Todo lo que debes saber si quieres ir a Andorra

El invierno andorrano está lleno de atractivos en el país de los Pirineos. Para los que esquían y para los que no

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  1. Culto al cuerpo

    Complejo del Centro Termolúdico Caldea, en Andorra
    Complejo del Centro Termolúdico Caldea, en Andorra - FOTOS: ALICIA ARAGÓN

    Parece que si no eres un fanático de los deportes de invierno, el turismo en determinados lugares carece de sentido. Enclaves a tiro de piedra como Andorra ofrecen al visitante un sinfín de actividades que no exigen haber nacido encima de unos esquís. En sus casi 500 km2, a mitad de camino entre España y Francia, sus algo más de 70.000 habitantes hacen gala de una extraordinaria hospitalidad que no solo te sorprenderá gratamente, sino que hará que repitas.

    Más allá de las (inevitables) compras y de ser una de las referencias del wellness termal, Andorra también conquista al viajero por el paladar y por el intelecto, gracias a su buena mesa, sus tradiciones y su herencia cultural y política. Si bien algunas de estas sugerencias tienen como telón de fondo sus blancas montañas, también hay planes urbanos que tienen muy buena pinta.

    Culto al cuerpo

    La tradición termal en Andorra tiene a Caldea como bandera. Su gran piscina interior es un lujo para el relax. Esta enorme laguna se completa con jacuzzis y cascadas cervicales, además de conectar con un espacio exterior donde seguir disfrutando del agua a una temperatura excelente con la nieve alrededor. Al edificio se le ha añadido una nueva y sofisticada zona llamada Inúu para una experiencia más personalizada solo para adultos.

    Aunque este complejo termolúdico es la estrella del après-ski andorrano, los spas de los hoteles son una estupenda alternativa. El circuito de aguas del hotel Plaza, en Andorra la Vella, está compuesto por una piscina con varios chorros, cascadas y camas de burbujas. También hay duchas escocesas y cromáticas, fuente de hielo, sauna finlandesa y hamán. Completa el recorrido con un masaje descontracturante y no te arrepentirás.

  2. El paraíso del shopping

    Si te has propuesto quemar tu tarjeta, nada mejor que dejarse caer por la avenida Meritxell, la arteria comercial de la capital del principado. La compra de varios perfumes y otros productos cosméticos como tratamientos faciales o corporales es casi obligada, dado que el descuento alcanza el 40% frente a los mismos productos comprados en España. Existen muchas tiendas de cadenas como Gala y Julia en las que encontrar miles de productos en un solo lugar.

    Los fumadores encuentran en Andorra un excelente ahorro para su vicio. Los cartones de tabaco de las marcas habituales están prácticamente a mitad de precio, pero recuerda que el límite en la aduana es de 300 cigarrillos. En cuanto a las bebidas espirituosas, también resultan económicas, tanto en los supermercados como en las bodegas especializadas. La obligación de declarar depende de la graduación, moviéndose entre los 3 y los 5 litros.

  3. Nieve activa

    Grandavaliria y Vallnord son las dos estaciones de las que presume Andorra. La primera es la más grande, dado que posee 210 km esquiables frente a los 93 de la segunda. Grandvaliria está divida en seis sectores entre los que encontramos tres snowparks -uno de ellos nocturno-, itinerarios fuera de pista y cinco áreas infantiles tematizadas. En cuanto a Vallnord, tiene tres sectores y multitud de servicios.

    El listado de actividades de aventura para las que no necesitarás ponerte los esquís es muy amplio: tiro con arco, raquetas, construcción de iglús, paintball… Una de las experiencias más emocionantes es la moto de nieve, que manejarás con soltura en apenas unos minutos. En Grandavaliria se alquilan durante media hora por 58 euros en Soldeu y por 70 en Grau Roig. Date un paseo por un recorrido de impacto en plena montaña.

  4. La vida cotidiana

    Casa Rull
    Casa Rull

    En la Casa Rull, ubicada en la parroquia de La Massana, duerme la historia viva de la familia andorrana más tradicional. El edificio original fue levantado en el siglo XVII, pero se modificó a lo largo del tiempo para acomodar a sus habitantes y que estos desarrollaran dentro de sus muros diferentes tareas cotidianas, desde el secado de tabaco a la producción de pan. Actualmente, la estructura consta de planta baja, dos alturas y un desván en la parte de arriba.

    La visita a esta vivienda convertida en museo nos pone en contacto con los roles domésticos de los Perich un día cualquiera de entre finales del siglo XIX y principios del XX. El nacimiento, la infancia, la boda o la muerte son explicados por grabaciones según se va de habitación a habitación, así como los principales medios para ganarse la vida y autoabastecerse en un entorno rural.

