Detalle del Apple Watch, el próximo reloj inteligente de la compañía norteamericana
Detalle del Apple Watch, el próximo reloj inteligente de la compañía norteamericana - ARCHIVO
ANÁLISIS

El «smartwatch»: entre la moda y la tecnología

La respuesta de un gigante como es Apple a la llegada de nuevo tipo de producto ha sido crear su propio reloj inteligente, el Apple Watch, que intenta abrirse hueco mientras otras marcas se han adelantado a un concepto de dispositivo que apela al diseño frente a la funcionalidad

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El teléfono móvil está claro que es un indispensable, y mucho más para las generaciones que han crecido con él. Un «milenial», por ejemplo, prefiere quedarse sin coche a perder el móvil. Pero las nuevas generaciones van más allá y ni si quiera entienden la falta de conectividad en un dispositivo móvil.

El atractivo de los accesorios alrededor de un mercado como es el del teléfono móvil, es evidente, un terreno totalmente saturado, donde todo el mundo ya tiene su propio teléfono, independientemente de las prestaciones de cada modelo o las diferentes marcas. Por esa razón, los dispositivos «wearables» -vestibles, en español- vienen a complementar y enriquecer nuestra experiencia móvil, añadiendo pantallas y sensores a los objetos que llevamos puestos en nuestro día a día.

El reloj inteligente es el prime «wearable» que se ha impuesto como el complemento más obvio a nuestro teléfono. No había más que ver el Mobile World Congress de este año, con decenas de propuestas de «smartwatches» de todas las marcas. Nadie quiere perder la oportunidad de experimentar en una categoría que nadie, aún, ha conseguido popularizarlo. La oferta ha pasado por unos pocos modelos que cubren prácticamente todos los gustos y necesidades.

Sin embargo, el concepto de «smartwatch» como tal, ha evolucionado desde el Pebble, el primer modelo que realmente acercó la expectación del mercado -que para ser sinceros dista mucho de ser elegante, aunque es funcional-, ha sido muy distante. Aparecen diferentes modelos, pero en su mayoría dan al usuario prácticamente lo mismo que cualquier teléfono. Al no ser un producto totalmente transgresor ni revolucionario realmente su adopción se complica.

Reacción del sector

Por ejemplo, la primera vez que sujetas un Pebble en tu mano te da la sensación de tener un reloj «barato» en la mano, de esos que podrías encontrar en una caja de cereales. En este caso estamos hablando de un 100% de funcionalidad y 0% diseño, que únicamente atrae a los primeros amantes de la tecnología, los llamados «early adopters» en su denominación anglosajona, a los que les convence más la tecnología que la «elegancia».

Pero parece que las cosas están cambiando. Surgen nuevos modelos que apelan a otro tipo de público, el más exigente, aquel que ya es amante del diseño y los relojes tradicionales. Por eso, no es extrañar que hasta la tradicional industria relojera (Suiza como bandera) haya dejado la puerta entornada para cotillear acerca de la evolución de los relojes inteligentes. Y ya comienzan a aparecer marcas que han comenzado a experimentar con la tecnología.

Una manzana como esperanza

Sin embargo, la esperanza recae en una marca que, sin ser pionera, ha conseguido cautivar al público antes de hacer llegar su propio reloj inteligente. Apple demostró en su presentación de Apple Watch, que apuesta justo por lo contrario que el resto, es decir, por un reloj «inteligente» como objeto de moda, donde las características técnicas quedan en un segundo plano. Así, queda un 100% moda y una incógnita en la funcionalidad porque, aunque debutará con importantes aplicaciones, insisitimos: el «smartwatch» sigue siendo un móvil con pantalla más pequeña pero con correa.

Las principales empresas líderes de hardware y tecnología están desarrollando soluciones para sacar provecho de la ola de tecnología portátil. Y sí, la mayoría de los fabricantes también están empezando a hacer relojes con un aspecto más clásico, podríamos decir, según gustos, hasta bonitos como el LG G Watch Urbane o Huawei Watch, con esferas y coronas redondas, correas de calidad y un diseño cuidado. Vamos, un intento de equilibrar funcionalidad y diseño.

Potencial atractivo para el consumo

Está claro que un reloj, hoy en día, es más un complemento de moda y de distinción, que un dispositivo que da la hora. Para los expertos, es la próxima ola de la informática móvil. Aise Aldeniz, vicepresidenta de Intel, explicaba en declaraciones al diario ABC, la mayoría de las personas no quieren que se les vea como «geeks», por lo que no quieren tener «tecnología visible» sobre ellos. Esa es la razón de que James Bond, rodeado de la última tecnología, no pierde su elegancia, porque sus «gadgets» tecnológicos no parece que lo son.

Dependiendo del enfoque, el concepto de dispositivo «wearable» no es nuevo, según algunso expertos. «Las fuerzas militares han desarrollado gafas para los aviadores desde los años sesenta, mientras que los relojes-calculadora han existido desde la década de setenta. Lo que es nuevo es el potencial atractivo más amplio para el mercado de consumo, al igual que con los avances en la miniaturización de circuitos, sensores, baterías y tecnología inalámbrica. Estos dispositivos han aumentado significativamente la facilidad de uso y posibles aplicaciones del concepto», señala Fabiano Vallesi, analista del banco privado suizo Julius Baer.

A juicio de este experto, la llegada de los teléfonos con amplias funciones («smartphones») y las tabletas («computadoras cuaderno») han permitido establecer una nueva era dentro de la tecnología. «Los wearables podrían tener grandes repercusiones mediante la creación de una nueva categoría en el espacio de la tecnología. [Estos aparatos] pueden interrumpir o acelerar el cambio dentro de la industria fuera de la tecnología, como los dispositivos de monitorización de salud», subraya Vallesi.

Las expectativas del mercado

En ese sentido, el mercado de dispositivos vestibles está creciendo rápidamente y, según las previsiones de la industria, el mercado mundial podría aumentar considerablemente en los próximos años, hasta llegar a una horquilla que oscila en torno a 200 y 500 millones de dispositivos en 2020. En comparación, el pasado año se enviaron más de 1.200 millones de «smartphones», según la firma de análisis IDC.

Para Vallesi, estamos ante un gran mercado direccionable: «Como estos dispositivos vestibles son cada vez más útiles y esenciales para la vida de las personas, es probable que lleven a un cambio significativo en su comportamiento [...] La gente será capaz de cuantificar sus vidas y las empresas podrán adaptar sus productos y servicios basados en esos datos».

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