¿Qué hace esta escalera en una ventana del Santo Sepulcro desde 1757?

Es uno de los secretos poco conocidos del gran templo de Jerusalén. He aquí el porqué de este y otros enigmas

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  1. La escalera inamovible

    A través del bazar de la ciudad vieja de Jerusalén se accede a la Iglesia del Santo Sepulcro, para muchos el templo más importante de la Cristiandad. Habremos recorrido antes las estrechas calles de un barrio repleto de vendedores, peregrinos y souvenirs religiosos para sorprendernos finalmente en una amplia plaza con la fachada de esta iglesia reconstruida por los cruzados con la mitad de sus dimensiones originales. Sólo unos veinte monjes pernoctan habitualmente en la basílica, pero la visita que realizan los fieles durante el día es, sin duda, una de las experiencias más emocionantes e intensas que se pueden vivir en la ciudad santa.

    La escalera

    Una vieja escalera situada bajo el alfeizar de la ventana superior derecha de la fachada de la Iglesia del Santo Sepulcro es el principal testimonio que prueba la rivalidad entre las seis comunidades religiosas de las que depende el templo cristiano más emblemático de Jerusalén. Hecha de madera de cedro, de procedencia presumiblemente libanesa, ha estado colocada en esta misma ubicación desde 1757 y solo ha sido desplazada en alguna mudanza ocasional. El porqué de esta insólita presencia hay que buscarlo en el hecho de que se ubica en una zona común del templo y, por lo tanto, ningún clérigo de las diferentes comunidades puede variar, mover o modificar su emplazamiento. Ni siquiera para este asunto liviano -retirar una vieja escala- se han podido poner de acuerdo griegos ortodoxos, latinos, armenios y el resto de las confesiones cristianas presentes en este santuario erigido en el mismo lugar donde Jesucristo fue crucificado, enterrado y resucitado.

  2. La piedra de la unción

    Nada más entrar en la basílica nos encontramos con esta piedra que recuerda el rito de la unción del cuerpo sin vida de Jesús. La piedra es venerada fundamentalmente por los peregrinos ortodoxos que se arrodillan ante ella para orar y llorar mostrando su fe ante todos los presentes. Los fieles recogen, incluso, las gotas que rebosan de una fila de lámparas blancas de aceite, aportadas por armenios, coptos, griegos y latinos, para humedecer pañuelos y rosarios en una llamativa estampa que se produce delante de un moderno mosaico situado detrás de la piedra. Este mosaico recrea escenas que representan el recorrido de Jesús, cuando fue bajado de la cruz, su unción con aceites perfumados y su instalación en el sepulcro.

  3. Dos capillas en el Monte del Calvario

    A la derecha de la piedra de unción, unas estrechas escaleras conducen a lo alto de un antiguo montículo rocoso, el Gólgota o el Monte del Calvario, donde se asegura que Jesucristo fue crucificado. Hoy es el sitio más visitado y más ricamente decorado de toda la iglesia. Tras ascender al lugar de la roca donde fue clavada la cruz destaca, a la izquierda, la habitual cola de fieles ortodoxos que esperan en la Capilla del Gólgota o del Calvario para arrodillarse, tocar y besar la santa roca protegida por un cristal. Hay dos grietas visibles en la roca y, según el Evangelio, surgieron tras el terremoto que sucedió tras la muerte de Cristo. A la derecha de esta planta superior hay otra nave más modesta en la que se ofician la X y la XI estación del Vía Crucis, recordando cuando le quitaron los vestidos a Jesús y sus últimos momentos en la cruz. Es la capilla de la Crucifixión, propiedad de los latinos, y está presidida por una imagen de Cristo en la cruz y unas sencillas velas.

