Atardecer en la playa de la Concha, en San Sebasgián
Atardecer en la playa de la Concha, en San Sebasgián - @JFALONSO
SAN SEBASTIÁN

Cómo exprimir 48 horas en la Capital Europea de la Cultura 2016

El visitante puede rastrear la ciudad que eligieron los reyes para tomar baños de mar y recorrer la ciudad más moderna

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  1. Primera mañana, tres kilómetros de bahía

    San Sebastián desde el Monte Igueldo
    San Sebastián desde el Monte Igueldo - @JFALONSO

    Un día para rastrear la ciudad de siempre, la que eligieron los reyes para tomar baños de mar en la Concha. Y otro para recorrer la ciudad más actual, que se renueva y reinventa aguijada por el reto de ser Capital Europea de la Cultura 2016. Capital de la cultura que se ve y se oye en museos, teatros, cines y estos días también en la calle, porque no hay lugar donde los tambores no resuenen durante la Tamborrada. La otra cultura, la que se come, acompaña a una cita tan importante mostrando su mejor cara. Aprovecha la ocasión para vivir y conocer la Donostia más festiva.

    Tres kilómetros de bahía

    Isabel II podía haber seguido veraneando en La Granja como habían hecho los Borbones desde que llegaron a España, pero un día su médico de cámara le recetó baños de mar y se fue a tomarlos a Donostia. En bañador la sorprendió la Revolución de 1868, la Gloriosa, que no fue una forma muy gloriosa de perder la corona, pero lejos de cogerle manía a esta ciudad, la realeza la siguió honrando con su presencia, a tal extremo que María Cristina instaló en ella la Corte y el Gobierno del país dos meses al año. Han cambiado muchas cosas últimamente en Donostia (como veremos mañana), pero hay lugares (los que vamos a ver hoy) que siguen conservando el aire y el decorado de la Belle Époque; bella época para Donostia, sí señor.

    10.00 horas. Bahía de la Concha

    Para empezar un día tradicional, nada como pasear por la bahía de la Concha junto a los donostiarras. A éstos se les distingue de los de fuera porque presumen (con razón) de orgullo urbano y van hablando con sus acompañantes de la Quincena Musical y saludando a diestro y siniestro con un «¡epa!». Es un buen recorrido el que tiene la bahía: tres kilómetros justos. Un paseo que iniciamos en el extremo occidental, junto al Peine del Viento, la obra más famosa de Chillida y uno de los iconos más reconocibles de la ciudad [ahora con el acceso cerrado, en fase de obras de estabilización de la ladera]. Los días de marejada, el lugar se pone a tope de gente que viene a ver romper las olas. Incrédulos, los forasteros oyen a los vecinos contar cómo, con las mareas vivas, se puede pasar caminando a la isla de Santa Clara. Viendo el mar embravecido, parece un milagro del Antiguo Testamento.

    10.30 Un funicular de 1912

    Muy cerca del Peine del Viento, detrás del Real Club de Tenis, nos aguarda el funicular de madera que, desde 1912, asciende al monte Igeldo. Arriba hay un parque de atracciones de los que ya no quedan, con ponis, salas de espejos, una travesía en barca por un río misterioso o en vagoneta por una montaña suiza, casetas de tiro y de venta de golosinas… El monte ofrece también la mejor vista de la ciudad, la bahía de la Concha y la isla de Santa Clara. Hay que tener en cuenta que el parque no abre hasta las 11.00 o 11.30 (depende de la temporada). Si vamos con niños, esperaremos y echaremos aquí la mañana. Si no, disfrutaremos del panorama y bajaremos en el siguiente funicular.

