Cinco ciudades de Japón cargadas de historia

Lugares que invitan al turista a disfrutar de su arquitectura, naturaleza y ocio

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  1. Tokio

    La ciudad de Tokio acoge a un cuarto de la población japonesa, algo más de 12 millones de personas viven dentro de los límites de la ciudad moderna y clásica que se empezó a forjar como tal en 1457 con la construcción del Palacio Imperial, antaño el Castillo Edo, que se encuentra resguardado por profundos fosos excavados. Magníficas puertas y antiguas torres de vigilancia salpican las murallas a intervalos regulares. El Nijubashi, un elegante puente de doble arco, conduce a la entrada principal, abierta al público en ocasiones. El Jardín Este (Higashi Gyoen) está donde anteriormente se situaba el torreón original.

    El Marunouchi Building, un hito histórico más conocido por el apodo de «Maru-Biru», domina la salida de la estación Tokyo al distrito Marunouchi. Construido en 1923, el edificio reabrió sus puertas en septiembre de 2002, y ofrece, repartido por 36 plantas, un complejo de restaurantes, tiendas y oficinas.

    En un paseo de diez minutos se puede llegar a Ginza, famosa en todo el mundo por sus elegantes tiendas y el brillo multicolor del neón de sus rótulos.

    Para hacer una escapada al pasado de Tokio, nada mejor que el distrito Asakusa. Las múltiples calles que se abren y cierran están flanqueadas por antiguas casas y puestos que venden artículos tradicionales, como kimonos con peineta fabricados a mano. El Templo Kannon de Asakusa, cuyo acceso está repleta de pasajes comerciales, es un lugar ideal para hacer acopio de recuerdos.

    Odaiba, construido sobre terrenos ganados al mar en el Puerto de Tokio, es uno de los puntos neurálgicos de la capital. Un centro comercial siempre vibrante y el parque de atracciones Joypolis atraen a una multitud de visitantes, algunos de los cuales acuden también para subirse a la noria.

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  2. Nikko

    Nos alejamos del bullicio de la ciudad de Tokio para adentrarnos en las montañas de Nikko, a dos horas en tren de Tokio. Este lugar es al mismo tiempo una maravilla de belleza natural y un importante emplazamiento de obras maestras arquitectónicas de Japón y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1999.

    El santuario Toshogu, terminado en 1636 y dedicado al fundador del shogunato de los Tokugawa, es el punto de convergencia de la ciudad. La mayoría de los edificios de los santuarios, así como numerosos elementos, han sido catalogados como Tesoros nacionales o valioso patrimonio cultural.

    El puente Shinkyo o «Puente sagrado» se alza con gracia sobre el río Daiya. El lago Chuzenji brilla especialmente a principios de mayo, con la eclosión de las flores de colores de los cerezos y en octubre, cuando las hojas se ponen sus mejores galas otoñales. A cinco minutos a pie desde la parada de autobús Chuzenji Onsen se encuentra la cascada Kogen, una de las más famosas de Japón. Es posible acercarse a ella gracias a un ascensor. Otro paseo de 15 minutos le llevará al Templo Chuzenji, que alberga la famosa estatua de la Diosa de los mil brazos.

  3. Kamakura

    El Templo Kenchoji
    El Templo Kenchoji

    Kamakura está situada a una hora en tren de Tokio. Es una pequeña ciudad costera salpicada de templos con atmósfera silenciosa. Los cinco principales templos famosos hacen retroceder al paseante al siglo XII, en pleno período de Kamakura.

    El Templo Engakiji fue construido en 1282 para conmemorar la muerte de los soldados japoneses y mongoles que perecieron durante la invasión de los mongoles de Japón. El Templo Kenchoji, construido en 1253, es de inspiración china. El Santuario Tsurugaoka Hachimangu se encuentra cerca de la estación Kamakura. El edificio principal del santuario se abre ante una vista magnífica de la ciudad de Kamakura.

    El Museo de los Tesoros Nacionales de Kamakura cuenta con más de 2.000 tesoros procedentes de los templos de Kamakura y cambia las exposiciones todos los meses. Pero, por supuesto, es el Gran Buda de bronce el que atrae a Kamakura el mayor número de visitantes. El Templo Hasedara, famoso por su edificio principal de madera y su magnífico jardín de estilo japonés, reina por su esplendor sobre toda la ciudad.

  4. Kioto

    Palacio Imperial
    Palacio Imperial

    Kioto fue la capital de Japón durante más de mil años y a lo largo de estos siglos, fue cuna de gran parte de lo más elaborado que produjo el país en el ámbito de las artes, la cultura, la religión o las ideas.

    En el centro de Kioto, descubrirá el Palacio Imperial, cuya arquitectura es conocida por haber alcanzado la quinta esencia de la simplicidad. Cerca del palacio se encuentra el Castillo Nijo, con la arquitectura más suntuosa, que fue la residencia del shogun Tokugawa Ieyasu durante sus escasas visitas a la ciudad.

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    Gion Corner, cerca de Shijo-Kawaramachi, es el lugar ideal para descubrir el teatro y las artes tradicionales. Los restaurantes de estilo antiguo, decorados con un gusto exquisito, contribuyen al ambiente refinado que emana el barrio. En el área de Higashiyama, el Templo Sanjusangendo se distingue por las 1.001 estatuas de madera dorada de Kannon, la diosa de la misericordia. El Templo Kiyomizu es famoso por su espectacular construcción sobre pilotes de madera, dominando un precioso valle y ofreciendo magníficas vistas sobre la ciudad. El Templo Ginkakuji, el Pabellón de Plata, debe su fama a su preciosa arquitectura y a sus jardines paisajísticos minimalistas.

    La Villa Imperial Katsura, en los barrios oeste de Kioto, es considerada una de las joyas más bonitas de la arquitectura y de los jardines paisajísticos tradicionales japoneses. La Villa Imperial Shugakuin fue construida en el siglo XVII por el shogunato Tokugawa para servir como lugar de retiro del Emperador Go-Mizuno.

  5. Hiroshima

    Hiroshima, la «Ciudad de la Paz», está localizada sobre el delta del corto río Ota, el cual tiene siete brazos que dividen la ciudad en seis islas que se proyectan hacia la bahía de Hiroshima, la cual es una entrada del Mar Interior.

    El bombardeo atómico del 6 de agosto de 1945 destruyó por completo todos los edificios del centro de la ciudad, excepto lo que se conoce actualmente como la Cúpula de la bomba atómica de Hiroshima, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como testimonio de los estragos de las armas nucleares.

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