Los padres de Charlie Gard con las 350.000 firmas que piden que el niño pueda viajar a EE.UU.
Los padres de Charlie Gard con las 350.000 firmas que piden que el niño pueda viajar a EE.UU. - Afp

Un tribunal de Londres decide hoy si permite un tratamiento para Charlie Gard

«Merece una oportunidad», dicen los padres del niño de once meses en estado vegetativo

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Hoy vuelve a los tribunales el caso del niño londinense Charlie Gard, de once meses, sumido en estado vegetativo y hospitalizado desde octubre del año pasado por una rara enfermedad mitocondrial. Un Alto Tribunal de Londres estudiará si autoriza o no que el pequeño sea sometido al tratamiento alternativo que ofrece un hospital pediátrico del Vaticano, tal y como desean los padres.

Los progenitores, Chris Gard, de 33 años, y Connie Yates, de 31, recibieron el mes pasado dos duros reveses judiciales, en la Corte Suprema británica y en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que dieron la razón el hospital donde se encuentra Charlie y establecieron que había que retirar las asistencias que lo mantienen con vida.

Todo cambió tras el apoyo del Papa Francisco y Donald Trump, que defendieron el derecho a la vida y respaldaron la posición de los padres. Tras esas intervenciones el caso ha dado la vuelta al mundo y un hospital estadounidense ha ofrecido un nuevo tratamiento experimental, al que se suma la oferta del centro del Vaticano.

El hospital donde se encuentra Charlie Gard desde octubre del año pasado, el Great Ormond Street del centro de Londres, cree que esos tratamientos resultan «injustificados», porque no ofrecen una cura. Pero aun así el centro clínico ha decidido volver a someter el caso a la consideración de la justicia, lo que se estudiará en la vista de esta tarde en la capital británica.

Los padres defienden que «Charlie merece una oportunidad» y señalan que si antes las posibilidades de sobrevivir de su hijo parecían nulas, ahora son de un diez por ciento. El domingo la pareja se presentó en público con una caja con las 350.000 firmas que han recabado en todo el mundo pidiendo que Charlie pueda viajar a EE.UU. para ser atendido allí.

«Esto es como vivir en un infierno. Yo no puedo sentarme ahí y verlo con dolor y sufriendo. Los padres sabemos cuando un niño está listo para irse y hay que dejarlo, pero Charlie todavía está peleando», advierte Connie Yates, su madre. «Es horrible que la decisión sobre él haya sido retirada de nuestras manos. No es solo lo que digamos nosotros, es que hay hospitales y médicos que quieren tratar a Charlie y pensamos, como ellos, que eso es lo mejor».

Su marido Chris explica que «si ganamos el caso iremos a América y si en la primera semana de tratamiento empieza a sufrir y siente dolor lo dejaremos morir. Esto no va de nosotros, va de Charlie y la oportunidad que merece».

La pareja, vecinos de Bedfont, en el Oeste del Gran Londres, tuvo a Charlie el 4 de agosto del año pasado. Cuando nació parecía un niño perfectamente sano, pero al mes ya observaron que no avanzaba como los otros bebés de su edad. Había heredado un fallo en el gen RRM2B, una rara enfermedad mitocondrial, con solo 16 casos en el mundo, que lo fue debilitando hasta inmovilizarlo por completo. La dolencia afecta a las células responsables de ofrecer energía para el cuerpo. El niño no ve ni oye, traga o llora. Respira con ayuda de un ventilador mecánico y según el hospital Great Ormond sufre daños cerebrales severos e irreversibles, algo que sus padres consideran que no está probado.

El tratamiento experimental les ha devuelto la esperanza, pero algunos especialistas estadounidenses advierten que no funcionará en un caso tan avanzado como el de Charlie. Los tribunales ordenaron que fuese desconectado de las asistencias que lo mantienen con vida para que tenga una muerte digna. Los padres, muchos simpatizantes de su causa, el Vaticano, Donald Trump discrepan, invocan el derecho a la vida y que no deben negárseles a los progenitores la opción de pelear hasta el final por una cura.

La madre de Charlie no critica al hospital. Reconoce que «han hecho grandes cosa»”. Pero explica que todos los niños que están allí reciben tratamiento «y Charlie también merece esa oportunidad». El debate radica en si realmente ese tratamiento existe y qué conseguiría.

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