  4. Las llaves de la basílica

    Interior de la basílica del Santo Sepulcro
    Interior de la basílica del Santo Sepulcro

    Aunque nadie controla la entrada principal de la basílica, desde hace siglos dos familias árabes ostentan el privilegio de abrir y cerrar la puerta del edificio. Saladino otorgó esta responsabilidad a la familia musulmana Nuseibeh y siglos después los otomanos confiaron la custodia de las llaves del Santo Sepulcro a la familia Al-Goudia Judeh. Sus descendientes son los que tienen en la actualidad el privilegio de la custodia de la puerta de la basílica, que se abre según los horarios de las tres comunidades principales del templo: latinos, griegos y armenios. Todos ellos cumplen la misma ceremonia cada mañana y cada tarde, transmitida de generación en generación. Para abrirla el guardián golpea la puerta con sus nudillos y un monje hace pasar una escalera de mano a través de un ventanuco que permite abrir un cerrojo situado en lo más alto de la puerta. Con una pequeña presión el acceso queda libre. Lo primero que se ve al entrar a la iglesia son los bancos de la entrada que utilizan habitualmente los «porteros musulmanes», a los que se puede observar en algunos momentos del día, siempre sentados en estos modestos aposentos.

  5. El Edículo

    Más de una hora de la larga cola es necesaria habitualmente para penetrar en el Santo Sepulcro, el lugar más sagrado que siempre protegen y custodian los sacerdotes ortodoxos. Según la tradición, se construyó por orden de la emperatriz Elena, madre de Constantino I, en el lugar donde Cristo fue enterrado y resucitó a los tres días. A lo largo de la historia, a pesar de que el lugar fue aislado por los arquitectos del primer emperador cristiano de Roma, la tumba de Jesús ha sufrido destrucciones y posteriores restauraciones, y hoy finalmente se encuentra encerrada en el Edículo. Lo descubrirás en el centro de la rotonda de la basílica, que prepararon los griegos ortodoxos tras el incendio de 1808 y que reemplazó al de los franciscanos del siglo XVI.

    El Edículo se sitúa bajo una pequeña cúpula de cebolla con dos estancias: un vestíbulo pequeño presidido por la piedra del ángel, con la que se cree que sellaron la tumba después de la sepultura de Jesús, y la estrecha cámara mortuoria, a la que se accede agachándose, donde se encuentra el banco de mármol que cubre la roca en la que fue colocado su cuerpo. Normalmente no se puede permanecer más de un minuto o dos en la santa tumba.

    Ortodoxos, católicos y armenios tienen derechos sobre el interior de la tumba, por lo que las tres comunidades celebran sus ceremonias litúrgicas en este lugar todos los días.

  6. Cruces armenias

    Desde el deambulatorio, una escalera baja hasta la capilla dedicada a Santa Elena, pero hay que fijarse detenidamente en las paredes de la escalera recubiertas por cruces, incisas y grabadas en los siglos pasados. Los peregrinos armenios testimoniaban así la devoción por la Cruz de este pueblo. La emperatriz Elena fue también peregrina en Jerusalén en el año 327 para buscar la Santa Cruz.

  7. El hallazgo de la Santa Cruz

    La capilla de Santa Elena fue realizada por los cruzados en el siglo XII y consta de cuatro columnas coronadas por capiteles bizantinos que sostienen una cúpula. Pertenece a la comunidad armenia que es la que actualmente oficia en su interior. A este espacio, levantado sobre las piedras más antiguas de la basílica, se llega descendiendo por unas escaleras muy pronunciadas que sumergen al visitante en el corazón del Santo Sepulcro. La capilla impacta por las numerosas lámparas armenias que cuelgan de las paredes y por un gran mosaico que representa las principales iglesias de este pueblo. Desde esta capilla se accede a una más inferior, del «Inventio Crucis», donde se celebra cada 7 de mayo la memoria del descubrimiento de la Santa Cruz, justo en el lugar donde se hallaron tres cruces y los clavos que se utilizaron en la crucifixión.

  8. El Catholicon o centro del mundo

    Muy cerca del Edículo, en el lado este frente a la Rotonda, se encuentra el Catholicon, que ocupa el centro de la basílica donde los cruzados realizaron el Coro de los Canónicos. Este es el espacio reservado a los griegos ortodoxos, con el iconostasio que contiene los iconos de la tradición griego-ortodoxa y con una cúpula sobre tambor realizada en mosaico de estilo bizantino. Destaca en ella el Cristo Pantocrátor, rodeado de obispos y patriarcas de Jerusalén.

