SEMANA SANTA 2018

Frío y viento para acompañar en el duelo

Expiración, La Sed y Buena Muerte recorrieron las calles gaditanas

ANA MENDOZA / M. H.

El Viernes Santo solo tres hermandades realizaron en Cádiz su estación de penitencia. También por la mañana surgieron algunas dudas puesto que había llovido y los partes no eran demasiado favorables. Sin embargo el cielo se empezó a abrir. Hacía viento y frío y según la Aemet hasta pasada la medianoche no había agua. Así las cosas los representantes de las tres cofradías se reunieron en el Consejo con miembros de la Permanente y sobre las tres de la tarde indicaron que realizarían sus estaciones de penitencia.

Expiración, Siete Palabras y Buena Muerte pusieron una vez más el luto en las calles de Cádiz en un Viernes Santo, muy animado en cuanto a público a pesar de ser un día desapacible. La tarde llegaba tras una Madrugada en la que el Perdón no había podido concluir al completo su salida procesional por las inclemencias meteorológicas. Regresó la corporación de Santa Cruz y brilló en su breve pero intenso recorrido. Aunque el Perdón se quedó en la Seo sí que completaron los itinerarios previstos las hermandades del Jueves Santo que se recogieron de Madrugada.

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EXPIRACIÓN

Por segundo año consecutivo la hermandad con sede en la parroquia del Santo Ángel Custodio realizó su salida procesional desde Santa María ya que su templo castrense se encuentra cerrado y a la espera de unas obras que se plantearon urgentes y que sin embargo no llegan. Así las cosas y pese a estar temporalmente ubicados en Santa Catalina los Titulares, llegado el Viernes Santo Expiración parte desde la capilla del Nazareno por las dimensiones de los pasos. La corporación volvió a reunir a sus hermanos antes de iniciar su recorrido por las calles de Cádiz. La hermana mayor Elisa Montero vivía también su segunda salida como máxima responsable de la cofradía. Los nervios eran evidentes por la responsabilidad que supone.

En el interior del templo se forma el cortejo con los penitentes. Importante representación de la Guardia Civil con la que esta corporación está tan vinculada. El director espiritual César Sarmiento se dirige a los hermanos y reza con ellos para que den testimonio de fe por las calles, para que ese fervor sea un ejemplo para todos. A la hora prevista se abrieron las puertas del templo. En la calle hacía viento y mucho frío pero había numeroso público esperando ver este crucificado.

Cerca del paso del Señor se mostraba nervioso y emocionado el capataz Juanma Díaz. Se trata de un Viernes Santo muy especial para toda la cuadrilla del Cristo de Expiración que ha sufrido recientemente dos ausencias, una de ellas la de su anterior responsable, Paco Vázquez, que falleció el pasado mes de diciembre. Con el conmovedor recuerdo de Vázquez los cargadores se situaron listos para la maniobra de salida. Por la puerta de Santa María pasa a lo justo el impresionante paso de misterio por lo que la maniobra es compleja. Nuevamente la bella Imagen del siglo XVIII iba sobre un monte de claveles y a los pies del Cristo se encontraba el tricornio de gran gala de la Guardia Civil. Una rosa roja se eleva como símbolo de la sagre de Cristo. Después se procedió a elevar la cruz que hasta ese momento se encontraba tumbada.

Silencio absoluto, no hubo himno ni banda en señal de duelo. Con el paso ya preparado para iniciar el recorrido fue el hermano de Paco Vázquez, Manolo, con el martillo de su hermano, quien ordenó la primera levantá. Instante complicado para contener la emoción ante el recuerdo del quien fue líder y amigo en esta cuadrilla. Salió hacia el Campo del Sur el paso y solo entonces empezó a sonar Saeta que interpretó la agrupación musical Lágrimas de Dolores de San Fernando.

Tras el paso de misterio salieron las secciones de penitentes de la Virgen y en el interior de Santa María se empezó a mover el palio. Enorme este paso de estilo malagueño. Numerosas mantillas acompañaron a la Titular de la corporación. La cuadrilla se tuvo que emplear a fondo para la salida. Incluso se tuvo que demontar una parte de los respiraderos e igualmente las caídad. María Santísima de la Victoria iba exornada con flores en sitintos tonos de rosa. Llevaba el manto de terciopelo color cereza que ya lució en 2107 y que regaló hace treinta años un antiguo hermano mayor, Joaquín Díaz. El capataz José Antonio Moreno dirigió a los suyos y después de muchos esfuerzo lograron poner el palio en la calle. También silencio en señal de suelo y respeto. En esta ocasión sería el pregonero de la Semana Santa de 2016 Jesús Devesa quien tuvo en sus manos el martillo para ordenar la primera levantá.