  5. Déjate llevar

    Los bellos entornos nevados de este rincón de los Pirineos también se disfrutan de otros modos que requieren un menor esfuerzo físico, o incluso nulo. El mushing te permitirá verte envuelto de parajes espectaculares gracias a la fuerza y resistencia de los perros. Los trineos son arrastrados por alaskanos acostumbrados a interactuar con personas, pero que se concentran al 100% en su trabajo.

    Los recorridos están debidamente señalizados, tanto en El Tarter como en Grau Roig, dentro de Grandavalira. En el primero de los sectores, concretamente en Riba Escorxada, la actividad se limita a hacer de musher o darse un paseo durante media hora por 34 euros. Sin embargo, en el centro de actividades de aventura de Grau Roig hay recorridos biplaza para adultos y niños, así como c

  6. Un trozo de historia

    Casa de la Vall
    Casa de la Vall

    Un conjunto de figuras formado por siete poetas, obra del escultor Jordi Plensa, vigila desde las alturas al lado del edificio que alberga el actual parlamento. Pero antes de que el Consell General quedara ubicado aquí, la Casa de la Vall, prácticamente al lado de la nueva construcción, era el lugar donde se celebraban las sesiones plenarias. Proyectada en 1580, en sus orígenes fue el hogar de la familia Busquets. En 1702 fue comprado por el Gobierno.

    En el antiguo comedor se ubicó la «sala de los pasos perdidos», donde esperaban los parlamentarios. La habitación donde se ponían de relieve las cuestiones que atañaban a los andorranos tiene forma de coro eclesiástico. En la cocina, llama la atención el detalle curioso de unas baldosas cerámicas con la virgen del Carmen, en honor a la cocinera de los políticos. También es interesante el tribunal donde se juzgaban los delitos.

  7. Comer, beber y descansar

    No hay nada indigno en viajar para, simplemente, no hacer nada y no buscar nada en concreto. Planificar el día al dedillo para empalmar museo tras museo te honra, pero hacer una escapada también es evadirse y dejarse mimar. En Andorra, la buena mesa se da la mano con el sueño reparador, y para gozar de ambos, no hace falta moverse, dado que la oferta hotelera cumple ambas expectativas a la perfección.

    El hotel Plaza es un excelente ejemplo de gastronomía y servicio. La restauración corre a cargo del chef Sergi Jerónimo, capaz de agradar a los paladares más refinados. Anímate a degustar en la cafetería un relajante té, un delicioso gintonic o un selecto vino. A la hora de dormir, sus 90 habitaciones están equipadas con el máximo confort. Si vienes con niños, no te pierdas el Holiday Inn o el Ski Plaza. Tus hijos fliparán con sus habitaciones tematizadas.

  8. Productos exclusivos

    Jarabe de abeto Nectum
    Jarabe de abeto Nectum

    El cocinero francés Christian Zanchetta llegó hace algo más de 20 años a Andorra. Fue el responsable de darle la única estrella Michelin que hasta hoy ha ganado un restaurante andorrano: el Aquarius, dentro de Caldea. Tras cerrar aquella etapa, emocionante pero altamente estresante, decidió lanzarse a un nuevo reto. El resultado ha sido el Rebost del Padrí, un espacio que combina librería, tienda gourmet y restaurante para solo 8 comensales.

    La mayoría de los productos que llegan al público están controlados desde el origen gracias a una huerta y obrador propios. Uno de sus productos estrella es el jarabe de abeto Nectum. Fiel a una receta de siglos, este brebaje multiusos lo mismo te calma la tos que endulza un yogur natural. Un líquido de curandero local que actúa como antiséptico y expectorante, pero que también le da un toque increíble a cualquier plato.

  9. Arquitectura románica sacra

    El románico ha dejado huella en estos paisajes montañosos. Los valles y las laderas están salpicados con alrededor de 40 templos religiosos. Sus muros han sido testigos del desarrollo y crecimiento de las comunidades rurales. Estas iglesias datan de los siglos XI y XII y se caracterizan por tener líneas sencillas. Destacan aquellas que se despliegan en una nave rectangular con ábside semicircular y campanario lombardo.

    El conjunto histórico de les Bons encierra la iglesia de Sant Romà, que conserva pinturas y retablos góticos, además de la mesa del altar de piedra. Santa Coloma es singular porque es la única iglesia andorrana cuyo campanario lombardo, de 18 m de altura, es redondo. También es bastante peculiar Sant Miquel d´Engolasters, debido a la relación desproporcionada existente entre su nave y su campanario.

  10. Niños, bienvenidos

    Pista de Gel y Naturlandia.
    Pista de Gel y Naturlandia.

    Si tienes hijos, no temas porque se lo van a pasar fenomenal en Andorra. Naturlandia, en Sant Julià de Lòria, es un lugar lleno de aventuras donde los más pequeños estarán a sus anchas. La oferta es enorme: camas elásticas, castillos hinchables, tubbing, tobotronc, trineos, talleres infantiles, parque de animales, tirolinas, minigolf, ponis, tiro con arco, circuitos en buggy y en jeep, motos de nieve, paintball…

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