Doce maravillosos patrimonios mundiales que hay que ver en Suiza

La Gran Ruta de Suiza recorre algunos tesoros apreciados por la Unesco y por los turistas que los descubren cada día

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  1. Laténium: museo arqueológico y parque

    Laténium - Parque museístico prehistórico
    Laténium - Parque museístico prehistórico - Switzerland Tourism

    La Gran Ruta de Suiza es un viaje por carretera para descubrir a lo largo de 1.600 km los grandes atractivos turísticos de Suiza. Es tal vez la mejor ruta en coche o moto de Europa, adaptada por completo para coches eléctricos. Se trata de un itinerario fuera de las autopistas en el que podrás descubrir, por ejemplo, pueblos, grandes montañas, lagos y sitios incluidos en el Patrimonio mundial de la Unesco. Estos son algunos de los más interesantes que podremos visitar en la ruta.

    Ubicado en el preciso lugar donde fueron descubiertas las ruinas de tres enclaves paleolíticos y concebido para todos los públicos –desde los 4 a los 104 años-, el Laténium de Neuchâtel es el mayor museo arqueológico de Suiza. Forma parte de los llamados Palafitos Prehistóricos en torno a los Alpes, una serie de 111 estaciones distribuidas en seis países –de las cuales 56 se hallan en territorio helvético- y ha sido galardonado con el premio del Museo del Consejo de Europa.

    Se trata de una colección decididamente única: 3.000 hallazgos de toda índole que ilustran la vida de nuestros antepasados. El correspondiente parque arqueológico expone réplicas fidedignas en un área de 2.200 m². Desde las pinturas primitivas a los inicios de la escritura, desde el hombre de Neandertal al Medievo, la muestra abarca 50.000 años de historia regional entre el Mediterráneo y el mar del Norte, con una puesta en escena decididamente moderna, desde una perspectiva universal.

    El nombre del Laténium evoca el sitio de La Tène, en clara referencia a la civilización celta que habitaba en toda Europa, desde Irlanda a Turquía, entre el 450 y el 50 a.C. Pero los objetos del museo revelan también periodos más antiguos (los nómadas paleolíticos, después los «lacustres» del Neolítico y la Edad del Bronce) y más recientes (la civilización galo-romana y la Edad Media).

    El paseo en barco entre el puerto de Neuchâtel y el muelle del Laténium es gratis. Además de visitas guiadas se organizan talleres para grupos diversos. ¿La fórmula de su éxito? ¡Conocimiento y sueños!

  2. Casco antiguo de Berna

    Berna, en un meandro del río Aare
    Berna, en un meandro del río Aare - Switzerland Tourism

    Fundada en 1911, Berna constituye uno de los testimonios más fidedignos de la construcción urbana medieval en Europa. Su casco histórico, rodeado por las aguas del Aar, fue destruido por un incendio en 1405, pero, una vez rehecho, ha mantenido hasta el presente la coherencia de su aspecto original, lo cual le consiguió en 1983 su inscripción en el directorio del Patrimonio Cultural de la Unesco.

    Los monumentos tradicionalmente más conspicuos son la Zytgloggeturm (torre del Reloj), del siglo XV, y la catedral, de estilo gótico tardío, con su campanario de 100 metros de altura. Junto a ellos, seis kilómetros de arcadas –que actualmente ofician de zona comercial cubierta harto peculiar-, calles empedradas, iglesias, mansiones públicas y privadas con fachadas de arenisca rematadas por típicos tejados, insignias corporativas, once fuentes con figuras alegóricas del Renacimiento, tiendas de antigüedades y galerías de arte completan el diseño urbano del centro viejo. Sin olvidarnos de lo esencial: docenas de cafés y restaurantes con mesas exteriores, no sólo de cara al turismo, ya que los berneses llenan las terrazas incluso en los días más fríos del invierno.

    En ausencia de coches –aunque no de autobuses y tranvías que operan con puntualidad helvética- caminar se convierte en una alternativa decididamente placentera, amén de ser la mejor manera de conocer y explorar los recovecos de la serena y acogedora capital suiza, empapándonos de su añejo romanticismo.

