CRÓNICA

Lunes Santo: Pasión de recién enamorado

ABC Córdoba recupera las crónicas en papel de Luis Miranda sobre la pasada Semana Santa

El misterio de Jesús de la Redención, por los Jardines de la Agricultura el Lunes Santo de Córdoba ROLDÁN SERRANO

LUIS MIRANDA

No había forma de separarse de la Semana Santa de Córdoba , costaba dejar a las cofradías a un lado. La cabeza sabía que tenía que atender otras cosas y el corazón pedía sin recato otra chicotá, un ratito más, otro momento de emoción antes de dejarla quizá hasta el año que viene o hasta buscar un hueco en este. Eran ansias de recién enamorados , cariños de parejas que se acaban de poner de acuerdo en que se quieren y ya no se imaginan la vida sin estar pegados.

El Lunes Santo el flechazo que se recibió el día de antes ya dejó todo el veneno fecundo en la sangre y el alma ya pide cofradías, sueña con el momento de ver a la primera, no quiere dejarla si no es para el trance casi angustioso de pensar cuál escogerá después y piensa al separarse si no será demasiado un año de espera hasta disfrutar otra vez de esa cofradía. Por eso había tantas sonrisas en las calles, por eso hasta los nazarenos de negro que terminaban apareciendo tenían la textura de un sueño cumplido.

Amaneció el día de calles anchas por las que se podía pasar con la cofradía de la mano, disfrutando la ancha tarde que ya invitaba a quitarse las prendas de abrigo. Lo hacían muchos, mirándola con candor y sin recato, cuando salió la Merced a las cuatro, y podían hacer estrecha la avenida de tanto como se pegaban a ella y no la dejaban sola ni un momento, porque una cofradía es sobre todo un cortejo que anda y no desespera, y la del Zumbacón sabe vencer a las distancias sin perder belleza y alegría.

La Virgen de la Merced, en su paso de palio el Lunes Santo de Córdoba VALERIO MERINO

Como el enamorado se queda otra vez prendado con el más pequeño cambio de aspecto, hubo quien abrió la boca con el Señor de la Coronación de Espinas , al que siempre se le recordaba con un friso de claveles de color rojo sangre y que ayer sorprendió con rosas de distintos tonos morados , aunque con esos espinos que se han hecho clásicos en los últimos años.

Contrastaban con muchos otros elementos en rojo; el principal la bella clámide con ricos bordados, y al sol fuerte de la tarde parecía que se evocaba Jerusalén y que al Señor lo torturaban con dolores terribles, y lo mismo que el enamorado mira y no deja de hacerlo, así muchos lo seguían por la ancha avenida para conmoverse otra vez por el cuerpo marcado por el sufrimiento que acaba de empezar.

En los ojos de la costumbre se había hecho un hueco la sencilla orfebrería, con sabor a Semanas Santas viejas, de los respiraderos de la Virgen y ayer se estrenaba el frontal, de entre los más personales de los últimos años: dibujo de Javier Sánchez de los Reyes , orfebrería de Manuel Valera y bordados en oro de Antonio Villar . Eso era lo que se veía cuando Santa María de la Merced todavía estaba lejos: al tenerla encima no había quien le quitara la vista. En el año del jubileo por el octavo centenario de la orden iba vestida con el hábito propio de este carisma, con el escapulario blanco y el manto del mismo color, resplandeciente con un tocado en que no brillaban más que sus lágrimas y su presencia poderosa. En la luz tan ancha de la tarde su palio era como un oasis fresco o como un jardín en que contemplarla y no parar.

Otros escogieron, muy poco tiempo después, pasear con la cofradía de la Estrella , que también tuvo que ganar metros camino de la carrera oficial, pero que no pudo evitar pasar por un sitio de enamorados como los Jardines de la Agricultura , con los centenarios árboles filtrando la luz de la tarde entre el abatimiento del Señor que afronta el juicio religioso con la incomprensión del que le escucha. Sin dejar de andar mucho, los costaleros de Jesús de la Redención se recreaban por allí como los que disfrutan de cada canción, en este caso las marchas impecables y clásicas de la agrupación musical de la cofradía. En su paso se había dispuesto un exorno floral que puede ser uno de los más refinados y originales, con mini-calas de entre rojo y morado.

