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Mira en el vídeo un fragmento del juego - VIDEO: J.M.SÁNCHEZ
ANÁLISIS

«Doom»: acción visceral de vieja escuela

El «reboot» de la franquicia hace una apuesta sin complejos por volver a la acción de los noventa más directa a base de velocidad y ultraviolencia

MADRID Actualizado: Guardar
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La nueva entrega de la saga de Id Software no pierde tiempo en exposición innecesaria, optando por arrojar al jugador a una base en la superficie de Marte ya invadida por la legiones del infierno. Aunque hay cierto hilo conductor narrativo, el enfoque se encuentra sobre unas mecánicas de combate de la vieja escuela: sin coberturas, sin vida regeneradora, sin necesidad de recargar el arma y con la posibilidad de llevar todo el arsenal encima en todo momento.

El videojuego de disparos en perspectiva subjetiva «Doom» es un juego que a priori puede resultar basto, con una mentalidad adolescente poco refinada, más preocupado por incurrir en el mayor de los excesos que hacer cualquier tipo de reflexión, pero que aún así, y contra todo pronóstico, funciona.

El título se apoya sobre tres pilares: la campaña, el multijugador y el « snapmap», un editor de niveles. Sin lugar a dudas, lo que más destaca es el primer modo, que ofrece más de una docena de misiones en donde nos enfrentaremos a cientos y cientos de demonios en oleadas cada vez más complejas. Aunque cuenta con diferentes niveles de dificultad, por lo general nos encontramos ante todo un desafío, que nos obliga a movernos constantemente aprovechando la agilidad de nuestro personaje, usando el arma adecuada para cada enemigo y aprovechando los power-ups en el momento preciso para acabar con los más difíciles.

El juego recoge tendencias más modernas como un sistema de progresión de nuestras armadura, habilidades opcionales si cumplimos ciertas pruebas y modificaciones para las armas que nos ofrecen todavía más posibilidades. El ritmo alterna entre fases de exploración más pausadas y el frenetismo absoluto de las arenas, donde la banda sonora de death metal con tintes electrónicos resuena a todo volumen, tratando de meternos en la mentalidad exigida. El sistema de ejecuciones ralentiza un poco ese ritmo, pero a cambio nos ofrece recursos necesarios como vida o munición. Es un propuesta muy intensa, que puede llegar a saturar, dado a los excesos, pero que siempre cumple con lo prometido.

Animaciones conseguidas

En el aspecto técnico, «Doom» luce espectacular, con una resolución de 1.080 p y una tasa de 60 «frames» por segundo. Aunque Id Software ha usado algunos trucos, como la resolución variable, el juego ofrece un acabado de primera, con unas animaciones muy conseguidas que hacen que los demonios te puedan perseguir incansablemente por todo el escenario. Efectos de partículas, niebla volumétrica, iluminación global, profundidad de campo… El Id Tech 6 supera con creces a su antecesor mientras se mueve con una fluidez indiscutible.

El modo multijugador no pasa de ser una opción correcta, poco arriesgada, pero que cumple con su cometido a lo largo de los nueves mapas que ofrece el disco. Después de lo visto en la campaña, parece que no ha recibido tanto cuidado y atención, pero también busca emular los primeros shooters online. Los jugadores cuentan con las mismas armas que en la campaña y con la habilidad de transformarse en demonios para arrasar a los rivales.

El editor de niveles «Snapmap» es bastante robusto, ofreciendo muchas opciones para crear nuestros propios mapas y compartirlos con otros jugadores. Eso sí, «Doom» no es para todo el mundo. Y no pretende serlo. Está dirigido a un público que añora los títulos del género «shooter» de los años noventa donde todo era mucho más directo, los niveles eran laberintos intrincados, exigían cierta habilidad y los juegos no buscaban ser películas sino que abrazaban una identidad frenética y gamberra. Es un título repleto de sangre, vísceras e imaginería satánica, sin pretensiones artísticas de ningún tipo pero que cumple como opción de entretenimiento.

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