    Un jarrón de mármol rosado, que contiene una piedra circular marcada por una cruz, es el Omphalos. Se le considera históricamente el ombligo o el centro del mundo. Según algunas interpretaciones bíblicas, este es el centro geográfico terráqueo al coincidir con el lugar de la manifestación divina. Para los hebreos este espacio se situaba en la ciudad de Jerusalén y los musulmanes lo quisieron ubicar en la piedra situada en el centro de la Cúpula de la Roca. En el caso de la Iglesia del Santo Sepulcro los monjes ortodoxos consideran la Cruz de Cristo como el punto neurálgico del mundo y por eso realizan la mayoría de sus liturgias junto al Santo Sepulcro, al tiempo que se encargan de su cuidado.

  9. El Status Quo

    Las normas y leyes que regulan las relaciones, actividades y movimientos de las diferentes órdenes religiosas del Santo Sepulcro conforman el denominado Status Quo. A pesar de que la santa basílica ha permanecido bajo el dominio islámico durante siglos, las comunidades han tenido que establecer este código que ha sido respetado generalmente, aunque también ha sido causa de tensiones frecuentes.

    Los guardianes del Status Quo, ortodoxos orientales, armenios, católicos romanos, coptos, etíopes, sirios han recibido a lo largo de los siglos responsabilidades que incluyen capillas y otras estructuras dentro y fuera del edificio, teniendo que regular los diferentes horarios y lugares de culto en las zonas comunes. Este establecimiento ha supuesto en ocasiones discusiones y peleas verbales, a veces físicas también, en momentos puntuales y por este motivo nada o muy poco se puede hacer en su interior. Así se ha podido comprobar ante las necesarias remodelaciones o reparaciones que ha requerido la basílica y que se han desarrollado en muy pocas ocasiones en los últimos siglos. ¿Por qué? Las opiniones más críticas no conciben cómo nunca existe un acuerdo común entre todas las comunidades y censuran que siempre éstas sean más proclives a perder tiempo y energía en cosas triviales, en vez de dedicarse a lo principal e importante.

    La escalera inamovible, situada en el exterior del edificio, es un claro ejemplo de esta obcecación. Cuando se colocó en una de las ventanas de la fachada el status quo declaraba que las puertas y los bordes de las ventanas formaban parte del terreno común del edificio, de ahí que la escala haya permanecido en la misma posición, tal y como se puede comprobar en algunos grabados antiguos (un buen ejemplo es el realizado por David Roberts en 1839).

  10. Horarios y celebraciones

    Vista exterior de la basílica Santo Sepulcro
    Vista exterior de la basílica Santo Sepulcro

    A la hora de visitar la Basílica del Santo Sepulcro hay que tener en cuenta:

    Normalmente la hora del Santo Sepulcro no coincide con la del reloj de los visitantes. En el interior de la basílica se utiliza la hora solar, el reglamento prohíbe el cambio de hora y los horarios de las liturgias son inamovibles.

    Latinos: Las misas en el Edículo comienzan a las 4.30 de la mañana y continúan cada 30 minutos hasta las 7.45 horas. A las 6.30 hay una misa cantada frente al Edículo. Se celebran misas también en el Calvario (capilla de la derecha) diariamente desde las 5 hasta las 6.30h (la misa cantada es a la 8.30). Cuando finalizan las celebraciones latinas de la mañana , los griegos ortodoxos toman el relevo.

    Vía Crucis y Procesión: Los frailes realizan el Vía Crucis todos los viernes por las calles de Jerusalén. El punto de partida es la Flagelación (15 h) y el final es delante del Edículo. Hay una procesión diaria en el interior de la Iglesia del Santo Sepulcro (16 h) que sale de la Capilla del Santísimo. Se detiene en todas las capillas que rodean la rotonda, pasa por la Capilla del descubrimiento de la Santa Cruz y por el Calvario, finalizando en el Edículo.

    Oficios nocturnos: Tras el cierre de la basílica, las funciones de las comunidades continúan, a partir de las 23.30 h, con varios oficios nocturnos. Los griegos ortodoxos celebran su primera misa a las 00.30 de la noche y los armenios inician la suya a las 2.30 horas.

    Apertura y cierre de la basílica: Todos los días, de 5 a 21 horas (de abril a septiembre); de 4 a 19 horas (de octubre a marzo)

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