El director del Instituto Andaluz de Geofísica de Granada, José Morales, señala la gráfica que dejó el terremoto con epicentro en el Mar de Alborán de 6,3 grados
El director del Instituto Andaluz de Geofísica de Granada, José Morales, señala la gráfica que dejó el terremoto con epicentro en el Mar de Alborán de 6,3 grados - EFE

Los temblores en Melilla, Málaga y la zona del mar de Alborán pueden prolongarse un año

Desde el terremoto del 25 de enero, la zona ha registrado ya unos 1.700 seísmos de mayor o menor magnitud

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En la madrugada del viernes un temblor de 4,7 grados de magnitud se registró en el mar de Alborán y solo tres minutos después, a las 5.19 de la madrugada, se producía otro de 4,1 grados, que se sintieron en Melilla, Granada, Málaga y algo menos en Almería. Todos estos temblores forman parte de las réplicas del terremoto del pasado 25 de enero, que alcanzó los 6,3 grados, y que hasta el momento es el mayor se la serie sísmica que comenzó el 21 de enero, según explica a ABC Mercedes Feriche, responsable del Área de Prevención del Instituto Andaluz de Geofísica. Según el Instituto Geográfico Nacional la zona ha registrado ya unos 1.700 seísmos de mayor o menor magnitud desde el 25 de enero.

«Lo normal es que a estas alturas siga habiendo réplicas y de esa magnitud, no nos extraña en absoluto -apunta Feriche- Y seguiremos teniendo más, aproximadamente durante un año». Jesús Ibáñez, también investigador del Instituto Andaluz de Geofísica, explica que «un terremoto de una magnitud significativa, por encima de 6, implica un proceso de réplicas que puede prolongarse durante meses incluso años, en este caso puede ser un año sin ningún problema. Un terremoto de magnitud 6 va a tener un número significativo de réplicas de magnitud 5 y 4, muchas de 3 y así sucesivamente». Por tanto, aunque entiende la alarma social que crea esta sucesión de temblores, asegura que es «lo normal».

«El problema -concede Ibáñez- es que nosotros vivimos en una región sísmica donde el periodo de ocurrencia de estos terremotos no es tan frecuente como en otras zonas, por ejemplo Chile, Japón o México, donde terremotos de magnitud 4,5 o 4,6 son mucho más frecuentes». Y no hace falta que nos vayamos tan lejos, dentro de la cuenca mediterránea, en Italia, Grecia y Turquía, también son mucho más frecuentes este tipo de seísmos. Esas zonas tienen un riesgo sísmico alto, el de España es medio. Y dentro de la Península, el sur y el sureste son las áreas de mayor riesgo sísmico.

El peor el de Cabo de San Vicente

No obstante, los terremotos más grandes históricamente se han registrado en el Cabo de San Vicente. Como el mal llamado terremoto de Lisboa -matiza Feriche-, que se registró en el océano Atlántico al suroeste del Cabo de San Vicente el 1 de noviembre de 1755, y que es el antecedente histórico más importante dentro de la Península Ibérica. En la zona del mar de Alborán, en cambio, el terremoto de 6,3 del pasado 25 de enero es el mayor registrado al menos desde que hay registro instrumental, poco antes de mitad del siglo XX.

Pero aunque España esté en una zona de riesgo sísmico medio, «tampoco podemos vivir de espaldas al riesgo sísmico», dice la investigadora del Instituto Andaluz de Geofísica. «Es cierto que a día de hoy no se pueden predecir los terremotos, pero sí podemos prevenir los efectos que pueden tener, porque sabemos dónde van a ocurrir, cómo de grandes van a ser y los efectos que pueden provocar. Y en nuestra mano está que esos efectos sean los menores posibles». Y nos deja estos consejos.

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