«Killzone: Shadow Fall»: el bautismo de oro de la PS4

Este «shooter» cargado de realismo es uno de los indispensables para la nueva generación de la consola de Sony

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Centrado en el año 2370, el juego luce bien en la nueva consola. Es la muestra más palpable de lo que compete a la ya nueva generación. «Killzone: Shadow Fall» cumple totalmente las expectativas. Este «shooter» futurista, desarrollado por Guerrilla Games, nos traslada a un mundo apocalíptico donde lo primero es sobrevivir y establece un nivel técnico en estos momentos insuperable.

Acción, dinamismo, fortaleza. Se ha construído hacia la nueva generación pero manteniendo algunos aspectos genéricos. Es un título para todos los amantes de los disparos, aunque contiene un moderado nivel de exigencia. Se han replanteado todos los elementos de la franquicia para hacerlo más visual y contiene una iluminación que busca la espectacularidad, pero también se ha buscado la estrategia como método para acribillar y deshacerse de los enemigos.

No hay que tirar de gatillo fácil porque, si no, estás perdido.

Eso sí, aunque parezca una contrariedad, para el que sea buen tirador, quizá sea un tanto predecible y fácil de leer con anticipación. Puede ser que el jugador sepa, nada más llegar a un enclave, el lugar exacto donde se alojarán los rivales y cómo se comportarán. En ese sentido, sí que responde a un patrón claro, pero puede ser el pecado de este género. Claro que las hordas de enemigos llegan en diferentes aspectos, desde francotiradores encubiertos, infantería, pero a todos les mueve una cierta repetición de movimientos que, con un poco de concentración, te los limpias de un plumazo.

Ambientado en una época de colonización planetaria, al personaje le acompaña un drone -un búho robotizado como dicen en el videojuego- que se controla mediante la pantalla táctil del «DualShock 4», el nuevo y rediseñado controlador de la consola. Gracias a este aparato se puede desviar, entre otras cosas, la atención de enemigos, eliminarlos mediante la función atacar, piratear aparatos electrónicos o servirse de él a modo de tirolina para avanzar por terrenos con una difícil orografía. Divertimento aparte, es un fiel escudero del que se puede sacar mucho partido.

Pero volvamos al argumento. La historia comienza en la niñez del personaje y treinta años después de los acontecimientos de «Killzone 3». En un preámbulo nostálgico, donde Lucas Kellan, perteneciente a Vekta, raza similar al ser humano, certifica su existencia, luego se va uniendo a los conflictos generados en una ciudad dividida por un gran muro, que recordaría al Berlín de la posguerra, donde, tras él, se hallan miembros de los Helghast.

La guerra civil ha estallado y solo unos pocos elegidos tendrán que llevar la paz a sus fronteras. El mundo es un lugar muy diferente de lo que era entonces y las dos facciones de rivales conviven en una ciudad futurista repleta de peligros. Kellan es el miembro más destacado de las fuerzas especiales, encargadas de mantener un delicado equilibrio, y como tal tendrá que corregir los desfalcos del destino.

Se ha construído hacia la nueva generación pero manteniendo algunos aspectos genéricos. Es un título para todos los amantes de los disparos, aunque contiene un moderado nivel de exigencia. Se han replanteado todos los elementos de la franquicia para hacerlo más visual y contiene una iluminación que busca la espectacularidad, pero también se ha buscado la estrategia como método para acribillar y deshacerse de los enemigos. No hay que tirar de gatillo fácil porque, si no, estás perdido.

Eso sí, aunque parezca una contrariedad, para el que sea buen tirador, quizá sea un tanto predecible y fácil de leer con anticipación. Puede ser que el jugador sepa, nada más llegar a un enclave, el lugar exacto donde se alojarán los rivales y cómo se comportarán. En ese sentido, sí que responde a un patrón claro, pero puede ser el pecado de este género. Claro que las hordas de enemigos llegan en diferentes aspectos, desde francotiradores encubiertos, infantería, pero a todos les mueve una cierta repetición de movimientos que, con un poco de concentración, te los limpias de un plumazo.

Ambientado en una época de colonización planetaria, al personaje le acompaña un drone -un búho robotizado como dicen en el videojuego- que se controla mediante la pantalla táctil del «DualShock 4», el nuevo y rediseñado controlador de la consola. Gracias a este aparato se puede desviar, entre otras cosas, la atención de enemigos, eliminarlos mediante la función atacar, piratear aparatos electrónicos o servirse de él a modo de tirolina para avanzar por terrenos con una difícil orografía. Divertimento aparte, es un fiel escudero del que se puede sacar mucho partido.

Pero volvamos al argumento. La historia comienza en la niñez del personaje y treinta años después de los acontecimientos de «Killzone 3». En un preámbulo nostálgico, donde Lucas Kellan, perteneciente a Vekta, raza similar al ser humano, certifica su existencia, luego se va uniendo a los conflictos generados en una ciudad dividida por un gran muro, que recordaría al Berlín de la posguerra, donde, tras él, se hallan miembros de los Helghast.

La guerra civil ha estallado y solo unos pocos elegidos tendrán que llevar la paz a sus fronteras. El mundo es un lugar muy diferente de lo que era entonces y las dos facciones de rivales conviven en una ciudad futurista repleta de peligros. Kellan es el miembro más destacado de las fuerzas especiales, encargadas de mantener un delicado equilibrio, y como tal tendrá que corregir los desfalcos del destino.

La primera misión sitúa al jugador en un acantilado, sin armas, y tras la colina, se encuentran los primeros enemigos. Eliminados, gracias a este pequeño avión no tripulado se obtienen las primeras armas. Tras el devenir de los acontecimientos, comienza la diversión. La guinda de este primer plato para PS4 son sus estupendos gráficos. Su nivel visual es, sin duda, lo mejor de todo. Sangre, vegetación y rasgos faciales están totalmente perfilados. Tanto que quita el hipo. Ese realismo se estira hacia el horizonte provocando sensaciones propias de un combate cuerpo a cuerpo.

Eso sí, aunque de gráficos anda muy bien, historia y diálogo son poco convincentes y un tanto manido. Pero, sin lugar a dudas, es posiblemente el mejor título que ha acompañado. De hecho, se puede decir que establece un nivel alto para lo que puede lograrse en la nueva consola de Sony, mientras que da pequeñas pinceladas en cuanto a innovadores experiencias de juego se trata.

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