    11.30 Recuerdos de la Belle Époque

    Continuamos recorriendo la bahía por el paseo que bordea la señorial playa de Ondarreta. Esta playa está separada de la de la Concha por el pico del Loro, como se conoce el extremo del promontorio sobre el que se alza el palacio real de Miramar, construido a finales del siglo XIX en estilo ‘cottage’ inglés reina Ana. Mucho antes hubo aquí una capilla consagrada a la Virgen de Loreto. De ahí debió venir, por confusión, el llamarle Loro al lugar porque papagayos, en Donostia, hay pocos. Una vez franqueado el pico del Loro a través de un túnel, salimos al paseo de la Concha, con vistas a la playa urbana más famosa de España y con dos lugares que recuerdan vivamente la Belle Époque: La Perla, antiguo balneario de la aristocracia y hoy moderno centro de talasoterapia, y el Hotel De Londres y de Inglaterra, levantado en 1863. También evocador de aquella época feliz y un tanto frívola es el actual Ayuntamiento, que se alza al final del paseo, mirando a los tamarindos del parque Alderdi-Eder (lugar hermoso, en vasco). Actual porque lo es desde 1947; antes, desde 1887, fue casino. Mata Hari, Trotsky y el barón de Rothschild se jugaron aquí los cuartos a la ruleta, los caballitos y el chemin de fer. Nativos no entraban apenas pero, por si acaso, las boinas y las alpargatas estaban prohibidas.

    El monte Igeldo ofrece la mejor vista de la ciudad, una espectacular panorámica de la bahía de la Concha y la isla de Santa Clara

    12.30 En motora a la isla de Santa Clara

    Para completar el clásico paseo por la bahía, solo nos queda acercarnos al muelle, como llaman los donostiarras al puerto viejo, y visitar el Aquarium, que es una de las instituciones más venerables y queridas de la ciudad, pero que de vieja ya sólo tiene el año de fundación (1928), porque tras la reforma dirigida por los arquitectos Ángel de la Hoz y Cristina Fontán, es un acuario muy moderno. Del muelle salen en verano las tradicionales motoras que llevan a la isla de Santa Clara, donde hay un faro y una playita encantadora, de sólo 30 metros, sendas y merenderos.

    Fuente: Guía Repsol

  2. Primera tarde. Gastronomía en plato pequeño

    De pintxos en la calle 31 de agosto de San Sebastián
    De pintxos en la calle 31 de agosto de San Sebastián - @JFALONSO

    14.00 Estrellas de la gastronomía vasca

    Pegado al Aquarium está Bokado, un lugar muy recomendable para comer, con una terraza magnífica con vistas a la isla de Santa Clara. También al lado del puerto, tenemos el restaurante Kokotxa, que aúna tradición y vanguardia. Aunque la opción más acorde con el plan que nos hemos propuesto hoy es Branka, con ventanales sobre el mismo Peine del Viento. Si buscamos la excelencia, aunque no quede muy céntrica (a 4 o 5 kilómetros de la Concha), iremos a Arzak, a Mirador de Ulía o a Xarma. Y si queremos lo mejor, aunque haya que buscarlo fuera de la ciudad, elegiremos Akelarre, Martín Berasategui o Mugaritz. Todos ellos son espacios estelares de la gastronomía que justifican, por sí solos, el viaje a Donostia.

    16.30 En busca del rayo verde

    Otro lugar clasiquísimo, al que podemos arrimarnos por la tarde dando un paseo por el Boulevard, es el teatro Victoria Eugenia, que un siglo después de su inauguración (1912) está como a estrenar, pues ha sido restaurado y remodelado con la más moderna tecnología. Sólo por ver las pinturas que decoran la bóveda, el cuarto chino y el foyer, merece la pena asistir a una función. Consultemos, pues, la programación antes de venir. También es posible ver el teatro por dentro si nos apuntamos a la ruta romántica que, todos los sábados, organiza la Oficina de Turismo. Más fácil es curiosear en el vecino Hotel María Cristina. Sólo hay que entrar a tomar un café (es la hora, por cierto) para pisar la misma alfombra y el mismo vestíbulo que las estrellas del Festival de Cine.

    [Relacionado: en busca de los mejores asadores del País Vasco.]

