MOBILE WORLD CONGRESS DE BARCELONA

«Internet de las Cosas»: ¿Qué demonios es eso?

La propuesta de conectar todos los objetos electrónicos del planeta plantea, no obstante, varios desafíos técnicos y legales.

MADRID Actualizado: Guardar
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¿El futuro? ¿Una moda? El IoT o «Internet de las cosas» ha sido, sin duda, uno de los protagonistas del la última edición del Mobile World Congress celebrado en Barcelona. Esta propuesta tecnológica encarna una nueva era. Se trata de conectar los miles de objetos, más o menos cotidianos que nos rodean cada día, a la nube, convirtiéndolos, así, en los sensores de las ciudades. De esta forma, anticipa la llamada ciudad conectada.

Es el futuro que proclaman los expertos y fabricantes de tecnología. Un mundo donde la monitorización y los sensores inunden nuestro entorno. Urbes inteligentes, ultra conectadas y eficientes en todos los sentidos. Desde el aspecto energético al de movilidad urbana. Solamente se puede ser consciente del cambio que supondría si imaginamos lo que se ahorraría en tiempo y consumo de combustible.

Un ejemplo, si se pudieran evitar todas las horas en las que las conductores dan vueltas buscando un sitio para aparcar, si fuéramos capaces de reservar de antemano un espacio de aparcamiento en la vía pública, ¿habría entonces menos estrés y se optimizaría mejor los recursos tan importantes como el tiempo? Y por no hablar del efecto que tendría sobre la polución que asedia las ciudades. Algo así sería posible con solo utilizar sensores de aparcamiento conectados.

Este «Internet de las cosas» plantea, no obstante, varios desafíos técnicos y legales. Ahora mismo los sistemas de telefonía actuales como las redes 4G no son capaces de procesar miles de objetos conectados a la red al mismo tiempo y enviando datos en tiempo real. Se busca una alternativa. La evolución del 4G al 4.5G probablemente sí que pueda hacerlo, pero todavía es algo que está por ver. Por otro lado, está la frecuencia que usarían todos estos dispositivos que no pueden ser las actuales, ya que consumen mucha energía. Algunos fabricantes han propuesto la banda estrecha como la solución, pero todavía no es un estándar. Este tipo de banda, cubriría todas las necesidades del internet de las cosas, es eficiente, y atraviesa obstáculos como muros.

Así por ejemplo, AT&T junto a la firma Ericsson han llevado acabo el proyecto de «agua conectada» en donde varias decenas de analizadores de agua, controlan los 692 kilómetros del río Chattahoochee en Estados Unidos. Enviando continuamente datos precisos de la calidad del agua. Todo ello, usando sensores autónomos, que cuentan con un año de batería. Han logrado pasar de los 15.000 euros que cuesta un analizador industrial a los 500 euros de estos nuevos sensores. Eso, sin tener en cuenta el ahorro que supone en personal, al no necesitar ajustarlos, ni recoger los datos, ni cambiar la batería durante un año. Datos útiles, logrados de manera eficiente.

Otro buen ejemplo que pudimos ver en el Mobile World Congress de objetos, curiosos, que jamás cabría pensar que pudieran estar conectados, fue el caso de la empresa noruega Thinfilm, que crea etiquetas NFC para botellas de vino. Tecnología que puede detectar, incluso, si una botella de vino ha estado abierta o no. Esencial, para evitar falsificaciones en botellas, como la de un jerez de la bodega Barbadillo, que cuesta 15.000 euros la botella.

Davor Sutija, consejero delegado de la firma especializada Thinfilm cuenta a ABC cómo empezaron a crear botellas inteligentes. «Gracias a nuestra tecnología estas botellas inteligentes están protegidas por la tecnología de autenticación basada en etiquetas NFC OpenSense, diseñada para frustrar a los falsificadores, evitar las recargas no autorizadas y facilitar la autenticación de productos», asegura. «La era de Internet de las Cosas es real y llegó definitivamente para quedarse. Esta inteligencia implícita se podrá escalar a grandes volúmenes, en objetos de consumo diario».

La educación también se verá afectada

Sin embargo, sus posibilidades son, a priori, muy amplias. En educación incluso se ha propuesto aplicaciones. El profesor de Tecnología de la Información de la Universidad CEU San Pablo, Gianluca Cornetta, ha afirmado que la educación se verá afectada de forma sustancial por «Internet de las cosas», que permitirá la creación de «entornos de aprendizaje adaptativos, personalizados y distribuidos» en los que será el alumno quien gestione el flujo de información y marque los tiempos de su aprendizaje.

Esta tecnología supondrá para el mercado educativo, a juicio de los expertos, «nuevas oportunidades de negocio y una mejora sustancial de todos los procesos empresariales relacionados». En esta dirección, Cornetta ha explicado el proyecto europeo «Newton», que impulsa la Universidad CEU San Pablo junto a otros 13 partners académicos e industriales, que pretende superar las limitaciones de los sistemas de gestión de conocimiento actuales creando un entorno de aprendizaje adaptativo, capaz de generar contenidos personalizados y que incorporará nuevas experiencias interactivas y sociales.

«Al participar de forma activa en el proceso de aprendizaje, permitirá que los estudiantes desarrollen nuevas habilidades técnicas y sociales y por otro, facilitará la inclusión de alumnos con necesidades de educación especiales. Con ello se fomentará la integración social, se combatirá el abandono escolar, y se promoverá la integración de estudiantes con discapacidad en escuelas y clases convencionales», asegura este experto.

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