  3. Reserva de la Biosfera de Entlebuch

    Entlebuch, distinguido por la UNESCO como reserva de la biosfera
    Entlebuch, distinguido por la UNESCO como reserva de la biosfera - Switzerland Tourism

    Apenas si hay otra región de Suiza que pueda jactarse de poseer tantos tesoros naturales como el llamado Salvaje Oeste de Lucerna, el gran valle del río Pequeño Emme entre Berna y esta última ciudad. Aquí se encuentran las ciénagas más extensas del país, abruptos calares, idílicas sucesiones de colinas y una fauna y flora de relevancia internacional. No tiene nada de extraño que el Entlebuch haya sido distinguido por la Unesco en 2001 como la segunda reserva de la biosfera del territorio helvético –después del Parque Nacional Suizo, uno de los más antiguos de Europa, creado en 1914-, pero como la primera en importancia.

    En la red mundial de dichas reservas, el Entlebuch representa el paisaje pantanoso y calcáreo prealpino. Sus 400 km² de avasallante naturaleza, ebria de tremedales vírgenes y torrentes rumorosos, nos ofrecen un sinnúmero de actividades de ocio: caminos de cuento de hadas, senderismo dirigido por satélite o excursiones con guía, una ascensión al majestuoso pico de Schrattenfluh, baños de fangos u otras hidroterapias en el balneario Kneipp… el abanico de posibilidades es enorme. Un mundo de connotaciones místicas, calma, inspiración y relajamiento.

    La región también es interesante desde el punto de vista histórico y cultural. Los testimonios de la artesanía tradicional de los carboneros en Romoos o el centro de peregrinación de Heiligkreuz representan puntos destacados de una visita al Entlebuch.

  4. Abadía de Saint Gallen

    Biblioteca del convento de Saint Gallen, patriomnio de la Unesco
    Biblioteca del convento de Saint Gallen, patriomnio de la Unesco - Switzerland Tourism

    Ejemplo perfecto de gran monasterio carolingio, la abadía benedictina de Saint Gallen figuró entre los conventos eminentes de Europa desde el siglo VIII hasta su secularización en 1805. Su biblioteca, una de las más ricas y antiguas del orbe –apodada la farmacia de almas-, es mundialmente célebre. Dicha biblioteca, el archivo y la catedral son los edificios principales de este excepcional conjunto arquitectónico, el distrito capitular de San Gall, testigo de doce siglos de ininterrumpida actividad espiritual y cultural, declarado en 1983 Patrimonio Cultural Mundial de la Unesco.

    Aún hoy, cuando entramos en la sala barroca no eclesiástica más hermosa de Suiza, podemos sentir el espíritu de los monjes benedictinos que solían trabajar junto a sus anaqueles. De los 170.000 libros que todavía se conservan, 50.000 se hallan en la citada sala, donde se encuentra asimismo la momia egipcia Shepenese. La parte central de la colección de la biblioteca capitular son 2.100 manuscritos -entre los que descuella el más viejo de los planos arquitectónicos en pergamino hallados hasta la fecha-, que se presentan dentro del marco de las exposiciones temporales.

    En el casco histórico de San Gall llaman la atención las numerosas casas burguesas con sus hermosos miradores, a menudo pintados, del siglo XVI al XVIII. La gastronomía de la villa es muy polifacética. Tanto los tradicionales restaurantes en el primer piso como los acogedores cafés callejeros invitan a quedarse y degustar exquisiteces locales e internacionales. La ciudad es, además, un punto de partida ideal para excursiones a la región de Appenzell y San Gall.

  5. Zona tectónica de Sardona

    Área tectónica de Sardona
    Área tectónica de Sardona - Switzerland Tourism

    Amarilla y afilada como un cuchillo, la insólita línea dibujada a lo largo de las pétreas paredes que rodean al monte Piz Sardona por el llamado Cabalgamiento Principal de Glaris nos habla de uno de los fenómenos geológicos más interesantes del mundo. Constituye, por descontado, un testimonio sin par de la orogénesis y del desplazamiento de las placas tectónicas.

    La historia de los Alpes no se rastrea en ningún sitio como en este singular conjunto mineral de 35 km de largo por 25 de ancho, que asciende hasta los 3.000 metros en la región de Hausstock-Sardona-Ringelspitz para descender y desaparecer luego en la vertiente norte. Aquí se aprecian con toda nitidez las huellas de las potentes fuerzas de la naturaleza que desencadenaron el choque continental de África y Europa. Se trata del mayor corrimiento de tierra ocurrido en los Alpes centrales al concluir el periodo posterior a la glaciación.