    Podemos prolongar el paseo subiendo por el río Urumea hasta el puente de María Cristina y allí doblar a la derecha para acercarnos a la plaza del Buen Pastor, la de la catedral. Aquí desemboca la calle Loiola, idónea para el «shopping». Y aquí tiene una de sus pastelerías Otaegui, casa que lleva endulzando la vida de los donostiarras desde 1886. Tras degustar alguna de sus especialidades (petit-choux, relámpagos, milhojas, canutillos, merengues de café, borrachos, tocinos, pantxineta, pastel vasco…), volveremos a la Concha para tratar de ver el famoso «rayo verde», el último rayo de sol del día antes de que éste se pierda en el horizonte.

    20.30 De pintxos en lo viejo

    Casco antiguo de San Sebastián
    Casco antiguo de San Sebastián - @JFALONSO

    Así, «lo viejo», le llaman los donostiarras al casco antiguo, el lugar con más pintxos por metro cuadrado del universo. Sólo la calle 31 de Agosto, pegada al monte Urgull, podría competir en variedad y calidad con las mejores barras de muchas grandes capitales. En el número 7 se encuentra La Cepa, una de las tabernas con más solera, que lleva desde 1948 haciendo del poteo algo sublime. En el número 3, La Viña, a donde muchos vienen sólo para tomar el postre: tarta de queso. A Fuego Negro, en el 31, es famoso por su hamburguesita de Kobe. En el número 23, otro clásico, el Gandarias. Para redondear la orgía de pintxos, tampoco hay que olvidar La Cuchara de San Telmo (en el número 28), con sus carrilleras, foie, cochinillo… y Ganbara.

    22.00 Jazz, disco y ruleta

    En julio se celebra un importante festival de jazz, todo un clásico (la primera edición fue en 1966) que tiene como escenario principal la plaza de la Trinidad. Dos locales imprescindibles para los forofos de esta música son Altxerri y Etxekalte. Los que son más de discoteca, pueden amanecer mirando a la Concha en La Rotonda y Bataplán. Y los que les gusta jugar, desde que el Ayuntamiento es solo Ayuntamiento, han de ir al Casino Kursaal.

    Fuente: Guía Repsol

  3. Segunda mañana. Entre surferos y pavos

    Playa de Zurriola
    Playa de Zurriola

    9.00 Surf en la Zurriola

    Ayer vimos tres playas: la de Ondarreta, la de la Concha y la diminuta de la isla de Santa Clara. Hoy vamos a cruzar el río Urumea para ver la cuarta, la de Zurriola, y cabalgar sobre sus olas. Si sabemos surfear, eso que llevamos ganado. Si no, Pukas Surf Eskola nos ofrece cursos de fin de semana y alquila material. Donostia ha acogido los campeonatos mundiales y europeos de este deporte. Incluso un evento rinde homenaje a su cultura urbana. Proyecciones, mercadillos y música al aire libre, en el Surfilm Festibal, de mayo a septiembre. Detrás de la Zurriola se yerguen, como dos icebergs varados en la playa, los cubos ideados por Rafael Moneo para el centro de convenciones y auditorio del Kursaal, que hay que volver a ver de noche, cuando se iluminan como dos cajas incandescentes y, ya que estamos, cenar en Ni Neu, del mismo grupo que el Mugaritz. El barrio de Gros, el más cercano a esta playa, es ahora el más vital de la ciudad y el más deseado para picotear y terracear viendo a los surferos adentrándose en el mar con sus tablas.

