Cada dólar invertido contra la depresión vería su rendimiento cuatriplicado, señala el estudio de la OMS
Cada dólar invertido contra la depresión vería su rendimiento cuatriplicado, señala el estudio de la OMS - ABC

Tratar la depresión y la ansiedad tendría un impacto positivo en la economía mundial

El Banco Mundial y la OMS publican un estudio que por primera vez vincula cada dólar invertido en tratamientos con su rendimiento. La conclusión es que multiplicaría por cuatro su rendimiento, además de mejorar la salud mental del enfermo, como es evidente

Ginebra Actualizado: Guardar
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Cada dólar invertido en tratamientos contra la depresión y la ansiedad vería su rendimiento multiplicado por cuatro ya que mejorarían no solo la salud mental del enfermo sino que provocaría un mayor rendimiento laboral, según el último estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado este martes 12 de abril conjuntamente con el Banco Mundial.

Esta es la primera vez que un estudio de la OMS establece de manera inequívoca una relación entre la salud mental y los beneficios económicos que pueden conseguirse invirtiendo en tratamientos contra la depresión y la ansiedad que, de acuerdo con la agencia sanitaria de la ONU, son desórdenes mentales que afectan anualmente a un mayor número de personas en todo el mundo.

De acuerdo con las cifras de la OMS, actualmente un 10% de la población mundial está afectada

por estos problemas de salud. Porcentaje que no cesa de aumentar desde que, en el periodo 1990 a 2013, estas cifras dieran un gran salto al pasar de 416 a 615 millones el número de personas afectadas por estas patologías, un aumento de un 50%.

Actualmente estas enfermedades, que no son mortales, representan el 30% de los gastos del presupuesto total de los sistemas de salud aunque, debido al creciente número de conflictos armados y de emergencias humanitarias, se ha disparado el número de afectados por las mismas en los últimos años ya que, en estas situaciones, se calcula que una de cada cinco personas sufre una enfermedad mental o ansiedad.

El estudio, titulado «Salir de la oscuridad», concluye que no hay sólo una razón médica para tratar este tipo de desórdenes sino también un argumento económico, ya que los tratamientos contra la depresión y la ansiedad no son demasiado costosos si se tienen en cuenta sus consecuencias beneficiosas para el bienestar y la prosperidad económica que procuran a los afectados.

La OMS realizó una simulación del coste de los tratamientos antidepresivos o ansiolíticos en treinta y seis países, con ingresos medianos o elevados, durante los próximos quince años –de 2016 a 2030- estimando que mejorar los tratamientos existentes, basados principalmente en terapias psicológicas y medicación antidepresiva, costarían unos 147 billones de dólares.

Sin embargo, esta inversión de 147 billones de dólares se vería con creces rentabilizada ya que con sólo una pequeña mejora de la productividad, un 5%, se conseguiría un incremento en la producción de 399 billones de dólares, a los que se sumarían unos 310 billones de dólares más de beneficios suplementarios derivados de una mejora en la salud, señaló la OMS.

Por el momento las inversiones en tratamientos de este tipo son escasas ya que según las cifras publicadas en la última edición del «Atlas de la Salud Mental de la OMS», fechado en 2014, los gobiernos gastan un promedio de un 3% de los presupuestos de salud en la salud mental, uno por ciento en los países en desarrollo y 5% en los industrializados.

«Aunque millones de personas en el mundo viven con un desorden mental, este problema sanitario permanece en la sombra», declaró el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim. El dirigente añadió que no se trata sólo de un tema de salud, sino de desarrollo. «Debemos reaccionar ahora porque la economía mundial no puede costearse una pérdida de la productividad», precisó.

La publicación de este estudio coincide con un artículo sobre el mismo tema publicado por la revista científica «The Lancet» que reiteró el enfoque de la OMS sobre los resultados que pueden obtenerse invirtiendo en tratamientos contra la depresión por mejorar no sólo la calidad de vida personal, sino también aumentar la producción y tener consecuencias positivas para gobiernos y empleadores.

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