    Se aprecia ya desde lejos: la nítida hendidura alrededor del Piz Sardona separa el conglomerado tipo Verrucano, con sus 250-300 millones de años de antigüedad, de las formaciones rocosas tipo Flyschn, cuya edad se calcula en 35-50 millones de años, a las cuales aquél reviste. Es lo típico de un cabalgamiento. «Sólo que en este caso», afirma Carlo Ossola, de la Oficina Federal del Medioambiente, «estamos ante un sitio cuya superposición de estratos es excepcional y tiene importancia única para la Ciencia».

    Sardona, el área tectónica más importante de Suiza, fue declarada en 2008 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se recomienda descubrir el Cabalgamiento Principal de Glaris desde el Lochsite, que constituye el corazón de los 300 km² del parque geológico Sarganserland-Walensee-Glarnerland.

  6. Monasterio benedictino de St. Johann, en Müstair

    Monasterio benedictino de St. Johann
    Monasterio benedictino de St. Johann - Switzerland Tourism

    Es uno de los raros testimonios arquitectónicos de la época carolingia y goza de renombre internacional. El convento, fundado en el siglo VIII y dedicado a San Juan Bautista, se alza en Müstair, comuna suiza del cantón de Graubünden. Sostiene la leyenda que fue el propio Carlomagno el que sufragó su construcción, tanto en señal de agradecimiento por haber atravesado sin problemas los Alpes hacia el Norte, como para disponer de un sitio estratégico para la protección del valle de Müstair. Fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.

    La iglesia del monasterio guarda la colección de frescos de la época medieval temprana más extensa y mejor conservada del orbe, considerada una joya sin parangón de los tiempos carolingios. Éstos representan historias del Antiguo y del Nuevo Testamento, si bien están muy dañados y se pueden apreciar solamente en el conjunto. Una de las escenas más completas es la Curación de la hemorroísa, en la cual se percibe la pincelada rápida, con pocos colores, que sobrepone los fondos y resalta las figuras.

    Actualmente, el convento de San Juan alberga monjas de clausura y es utilizado por los residentes locales como lugar de culto. Cuenta con un pequeño museo donde se exhiben tallas medievales y obras de arte barrocas. Posee nueve habitaciones para huéspedes y una tiendecita de regalos que proporciona ingresos a las religiosas, las cuales, varias veces al año, programan semanas de ayuno y ayuda espiritual a los visitantes.

  7. El ferrocarril rético, Albula-Bernina

    El espectacular trazado del ferrocarril rético de Albula-Bernina
    El espectacular trazado del ferrocarril rético de Albula-Bernina

    Las líneas férreas de Albula-Bernina entre Tutsis y Tirano a través de Saint Moritz, en el cantón de Graubünden, obras maestras de la construcción ferroviaria, están catalogadas entre las más espectaculares del mundo. Se extienden 130 km, atraviesan 196 puentes, 55 túneles y 20 municipios y son Patrimonio Cultural de la Humanidad.

    El ferrocarril de Albula (Albulabahn), fue diseñado en 1903 como un convoy de montaña a vapor. Su trazado y sus construcciones, erigidas con piedras provenientes de las canteras locales, constituyen un hito del período clásico del tendido ferroviario. El de Bernina (Berninabahn) es una innovadora adaptación de los trenes eléctricos de larga distancia. Posee un magistral trazado alpino y fue terminado en 1910. Ambos constituyen la puerta de acceso del turismo internacional a la Alta Engadina y representan por sí mismos una experiencia de gran atractivo. El Bernina Express continúa su viaje pasando por el gran glaciar Morteratsch, sube sin cremallera hasta el paso Bernina, a 2.253 metros de altitud y después, trazando audaces giros, baja hasta Poschiavo.

    Pero esto no es todo: en la lista de Patrimonios de la Humanidad también se incluyó el paisaje cultural adyacente surgido de la interrelación del hombre y la naturaleza. Tal paisaje destaca por sus notables testimonios materiales provenientes de los inicios del Cristianismo, sus vías de comunicación históricas, el desarrollo del turismo y la industrialización, todo ello entreverado de serenos pueblos, románticas vistas naturales y extensiones de alta montaña vírgenes.