La Virgen de la Estrella, en el Lunes Santo de la Semana Santa de Córdoba 2018 ROLDÁN SERRANO

Al otro lado de la fila de nazarenos azules llegaba la Virgen de la Estrella , con un original tocado, y era el momento para mirarla con la pasión de lo que se acaba de conocer, para adivinarle el dolor frontal y la dulzura de los perfiles. Había cambiado esta vez el rosa tan intenso que es había hecho característico por las rosas de tono achampanado, que se dice, y como el Señor, también avanzaba con pujanza y con mucho brío.

Los horarios les dieron una tregua: hasta casi las siete no estaban en la calle más que las dos primeras y se podía pasear de su mano como si no hubiera nada más en el mundo, que no lo había. Luego había que buscar a la Sentencia en una plaza llena de San Nicolás . Como el recién enamorado ve apasionantes todos los rasgos del rostro que le ha secado el seso, también era el momento de gustarse en el cortejo largo y bien formado de la cofradía y en los atributos hasta la complicada salida del Señor de la Sentencia , imponente con la túnica de rey que se le ha hecho ya indisociable. Los que esperaban en la plaza se lamentaban como el enamorado contrariado que la bulla les impidiera seguirlo otro rato más y les hiciera esperar a otro momento, como cualquiera en su sitio que se enamore del avance majetuoso y armónico según un compás fascinante como una fórmula secreta .

El misterio de la Sentencia avanza por la plaza de San Nicolás ÁLVARO CARMONA

Pero al poco estaba allí la Virgen y al sonar «Reina de San Nicolás» valía la pena mirarla, con ese sabor antiguo que le acentúa el palio de sabor romántico, cada vez más completo, y nada distraía de ese llanto que parece callado y que obliga a un amor que tiene que ser silencioso y recogido, más arrebatador a la luz de las velas de noche, cuando hay menos bullas y parece que el tiempo se ha detenido.

Casi en aquel momento se había puesto en la calle la Vera-Cruz , fiel a una estética que en muchas cosas no ha hecho más que enriquecerse sin variar. No dio este año ese rodeo por las calles del barrio, sino que fue directamente hacia el Puente Romano, y el enamorado joven y feliz que había cruzado el Guadalquivir avanzaba a grandes pasos junto al Señor de los Reyes y buscaba el sol ancho entre los faroles grandes de su paso.

La cofradía de la Vera-Cruz, por el Puente Romano en el Lunes Santo de Córdoba 2018 RAFAEL CARMONA

Un palio era a esas alturas para el alma lo que un vaso de besos para el cuerpo, y allí buscaba el espíritu a la V irgen del Dulce Nombre , delicada en el cofre de riquezas de su conjunto, y había que acompañarla, siempre a un lado, para que después el corazón no reprochara que no se había aprovechado bien el tiempo. No se libró la cofradía de un problema con el Señor, al que se le movió un brazo. El amor se hizo hondo y de silencio, porque también hay ternura donde no suenan las bandas ni son bienvenidas más que unas pocas palabras.

Era el momento en que a la luz todavía de la tarde nació la noche con Ánimas , y el deslumbrado con la Semana Santa entendió con buen criterio que todo aquello también era para amarlo. El Cristo que vela por los difuntos iba en realidad dormido y sereno, acunado por el «Miserere», con un tupido Calvario de flores donde predominaba el granate y su presencia era un consuelo para las heridas del alma, que también salen en Semana Santa.

El Cristo del Remedio de Ánimas, en su estación de penitencia del Lunes Santo ROLDÁN SERRANO

Se aparecía el recuerdo del inolvidable Pablo García Baena , siempre orgulloso de no tener que temer por la identidad de su cofradía. Otra vez se esperaba a que pasase tanta gente para volver a ver al Señor, aunque primero había que detenerse ante la Virgen de las Tristezas , toda delicadeza con los finos matices de su policromía recién recobrada. El ansia del recién enamorado reparaba en su estampa de verdad barroca y la admiraba sin descanso.

El Cristo de la Salud, al salir de la Trinidad el Lunes Santo de Córdoba VALERIO MERINO

Quedaba todavía el Vía Crucis , y en esta Semana Santa en que hay que callejear tanto, saborear rincones de la Córdoba antigua por los que se pasa muy pocas veces al año, acompañar al Cristo de la Salud era disfrutar dos veces, meterse en estreches dónde sólo su estampa de gran Crucificado que sabe de rezos muy antiguos. Por la noche de Córdoba, a esas horas tan recogida como un tambor ronco que resuena, se agotaban las prisas de enamorado de quien había consumido la jornada en las ansias de quien se acaba de prendar y le valía también el rezo sabroso en un rincón íntimo. Qué mejor que seguir amando.

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