"Bebimos, gozamos, salimos a la calle, bailamos rap y todo tipo de ritmos africanos". Emmanuel, orgulloso de mostrar una pésima falsificación de un viejo chándal de España, explica cómo se vivió el arranque del Mundial en Soweto, el gueto que encarnó la segregación racial en Sudáfrica y en cuyos alrededores se levanta la inmensa calabaza del Soccer City. Adentrarse en el mayor 'township' del mundo, con cerca de cuatro millones de habitantes, supone una experiencia única. Sentimientos a flor de piel. Simbolismo puro, historia viva.

Acompañados de un colega y de un joven chófer contratado para la ocasión que se presenta junto a su fornido padre, la aventura resulta más sencilla. Pronto, el miedo se transforma en sorpresa. Los habitantes se paran, te saludan y desean suerte a España, a la que ven como subcampeona, superada, claro está, por los 'Bafana'. Sally se deja fotografiar en una 'barbería', un tenderete con techo y paredes de plástico. Un 'empleado' rapa sólo con maquinilla y sin la menor condición de higiene. Más 'lujoso', ya de uralita, es el 'Sandra's Hair Salon'. Los coches, algunos de alta gama, quizá de 'nuevos ricos' dedicados al tráfico de drogas, se mezclan con carros tirados por burros como medio de transporte.

"La gente es muy simpática. Nadie sabe organizar 'braiis' (barbacoas) y fiestas como las de Soweto", cuentan Victoria y Lourdes, dos guapas mozambiqueñas que se buscan la vida junto a uno de sus hijos, de apenas ocho años. Viajan aquí, compran ropa barata y luego la venden en su país. Mientras, sobreviven haciendo trenzas. Ciertamente, a las diez de la mañana ya huele a brasas. Hasta los niños asan cordero viejo a escasos diez metros de un basurero.

No es casualidad que en Soweto se abra y se cierre el Mundial y que en el estadio la 'Fábrica de los Sueños' del Orlando Pirates, el club más representativo del suburbio, Shakira y Juanes protagonizasen el pasado jueves el concierto de apertura. Al regreso se mató Zenani Mandela, bisnieta del Premio Nóbel de la Paz. Y en el Kaizer Chiefs, el otro 'grande' del barrio, fruto de una escisión del Orlando, milita Tshabalala, autor del primer gol del Mundial. Todo gira alrededor de este lugar que saltó a la primera página del mundo en 1976, cuando la policía disparó contra 10.000 estudiantes que se manifestaban contra el 'Apartheid'. La revuelta dejó 566 muertos, se convirtió en el símbolo de la brutalidad del régimen y desató sanciones internacionales.

Más de treinta años después, la imagen de neumáticos quemados sigue estando asociada a este lugar creado por el gobierno segregacionista como barrios exclusivamente para negros que proporcionaban mano de obra a la industria y a las familias blancas. No podían abrir negocios ni tenían derechos a comprar tierras. Se creó en una zona separada del centro de Johannesburgo por vertederos y un desierto, el mismo donde se construyó el Soccer City. Muy cerca se observa un paisaje repleto de antiguas minas de oro y de barracones de quienes las trabajaban.

Una nueva imagen

Presumen de que el suburbio ha cambiado de cara. Ya se asemeja a una ciudad, con parques, delimitados por neumáticos viejos, colegios y hasta una universidad. "Tenemos al fin las calles asfaltadas, un centro comercial y la criminalidad ha disminuido, Hay más respeto entre la gente", explica Garth Klein, un experto en planificación urbana.

Aunque las chabolas y la pobreza extrema continúan existiendo, la clase media negra emergente ha fabricado casas de cemento, todas valladas y con alambradas. Más o menos pobres pero casi todas con antenas parabólicas para ver fútbol, una religión aquí. Se ven algunas mansiones como la de Winnie Mandela, la ex mujer de 'Madiba'. Chalets con carteles de "Armed response", una empresa de seguridad local que intimida sólo con su nombre. A lo lejos, se divisa un campo de golf.

Cuando Mandela se convirtió en el primer presidente negro en 1994, tras las primeras elecciones multirraciales, Soweto sufrió una oleada de crímenes violentos. El nuevo gobierno mejoró el acceso a la electricidad y el agua, y un grupo de inversores creó el Soweto Hotel. Es el único de Soweto y pertenece a un organismo dependiente del gobierno. "Antes era un edificio de oficinas", relata Lerato Motobatshindi, su directora de operaciones. Calcula, sin embargo, que durante el Mundial habrá casas y albergues que darán cobijo a unos 5.000 visitantes.

Al lado de este centro se encuentra la Plaza Walter Sisulu, donde miles de personas se reunieron en 1955 para adoptar la Carta de la Libertad. Las diez cláusulas del documento se pueden leer en el interior de la residencia.

Las personalidades

En el 'South Western Townships' han residido en algún momento de sus vidas Nelson Mandela y Desmond Tutu . Muchos jugadores sudaricanos han salido de este gueto, como Jomo Somo, Motaung, Doctor Khumalo y Lucas Radebe. "Para sentir el fútbol y conocer una forma diferente de ver el Mundial hay que conocer Soweto", cuenta el ex jugador del Leeds, considerado el mejor defensa sudafricano de la historia.

Lejos de los barrios residenciales blancos, donde el rugby y el cricket son los reyes, el gobierno ha construido nuevos espacios públicos como el Thokoza Park o el museo Héctor Peterson, que recuerda a la sublevación del 76 y lleva el nombre de un niño de 12 años que murió durante los disturbios. Y por su puesto, el visitado museo de Nelson Mandela, junto al que se disfruta de una actuación de 'Tswana Dance'.