  8. Los tres castillos de Bellinzona

    Uno de los castillos de Bellinzona
    Uno de los castillos de Bellinzona - Switzerland Tourism

    El conjunto-fortaleza de Bellinzona, capital del cantón del Tesino, es el solo ejemplo de arquitectura medieval militar que subsiste en los Alpes. Es también una muestra, única en Europa, de la evolución de un lugar en constante adaptación a las necesidades humanas según los tiempos. Bellinzona se halla al sur de la Cadena Alpina en el comienzo del valle del Tesino, punto de convergencia de multitud de caminos. Por su situación natural, el sitio se presta a ejercer de punto de control. Mediado el siglo IV, los romanos levantaron aquí una obra defensiva, considerada por largo tiempo inexpugnable. Pero el aspecto actual de las fortificaciones de Bellinzona se debe, en lo fundamental, al quehacer de los lombardos, dueños de estos parajes a partir de 1340.

    Éstas se componen de un trío de castillos construidos entre los siglos XIII y XV: Castelgrande, Montebello y Sasso Corbaro. Los tres, junto a la muralla que cercaba todo el valle del Tesino y a las que rodeaban a la ciudad –aún existen dos tercios de las originales, con torreones intercalados-, están inscritos en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 2000.

    Castelgrande, el mayor y más antiguo, con sus dos torres, Bianca y Nera, domina el casco histórico del burgo aupado en una eminencia rocosa. Contiene los museos de arte y arqueología. El tren turístico Artù realiza en hora y media el tour de los castillos de Montebello y Sasso Corbaro, parando en los distintos monumentos históricos. Los billetes se adquieren directamente en el tren o en la Oficina de Turismo de Bellinzona. Montebello, rodeado de profundas fosas, cela un aspecto culinario. Durante el recorrido guiado, los visitantes son instruidos en el secreto del Salame dei Castelli; pueden asistir al proceso de elaboración de esta especialidad del Tesino y, por supuesto, probarla.

  9. Monte San Giorgio

    Paraje de Monte San Giorgio
    Paraje de Monte San Giorgio - Switzerland Tourism

    Situada en el sur del soleado cantón del Tesino, cerca de la frontera con Italia y con su mole piramidal rodeada por dos brazos del lago Ceresio, San Giorgio es la montaña suiza de los saurios. Constituye, desde el siglo XIX, una prometedora Meca para los buscadores de fósiles. En 2003 la Unesco lo incorporó al Patrimonio Natural de la Humanidad, ampliándolo en 2010 a la parte italiana del monte.

    En las entrañas del San Giorgio reposan los restos apabullantes de una fauna extinguida. Durante el Triásico, 245-230 millones de años atrás, se encontraba en este lugar una cuenca marítima de unos 100 metros de profundidad. En los numerosos puntos de sus excavaciones, los paleontólogos han desenterrado unas 80 especies de peces y 30 de reptiles terrestres y marinos petrificados, algunos de hasta seis metros de longitud, amén de cientos de animales invertebrados y numerosas plantas relícticas, a menudo en saludable estado de conservación, que han convertido esta montaña en uno de los lugares más importantes del mundo para la búsqueda de restos fósilizados.

    El museo de Fósiles de Meride, remodelado y ampliado por el arquitecto tesinés Mario Botta, presenta al público visitante una selección de los ejemplares zoológicos y botánicos más notables procedentes de los entresijos del monte San Giorgio, desde cuya cima se disfruta de una vista soberbia. Otra actividad interesante es el excursionismo en los flancos boscosos meridionales, los viñedos y la idílica región de Meride y, como complemento –o bien en su defecto- acudir a las tabernas del Mendrisiotto.

  10. Alpes suizos Jungfrau-Aletsch

    Glaciar de Aletsch
    Glaciar de Aletsch - Switzerland Tourism

    El área Jungfrau-Aletsch fue declarada en 2001 primer Patrimonio Mundial Natural Alpino de la Unesco. Su cogollo está conformado por el macizo rocoso de los Tres Soberanos: el Eiger (Ogro), el Mönch (Monje) y la Jungfrau (Doncella), junto al gran glaciar Aletsch, el más largo de los Alpes, cuyos 120 km² de superficie y 23 km de longitud tienen su nicho de nivación en las faldas meridionales de la Jungfrau (4.158 m).

