Crónicas de pegoland

Los cansinos de la Unesco

En las oficinas de la ONU van a acabar pidiendo una orden de alejamiento

Un plato de salmorejo ABC
Rafael Ruiz

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El pleno del Ayuntamiento de Córdoba acaba de aprobar un acuerdo para que la ciudad monte una candidatura para que la Unesco reconozca que el salmorejo es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo cual daría realce a esa gloria de la gastronomía popular que nada tiene que ver con la porra antequerana aunque nadie sepa aún en qué. El Consistorio ha dicho sí a la propuesta de la Cofradía del Salmorejo que dirige Miguel del Pino, que quiere poner la emulsión de tomate en el lugar que le corresponde. Es decir, donde las mayores obras de arte concebidas por el género humano salvo cuando es el que hago yo que me queda fuerte de aceite, con demasiado vinagre y un exceso de ajo de los que rompen matrimonios.

Desconozco si la medida finalmente se llegará a cabo pero ya les adelanto una mala noticia . Los de la Unesco van a acabar pidiendo una orden de alejamiento contra todo aquel vecino de Córdoba que se acerque a las oficinas de París si no es por causa justificadísma. Desde el ya lejano 1984, no hemos dejado de mandarles papeles bien por el Casco, por los Patios o, más recientemente, por Medina Azahara. De hecho, se ha usado su nombre en vano tantas veces que parece que los mentamos como a esa seño que recibe el chivatazo cuando alguien ha hecho algo malo. Lo del Puente Romano y el granito rosa, por ejemplo. Hasta para las peleas más chungas, como aquella de la segunda puerta (que nunca más se puso), los hemos tenido todo el día en medio de la pista de baile.

Tengo también una mala noticia para los promotores de la cosa y es que eso del patrimonio inmaterial es algo más que una receta por muy peculiar que sea. Exige una costumbre compartida , que forme parte de un modo de vida, que tenga una cierta vocación de universalidad. Vale que últimamente se han aprobado algunas cosillas un poco peculiares pero se trata precisamente de constatar la peculiaridad. Vamos, que como presentemos el salmorejo a eso de la Unesco vamos a hacer un pan como unas hostias dedicando tiempo y esfuerzo a un o bjetivo poco alcanzable .

Se agradece el trabajo de Del Pino y su grupo en lo del salmorejo pero, ahora mismo, lo que toca es dejarse de inventos nuevos y consolidar lo que ya se tiene. La Unesco no es como la pegatina del TripAdvisor que tienen todos los bares en la puerta. Es todo un poco más complicado. Y visto como están algunas zonas del Casco Histórico, los problemas generacionales que tienen los Patios o esa manía por dejar Medina Azahara siempre para mañana, lo que hay que hacer es centrarse en esos asuntos que se han conseguido, que han servido para la difusión y el dinerito pero que no se están llevando como merece. Que se nos pase la novelería para ser, por una vez, prudentes y realistas.

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