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SIETE PALABRAS

Las puertas de la iglesia de la Merced Se volvían a abrir un día más en esta Semana Santa. Dos días después de que las palmas flamencas inundase la plaza de las canastas, la tarde se hacía silencio el Viernes Santo para recibir al Santísimo Cristo de la Sed.

El padre Balbino ofrecía las últimas palabras a los hermanos de esta corporación Que, con mucho trabajo y tesón, la sacan cada año adelante.

Tanto, que gracias también a la aportación de su cuadrilla de cargadores, han sacado adelante una nueva fase del paso de misterio, obra de Juan Carlos García.

La crestería frontal del paso y el juego de las tulipas de los candelabros, dando ya una idea de cómo quedará este paso de estilo renacentista que poco a poco va tomando forma.

Los primeros tramos de penitentes iban saliendo mientras que en el interior se iba adelantado el paso desde el altar hasta la puerta, dirigido por Francisco Molina. Confiando en un grupo humano comprometido, iban ocupando su lugar alrededor del paso para poder iniciar su camino por Cádiz una nueva Semana Santa.

En la presidencia tampoco faltó el encargado de realizar el pregón de las Siete Palabras, José Luis Piulestán, hermano mayor de la Merced.

Y llegó el momento de salir a la calle y encontrase su barrio con este conjunto escultórico de Luis González Rey y vestido por Iván Aragón, que de nuevo ha utilizado el estilo italiano para darle mayor esplendor a las imágenes.

Con un paso corto y con mucho cuidado salía el paso de la Merced en apenas 10 minutos.

Ahora llegaba el momento de poner patas y bajar faldones para comenzar su verdadera estación de penitencia.

Un camino acompañado por la banda del Soberano Poder de Alcalá de Guadaira de Sevilla.

Así comenzaba a andar una cofradía que lucha por seguir aumentando su número de hermanos y, sobre todo, ser un referente del Viernes Santo.

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BUENA MUERTE

Un clásico que enamora y emociona. Un silencio que cautiva. Una oscuridad que nos da la luz. El Santísimo Cristo de la Buena Muerte, quién dicen que podría haber sido tallado por Bernini iba a salir de juego a la calle. En el negro de la noche, como marcan sus estatutos, algo a lo que estamos acostumbrados. Aunque el próximo 7 de julio lo veremos con la luz de la tarde, cuando participe en el Vía crucis Diocesano.

Pero hoy era Viernes Santo, y sus hermanos esperaban en el interior del templo, también a oscuras, para iniciar su estación de penitencia.

Hermanos que suman décadas llevando el cirio al cuadril para acompañar al Cristo que amó Pemán o Cayetano del Toro.

Hermanos que guardan las normas de la cofradía de ir revestido por la calle, con el rostro tapado, para guardar este momento de penitencia.

Todo el recorrido a oscuras para esta corporación que hasta ahora ha conseguido no quedarse atrás en esa evolución que han tenido las cofradías gaditanas.

En apenas 30 minutos el capataz Pablo Lacave, daba la orden de salida del paso a los hermanos cargadores.

En un silencio respetuoso, sólo roto por alguna Saeta, subía la imagen del Cristo ante la mirada atenta de numeroso público.

Comenzaba a andar el mientras que los tramos de hermanos que acompañaban a la María Santísima del Mayor Dolor comenzaban a salir también del templo de San Agustín.

En su paso, y con la Candelería encendida el capataz, Joaquín Cortés comenzaba a ordenar llevar el paso hasta el Cancel de la puerta principal de la iglesia.

Con mucho mimo y esfuerzo, pasadas las 10 de la noche comenzaba a andar por la plaza de San Agustín con el sonido de las horquillas que sonaban a luto y pena.

En la oscuridad, apenas podía verse la restauración de la corona de la Virgen, que sólo se disfrutaba con la Candelería encendida.

Una cofradía que cierra un nuevo Viernes Santo a la espera de su participación en el Vía crucis Diocesano.

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