«Usar humanos para ensayar si un coche es tóxico es un disparate»

La legislación prevé el uso de humanos pero solo para probar nuevos fármacos. En el caso de los animales, hay más posibilidades

J. G. Stegmann

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«La hemos cagado por completo», dijo el jefe de Volkswagen en Estados Unidos, Michael Horn , tras admitir hace dos años que la empresa había falseado con un sotware las emisiones de gases contaminantes en once millones de sus automóviles diésel.

El conocido como caso «dieselgate» ha cobrado ahora otra dimensión: el diario alemán Süddeutsche Zeitung reveló que esta y otras empresas automovilísticas realizaron pruebas con seres humanos para medir el impacto de las emisiones de sus coches. También se hicieron experimentos con monos: en este caso, fue el diario «The New York Times» el que reveló en 2014 que los primates habían sido introducidos en cámaras de gas y, mientras los entretenían con dibujos animados, el dióxido de nitrógeno penetraba en sus pulmones.

El uso de seres humanos en ensayos clínicos no es una novedad. En Europa, por ejemplo, la norma por la que se rige esta práctica se conoce como Buenas Prácticas Clínicas (BPC) según define una directriz de la Conferencia Internacional de Armonización (ICH-GCP). Se trata de una norma de calidad internacional de obligada aplicación en todos los estados miembros de la UE, según explica en su página web la Academia Europea de Pacientes.

Pero esta regula el uso de medicamentos en personas, en ningún caso, prevé la inhalación de gases. « Usar humanos para ensayar si un coche es tóxico es un disparate , rompe todas las exigencias éticas y solo se podría llevar a cabo de forma clandestina», apunta César Nombela Cano , miembro del Comité de Bioética de España.

Nombela explica que la experimentación con humanos en ensayos clínicos para el desarrollo con medicamentos está admitida dentro de unos márgenes y que « en ningún caso supone emplear a un ser humano como si fuera uan cobaya para determinar la toxicidad de un coche ». De hecho, en el caso de los fármacos, agrega Nombela, está implicito que si se llega al punto de experimentar con personas es porque hay razones fundadas para pensar que puede ser benficioso, cosa impensable en el caso de un gas contaminante.

Cuestión (y legislación) aparte es la que afecta al uso de animales. Si bien la imagen de diez monos en una cámara de gas es difícilmente aceptable los científicos tienen diversas opiniones al respecto. «Coger a diez monos y exponerlos a la inhalación de gases sin controles ni protocolos me parece una aberración pero a lo mejor lo han hecho por una cause noble y justificada que es llegar a la conclusión de que esos motores no se pueden usar», apunta Juan Lerma , director del Instituto de Neurociencias de Alicante CSIC-UMH . Lerma recuerda que la Directiva Europea (2010/63/UE) relativa a la protección de los animales utilizados para fines científicos justifica el uso de primates no humanos para la propia «conservación de la especie de primate no humano utilizada o cuando el trabajo esté relacionado con afecciones que puedan poner en peligro la vida de los seres humanos».

La decisión de los comités de ética

«Un estudio de esta naturaleza con monos podría contemplarse por ejemplo si las concentraciones fueran las mismas que las de una gran ciudad. Sin embargo, mientras que en España sería muy chocante en Estados Unidos sí podría llegar a hacerse», señala Isabel Blanco, vicepresidenta de la Sociedad Española para las Ciencias del Animal de Laboratorio (SECAL). Los científicos coinciden en que son los comités de ética de cada institución (universidades) y los estatales (que se suman a los autonómicos en España) los que tienen la última palabra a la hora de determinar si un estudio puede o no llevarse a cabo.

Pero el verdadero problema en este caso no es la legalidad o no del uso de animales sino el hecho de que para este experimento Volkswagen, según informó «The New York Times», usó un modelo «Beetle» cuyos niveles de polución eran menos dañinos en el laboratorio de los que circulan por las calles. «Lo que se pone en tela de juicio en este caso no son los monos sino que los coches estaban trucados, el experimento en sí fue un fraude , engañaron a los propios investigadores», agrega Lerma.

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