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ANÁLISIS

«Homefront: The Revolution»: balas de fogueo

El videojuego de disparos en primera persona pone al jugador en la piel de un miliciano de la Resistencia en una ambientación interesante, un concepto de guerrilla urbana pero peca de varios problemas

MADRID Actualizado: Guardar
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Pudo ser un brillante ejercicio de superación pero, finalmente, « Homefront: The Revolution», videojuego de disparos en primera persona, se ha quedado un paso atrás de lo esperado. Apuntaba maneras, es cierto. Se han corregido algunas cosas. También es cierto. Empero, la propuesta, simpática y llamativa, contiene algunos detalles pecaminosos. Va en busca (o lo intenta) de su propia personalidad sin lograrlo en muchos casos.

Este título de Dambuster Studios para PlayStation 4, Xbox One y PC recoge una serie de elementos y tendencias de otras series envolviendolos en un cóctel que huele, de primeras, bien, pero conforme se avanza en la propuesta se detectan algunos pormenores que puede deslucir la experiencia. Hablamos de una inconsistente Inteligencia Artificial tanto de los enemigos como de los compañeros de reparto y unos toscos controles dan pie a pensar que estamos ante un videojuego que no ha recibido el pulimiento necesario.

Sin ser una propuesta sobresaliente, este título tiene, por supuesto, varios puntos positivos que hay que tener en cuenta. Esos aspectos interesantes, que deberían profundizarse en próximas avenidas o, al menos, inspirar a otros lanzamientos futuros son, por ejemplo, las extensas opciones de personalización de armas y un gran despliegue de opciones durante los combates. Esa visión de guerrilla urbana atrapa de primeras al jugador bajo una sensación permanente de peligro. Su gran baza es hacer sentir parte de la Resistencia.

El título explora un futuro apocalíptico en donde EE.UU. ha caído en manos de un grupo llamado Apex. Es el año 2025. En sus manos se encuentra la tecnología, las armas más poderosas y la organización. Frente a ellos, la milicia conducida por mandos que tejen sus hilos en la oscuridad une a un nuevo miembro, Brady, personaje a quien controlamos en perspectiva subjetiva. Este es capaz de alentar la revolución, recoger numerosos objetos (está concebido para una exploración constante) y ayudar a la Resistencia a liberar la ciudad. Esa visión se aprecia en el sistema «Corazones y mentes», que se trata de puntos clave a resolver y que están repartidos por las zonas de juego. El objetivo es alcanzar el nivel suficiente para alentar la revolución.

Para lograr ese cometido se requiere de superar diferentes obstáculos y misiones, tanto secundarias como principales. La verdad es que en este aspecto la cosa se amplía constantemente. Tomando de ejemplo a otros títulos como «Far Cry», nos encontramos en una ciudad tiranizada cuya única esperanza somos nosotros. Restablecer la electricidad, desactivar alarmas, piratear zonas o liberar prisioneros son algunas de las actividades que nos encontramos. Sostenido por la reiteración de mismas fórmulas tal y como le sucede a muchos títulos similares, «Homefront: The Revolution» permite realizar otros trabajos, los cuales ejercen de misiones secundarias, cómo hacer fotos de la resistencia mediante el teléfono móvil que portamos que ejerce de mapa para poder tener en la mano todo el material como mapas armas y progreso.

El mapa de juego tiene varias zonas. La roja es la más complicada y la que contiene tropas hostiles, mientras que las amarillas suelen resolverse de una manera más sigilosa, de hecho, es recomendable incluso enfundarse el arma puestos a elegir si no seremos detectados. En este caso el jugador debe prestar buena atención a lugares donde esconderse del barrido de los drones y los guardias, así como utilizar elementos para despistar y poder avanzar sobre el terreno. En caso de ser advertido saltaran las alarmas y habrá que reducir las búsquedas. El objetivo en cualquier caso es liberar las distintas zonas de cara a reclutar a nuevos milicianos para la resistencia y ganarse a los conciudadanos que viven atemorizados por el grupo norcoreano Apex. De esta forma se pone a la gente de su parte y se gana en prestigio.

De grandes ideas pero mal ejecutadas, la ambientación y la sensación permanente de peligro es una constante con lo cual en ese sentido éste es un triunfo. Es muy sencillo de jugar, aunque algunos enfrentamientos no son tan asequibles como uno podría llegar a pesar y, en muchos casos, hay que repetir la misión puesto que caer fulminado o herido puede ser más que habitual.

El acabado, sin marcar la pauta de la industria, luce bastante bien en pantalla, aunque en ocasiones se producen pequeñas caídas y a nivel técnico se detectan algunos fallos como movimientos extraños. El juego se apoya en otros dos aspectos, la cooperación, que sin duda es su mayor atractivo y logra madurar la idea, y el modo multijugador cooperativo ( Modo Resistencia, se llama) para cuatro jugadores que, pese a algunos incesantes problemas de conectividad, logra hacernos sentir dentro de una ciudad envuelta en llamas. Es una opción más que correcta, incluso se podría decir que necesaria.

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