HISTORIA

El Ayuntamiento de Córdoba en los Jardines de La Victoria que se quedó en planos

El proyecto fue encargado por Antonio Alarcón Constant al estudio de Rafael de la Hoz y Gerardo Olivares, pero nunca salió adelante

Edificios planteados en La Victoria a mediados de los 70 del siglo pasado ABC

Aristóteles Moreno

CÓRDOBA proyectó edificar un Ayuntamiento de nueva planta en los Jardines de la Victoria. Fue en 1974. La sede consistorial iba a ocupar una espaciosa parcela en la trasera del hoy hotel Eurostars Palace, justo sobre el centro de educación vial infantil. El proyecto fue encargado por el último alcalde franquista, Antonio Alarcón Constant, al prestigioso estudio de arquitectura de Rafael de la Hoz y Gerardo Olivares. Los dos arquitectos trabajaron en un diseño innovador, que anticipaba las tendencias de fin de siglo, con tres plantas que se levantaban sobre un patio aéreo que hacía la función de plaza pública y dotaba al edificio de una singular transparencia, tal como se aprecia en los planos reproducidos en este reportaje.

Por razones no suficientemente aclaradas la propuesta municipal se aparcó y la carpeta con todos los planos fue archivada. Desde entonces ha dormido el sueño de los justos durante más de 40 años. Hasta que el Colegio de Arquitectos encargó en fechas recientes una monografía sobre Gerardo Olivares y en su voluminoso archivo apareció un misterioso cartapacio con la siguiente inscripción: «Paseo del General Primo de Rivera y República Argentina. Ayuntamiento. Anteproyecto. Nueva Sede». En su interior, descansaban intactos una decena de planos y bocetos de este sorprendente proyecto que nunca llegó a ver la luz. La carpeta permanece hoy bajo custodia del arquitecto José Carlos Rico, que participó en el trabajo monográfico de Gerardo Olivares.

La iniciativa municipal de Antonio Alarcón perseguía reubicar el centro de gravedad urbano hacia el ensanche de la ciudad y rescatar al Ayuntamiento del Casco Histórico, sometido entonces a un creciente tráfico rodado. «El proyecto resolvía muchos problemas», argumenta Gerardo Olivares al otro lado del teléfono. «Sobre todo de comunicaciones. El Ayuntamiento estaba en la zona de Capitulares. Era un lugar de mucho tráfico y sin aparcamientos», detalla. La nueva ubicación disponía de espacios abiertos, tenía aparcamientos suficientes y ofrecía ventajas con respecto al centro urbano.

«La ubicación era idea de Alarcón», afirma el arquitecto Gerardo Olivares

En los setenta, los Jardines de la Victoria se habían convertido en el espacio de interconexión de la Córdoba histórica con las nuevas zonas residenciales. «La ubicación era idea de Alarcón, creo recordar», asegura Olivares. «Ya se había pensado el traslado de la Feria y el nuevo Ayuntamiento iba a quedar en una zona próxima a la estación y al gran centro comercial de El Corte Inglés. Hubiera sido un acierto, sin duda», remacha Olivares.

Recreación del interior del Ayuntamiento de Córdoba ABC

El proyecto que alumbró el estudio de Olivares y De la Hoz sintonizó con la arquitectura más audaz del escaparate internacional de entonces. Se trataba de un cuerpo geométrico perfecto, abierto en su eje central, y sostenido sobre grandes pilares que servían de hueco de escaleras y ascensores. La planta baja estaba, por tanto, exenta y la sensación era la de una construcción sostenida en el aire. «El edificio estaba al día de los modelos arquitectónicos del momento», sostiene José Carlos Rico. Delante de la fachada, se extendían dos estanques de agua y una plaza pública que respiraba con el interior del Ayuntamiento. «Incluso hoy resulta un edificio vanguardista», recalca.

El nuevo Consistorio se iba a encontrar con una particularidad. Estaría situado en una isla verde rodeada de vías de circulación rápida. Para Olivares, esa circunstancia no representaba un desafío difícil de salvar. «Había soluciones para reorganizar aquel espacio, como por ejemplo construir pasos elevados», asegura. Y agrega: «No podría tratarse de una operación aislada, sino que había que reconsiderar el trazado vial» de toda la zona. «Era un mal menor», insiste Olivares. «La ventaja era que se le daba una centralidad pensando en el crecimiento de la ciudad».

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