LA CUARESMA EN ABC

El patero del domingo | A la medida de tu alma, por Luis Miranda

Donde la convocan el azahar y los recuerdos tienes a la Semana Santa: pura, intensa, limpia, generosa

María Santísima de la Caridad, en su paso de palio un Martes Santo Miguel Ángel
Luis Miranda

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Si la Semana Santa es más sentir que ver, estás a un simple paseo de vivirla. Pura, intensa, limpia de pegatinas horteras, infinita, generosa, maternal, consoladora, dulce. Como la recuerdas, como la quieres. Pasa por Amador de los Ríos, por los naranjos de alguna calle de tu barrio, por el Paseo de la Victoria cuando vuelvas de trabajar, y allí la tienes. No tienes más que cerrar los ojos para notar cómo llega. En ese olor que tiene temperatura propia , que reconstruye el mundo, está la mejor Semana Santa.

La fiesta te entró por los ojos y los oídos, pero en realidad la hiciste en el corazón , y como el corazón es sabio, te la enseña cuando le apetece o cuando sabe que es necesario. Por eso volvías vacío de algunas procesiones extraordinarias y te extrañabas de que quisieras marcharte, porque la Semana Santa se aparece cuando quiere y casi siempre cuando es su tiempo. Te lo recuerdan las temperaturas adelantadas de estas noches y el azahar capaz de hacer callar a todos los tópicos gastados.

Entonces, cuando estás debajo de esa atmósfera que parece cálida como la espera ante la hoguera fragante de una fila de nazarenos con los cirios encendidos, cierras los ojos y la revives, más perfecta que nunca. La amasaste y la quisiste cuando faltaban muchos días, guardaste los recuerdos hermosos en el cofre minúsculo y no dejaste entrar las esperas insufribles ni los ratos a tambor. Estaba aquella bajada rápida y eterna de una noche de candelería gastada, pero no las horas de agobio en que piensas que la Semana Santa ya es una cosa que siempre disfrutan los demás. Conservas una noche en que una cofradía te hizo rezar más que nunca, pero no aquella otra bulla vulgar .

Porque allí donde la convocan el azahar y los recuerdos la tienes, tan tuya como la quieres, como recreada del verso de Góngora : «Mi alma os ha cortado a su medida». Y eso no habrá resfriado global que te lo quite.

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