    En medio de tan singular paisaje cultural se encuentra el centro de vacaciones Reka de Blatten-Belalp, que resulta ideal para descubrir la región. Y es que el Aletsch puede contemplarse –y disfrutarse- de distintas maneras. Por ejemplo, desde las cimas del Bettmerhorn (2.872 m) y del Eggishorn (2.927 m), accesibles por teleférico, las vistas de su frente y su curso inferior son sobrecogedoras. El sendero del glaciar desde Bettmerhorn hasta el lago Märjelen es otra alternativa muy recomendable. También, sin peligro alguno, se puede caminar sobre sus hielos en una excursión con guía. Por el norte, un tren de cremallera sube desde Grindelwald, por el interior de la montaña, a la estación de Jungfraujoch (3.454 m), donde un ascensor salva los 118 metros que restan hasta el Sphinx, el centro de investigación meteorológica más alto de Europa.

    En la antes citada falda meridional reinan condiciones climáticas muy diferentes. La sequía y una fuerte radiación solar confieren a las mismas un carácter mediterráneo. Los valles Lötschen, Joli, Bietsch, Baltschieder y Gredel han conservado su ambiente natural relativamente intacto. A lo largo de sus arroyos de montaña y sus pequeños canales de riego, lejos de las grandes corrientes del turismo, el visitante encontrará calma y serenidad.

  11. Viñedos en terraza de Lavaux

    Terrazas de Lavaux
    Terrazas de Lavaux - Switzerland Tourism

    De las cinco regiones vinícolas del cantón de Waadt (Vaud), la de Lavaux, situada entre Lausana y Montreaux, con una superficie de cultivo de 800 hectáreas, constituye la zona de viticultura coherente más grande de Suiza. Sus viñedos, escalonados en terrazas sobre las empinadas laderas, gozan de una triple radiación solar y térmica: la que reciben directamente del sol, la que se refleja en el lago Leman y la del calor acumulado en los numerosos muros de piedra.

    Esta región se jacta de poseer llaves maestras en cuanto a paisaje, cultura y gastronomía. Puede recorrerse de forma especialmente cómoda en el Train des vignes, que sube durante doce minutos desde Vevey por las viñas verdes hasta llegar a Puidoux-Chexbres. Aquí nacen los vinos Grand Crus del país helvético. Es posible degustarlos en numerosos lugares: St-Saphorin, Dézaley, Epesses… los aficionados al vino conocen bien estos nombres. Las calles estrechas y las características casas de los viticultores son típicas en pueblos como St-Saphorin, donde se halla el Auberge de l'Onde, que hace gala de su centenaria tradición culinaria; en sus tres plantas se sirven deliciosas especialidades locales.

    Una de las actividades peculiares en el Lavaux es la de pedir audiencia a una familia de viñadores. Patricia y Denis Longet regentan la Cave de Moratel, una explotación vinícola familiar en Cully, a orillas del idílico lago Leman. La visita, realizada en la mañana, comprende el recorrido del lugar, una muestra del trabajo en la viña o en la bodega (según la estación), la degustación de caldos durante un pequeño almuerzo y una botella de vino como recuerdo.

  12. Paisaje urbano e industria relojera en La Chaux-de-Fonds/Le Locle

    Museo internacional de los relojes
    Museo internacional de los relojes - Switzerland Tourism

    Los relojes suizos son mucho más que un artículo de lujo. Esto se hace patente para quienes se acercan a La Chaux-de-Fonds –cuna del insigne arquitecto Le Corbusier- o a Le Locle, en el Jura de Neuchâtel, cuando los talleres y fábricas abren sus puertas al público en el Día del Patrimonio de la Industria Relojera. Durante la jornada, los visitantes pueden ver de cerca todo lo que hay dentro de estos pequeños y finos accesorios que han hecho a Suiza famosa en el mundo entero: grabados, correas de cuero, engastes para piedras preciosas, pulidos y complejos mecanismos de relojería. Los peritos combinan una tradición centenaria con un incansable espíritu de innovación.

    Los paisajes urbanos de ambas localidades, sus calles, edificios y fábricas, se transformaron en un gran taller relojero durante los siglos XIX y XX. Esta transcendencia histórica es perfectamente reconocible hoy, motivo por el que la Unesco las declaró Patrimonio de la Humanidad en 2009.

    En La Chaux-de-Fonds se encuentra el Museo Internacional de la Relojería, de visita ineludible, dedicado completamente a la historia de la medición del tiempo. Cuenta con 4500 piezas de exposición, entre ellas 2700 relojes y 700 relojes murales. Éstos, junto al chocolate, son los productos de exportación más notorios del país. Encajan con y pertenecen a Suiza, tanto en la percepción de los helvéticos como de los extranjeros.

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