Imposición del Ayuntamiento

Las asociaciones cordobesas de empresarios critican que se impongan cláusulas de género en la contratación

Creen que se debe valorar por méritos y no por el sexo de los empleados

La alcaldesa, Isabel Ambrosio, en la manifestación por el Día de la Mujer Trabajadora de 2017 VALERIO MERINO

R. Ruiz / J. Martínez

Podrían considerarse gestos de cara a la galería y hablar de ellos no mal, pero sí con cierta ambigüedad , supone la crucifixión social a muy corto plazo. Por eso, las organizaciones empresariales contactadas por este periódico han tenido que ir con pies de plomo a la hora de dar su opinión sobre las últimas medidas contractuales aprobadas por el Ayuntamiento y que, en teoría, van a servir para sumar más igualdad en materia de sexo.

El caso es que, tal y como ha adelantado este periódico, el Ayuntamiento ha empezado a exigir el uso del lenguaje no sexista (ya saben cordobeses y cordobesas, frente al genérico masculino cordobeses), como cláusula contractual de las vinculaciones que firma con empresas privadas a las que encarga servicios externos. Pero, además, según la última licitación de un contrato de servicio de comunicación del Instituto Municipal de Desarrollo Económico y Empleo ( Imdeec), «para la ejecución de los trabajos, al menos un 50% de las personas que los realicen deben ser mujeres».

Con independencia del pensamneto progresista que haya detrás, las organizaciones empresariales contactadas por este periódico, que en ningún momento se han mostrado en contra de una igualdad efectiva y real entre sexos, han coincidido en señalar que la discriminación positiva ni siempre es beneficiosa para la sociedad ni tampoco siquiera para las propias mujeres afectadas por el nuevo orden.

¿Qué dice la Confederación de Empresarios de Córdoba ( CECO ), que, por cierto se ha enterado de esto a través de este periódico? Muy sencillo. El mensaje que lanza a la sociedad y la Administración local es que «hoy por hoy, en bastantes casos de empresas lo deseable no es compatible con la realidad de algunas de estas firmas». Eso significa, ni más ni menos, que hay darle tiempo al tiempo para que de forma natural se vaya normalizando la diferencia, además de trabajar cada uno en su ámbito «para que termine siendo una realidad ».

En cuanto al lenguaje no sexista, las mismas fuentes de la patronal cordobesa han añadido que la « Real Academia es el ente autorizado para dirimir al respecto». Lo que de forma implícita, indica que se hará lo digan los que de verdad saben del lenguaje.

También la Asociación de Jóvenes Empresarios de Córdoba ( AJE ) tienen mucho que decir al respecto. Según su presidente, Francisco Castejón , «estamos claramente a favor de una contratación igualitaria entre mujeres y hombres, sin necesidad de que se imponga de forma obligatoria. «Estoy seguro de que a la hora de contratar nuestros asociados no miran ni cómo visten ni el sexo , por tanto lo que priman es el valor personal que va a entrar en la empresa y que la enriquecerá del mismo modo que lo hará a la persona que empieza a trabajar allí».

En palabras de Castejón, la mujer no necesita una discrimación positiva , porque lo que busca una empresa a la hora de contratar es ser lo más competitiva posible , y eso no lo da el hecho que sea un hombre o una mujer. «Por eso tenemos que mirar lo que ofrecen sus candidatos, con independencia de que sean hombre o mujeres, porque eso es lo que nos hará ser realmente competitivos».

Más lejos y claro fue el presidente de ATA en Andalucía , el cordobés Rafael Amor, quien lo primero que hizo fue recordar que en la Asociación de Trabajadores Autónomos de Córdoba, « el 90% de las 40 personas contratadas son mujeres y siempre teniendo en cuenta su valía y no su sexo». Pero en su opinión, son cuestiones ambas que no deben imponerse , sino que tienen que llegar de forma natural. «Nosotros ya elaboramos todas nuestras notas de prensa diferenciando entre masculino y femenino , pero quizá haya una parte de la sociedad, y no hablo de los hombres precisamente, que puede sentirse ofendida con tanta discriminación positiva, cuando lo que piden es una igualdad real, en la que se les valore por sus méritos y no por el sexo, como ya hacemos nosotros».

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