fueron también muchos. Caía la tarde y a la Feria de Córdoba llegaban muchos, se encendían las luces y todo continuaba, y quizá no se apague hasta el sábado.