    10.30 Un parque muy ecológico

    Ya que hemos empezado el día con energía, podemos seguir con ella dando pedales por la ciudad. Hay más de 30 kilómetros de bidegorris o carriles bici, numerosas empresas de alquiler y un sistema de préstamo público. Mapas y direcciones, en la página de movilidad sostenible del Ayuntamiento. Podemos dar una vuelta en bici por los paseos marítimos y por las márgenes del Urumea. Y acercarnos al parque Cristina Enea para conocer estos románticos jardines, poblados por árboles exóticos, cisnes y pavos reales, que se extienden sobre 94.960 metros cuadrados de la península que describe el último meandro del Urumea antes de desembocar en el mar. Dentro, en el palacio del duque de Mandas, la Fundación Cristina Enea removerá nuestra conciencia ecológica con sus actividades de sensibilización medioambiental: aulas, talleres, rutas guiadas (también en bici) y exposiciones sobre el cambio climático, consumo sostenible… Junto al parque, por cierto, va tomando cuerpo el proyecto Tabakalera, una antigua fábrica de Celtas y Ducados que abandonó sus malos hábitos para convertirse en factoría de arte contemporáneo e hito de la Capital Europea de la Cultura 2016.

    12.30 Los jardines verticales de San Telmo

    Otro hito cultural es el renovado Museo San Telmo. Este antiguo convento dominico, cuartel y museo municipal ha sido ampliado y remozado por los arquitectos Nieto y Sobejano, que han apostado por una fachada de jardines verticales que impacta sin romper del todo con la verde falda del monte Urgull. También se ha renovado el concepto: ahora es Museo de Sociedad Vasca y Ciudadanía, que aborda la historia, la cultura y los retos futuros de esta comunidad con un lenguaje museográfico contemporáneo.

    Fuente: Guía Repsol

  4. Segunda tarde. Un paseo de ciencia

    Basque Culinary Center
    Basque Culinary Center

    14.00 Menú del día en la universidad

    Vamos a comer un menú del día, pero no en un restaurante cualquiera, sino en el Basque Culinary Center, universidad de ciencias gastronómicas que abrió sus aulas en 2011 en el Parque Tecnológico Miramón, donde los jóvenes se forman, investigan, innovan y utilizan las nuevas tecnologías para superar el tópico de la nueva cocina vasca de los ochenta. Además de alucinar con el edificio diseñado por el estudio Vaumm, que recuerda una pila de platos vacíos y desordenados, probaremos en la cafetería lo que cocinan los futuros Arzaks. Los fines de semana, que no hay clases (ni, por tanto, menú), la alternativa, en el mismo parque Miramón, es el restaurante Arbelaitz, uno de los mejores de esta ciudad donde comer mal es complicado.

    15.30 Viaje familiar al espacio

    Lo de venir al parque Miramón no es sólo por comer, sino también por visitar el Museo de la Ciencia Eureka!, donde hay juegos y experimentos, planetario, observatorio astronómico y simuladores para pilotar un fórmula 1 o viajar en familia al espacio. Espectacular, la sala Plastination, donde se exhiben cuerpos humanos que han sido preservados de la putrefacción mediante el método de la plastinación, inventado en 1977 por el anatomista alemán Gunther von Hagens, conocido como ‘Doctor Muerte’.

    18.00 Compras de moda

    Un buen ejemplo de lo modernos que pueden llegar a ser en Donosti es Noventa Grados, una multitienda que ofrece propuestas de los diseñadores de moda más ‘cool’ y, en el mismo espacio, el salón de belleza más avanzado de la ciudad. Todo de lujo, eso sí. Además acoge exposiciones, presentaciones de libros, conciertos de jazz… Para presupuestos menos holgados está Apartamento 14, donde hay ropa de aire retro para chicas y para chicos, mercadillos de segunda mano, conciertos… Moda más alternativa, con los diseños propios de la Fábrica de Colores, en Zabaleta, 43.

    Si la moda nos interesa, sacaremos tiempo a lo largo de este día o del anterior para escaparnos a Getaria (a 25 kilómetros al oeste de San Sebastián) y visitar el Museo Cristóbal Balenciaga. Inaugurado en 2011, este espectacular museo dedicado al famoso modisto e hijo más universal de la localidad, después de Juan Sebastián Elcano, atesora 1.200 trajes y complementos que muestra de forma rotatoria.

    Fuente: Guía Repsol

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