POLÍTICA

La alcaldesa de Córdoba gira hacia «las personas» para evitar complicarse el año que queda hasta las elecciones

Ambrosio relega polémicas como la Mezquita y proyecta una imagen centrada en los problemas reales

La alcaldesa de Córdoba, antes de un Pleno VALERIO MERINO

RAFAEL A. AGUILAR

Cambio de paso: vista a las personas en detrimento de la toma de decisiones que puedan complicar el camino hacia la reelección. El reloj electoral ha comenzado a funcionar a un año de la cita con las urnas para elegir alcalde. O alcaldesa. La titular del cargo desde junio de 2015, Isabel Ambrosio (PSOE), ha anunciado la semana pasada que volverá a ser la cabeza de lista socialista en 2019, y lo ha hecho justo cuando su toma de posición en cuestiones clave de la actualidad municipal ha virado hacia posiciones más moderadas que en la primera etapa de su mandato. Se trata de un movimiento calculado para distanciarse de Izquierda Unida, y de su portavoz municipal en concreto, Pedro García. Con el candidato del PP ya nombrado —sí, el jefe de filas en el Ayuntamiento, José María Bellido—, Ambrosio sabe que donde tiene que dar la batalla es en la fijación de una posición intermedia, alejada de los extremos. O de lo que ella considera extremos. La consigna interna machacar los términos que ella utilizó en la pasada campaña electoral y que ha mantenido en estos tres años: «El cambio tranquilo», «el gobierno de las personas».

Distanciamiento de Izquierda Unida

La necesidad de distanciarse de Izquierda Unida ha sobrevenido de una manera abrupta en las últimas semanas. Y ha acontecido a cuenta de la gestión de Pedro García en la Gerencia de Urbanismo, un área clave para el control del cogobierno y para sus relaciones con un sector estratégico: los empresarios. Todo ha venido a cuenta de los retrasos en la concesión de licencias, que han vuelto a poner sobre la mesa los colectivos afectados. Cuando la alcaldesa tuvo que responder ante la opinión pública acerca de estas demandas del sector de la construcción tiró directamente hacia su socio de gobierno, y de una manera sibilina, de las que duelen: anunció que en breve se reuniría con la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO) para hacerle «una propuesta específica sobre la actividad económica en la ciudad» y que incluía medidas para la agilización de la concesión de licencias en la Gerencia de Urbanismo.

La reunión aconteció el pasado 2 de mayo en el despacho de Ambrosio en el Ayuntamiento, al que acudió el presidente de CECO, Antonio Díaz, y donde la regidora le dio a conocer —en ausencia de Pedro García— un proyecto de ordenanza municipal de actividades económicas que pretende simplificar los trámites para la implantación de las actividades de esta naturaleza, además de acelerar la calificación ambiental y la concesión de licencias de obras.

El mensaje que lanza el equipo de la alcaldesa es que se ocupa de los problemas diarios y no de entelequias

El proyecto de Ambrosio y de su equipo tenía desde ese encuentro una foto que esgrimir para espantar su imagen antipática y batalladora en las causas ideológicas sin efectos reales en la gestión diaria. El mensaje es el siguiente: la alcaldesa se ocupa de los problemas diarios de los cordobeses y no de entelequias. Nada, por ejemplo, de empeñarse en cambiar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para sacar la factoría de Cosmos de la ciudad ni de desgastarse en polémicas estériles como la titularidad de la Mezquita-Catedral: lo importante es transmitir ideas constructivas, como que se preocupa por la creación de empleo. Porque si en algo es experta la titular del bastón de mando es en esquivar los charcos en los puede mancharse los zapatos. O en intentarlo. Problema del que no se habla, problema que no existe.

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