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Imágenes de la cabecera de la protesta de Madrid - AFP

Los taxistas colapsan Madrid y Barcelona contra los servicios prestados desde el smartphone

Denuncian intrusismo por parte de Uber o Cabify, plataformas más baratas gracias a su menor regulación

Barcelona/Madrid Actualizado: Guardar
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Dos madrileños, uno al sol y otro a la sombra, que buscaban dos taxis para acudir al centro de la capital se quedaron ayer con las ganas. La escena ocurrió a las doce y media de la mañana en un barrio de la periferia de la capital, coincidiendo con el paro de dos horas que los taxistas llevaron a cabo para protestar contra el, a su juicio, trato de favor que brindan las instituciones a las plataformas de chóferes y de vehículos de arrendamiento con conductor (VTC). Es decir, Uber, Cabify y similares.

«No se están dando respuestas ni soluciones eficaces a la grave situación en la que se encuentran los más de 15.000 taxistas de Madrid que proporcionan con licencias municipales un servicio regulado al público».

Así de tajantes se mostraron los organizadores de la protesta, que culminó con una manifestación que colapsó el centro de Madrid —entre la plaza de Colón y la de Cibeles— y una misiva dirigida a la alcaldesa Manuela Carmena. Con ella, la Federación Madrileña del Taxi cumplió su amenaza de paralizar la ciudad después de que, hace menos de un mes, los taxistas intentaran boicotear sin éxito la feria de arte ARCO porque Ifema, entidad que albergó el evento y que está presidida por Luis Cueto, coordinador general de Alcaldía, contratara los servicios de Cabify.

Entonces los taxistas explotaron y ayer, más organizados, colapsaron el centro de Madrid y Barcelona para corear sus quejas. «Los VTC quieren ser taxis sin ser taxis», critica Jesús Fernández, vicepresidente de la Federación del Taxi de Madrid, quien lamenta que este tipo de vehículos, «que pertenece a un sector paralelo», quiera competir en su mismo sector. «Ellos infringen la norma diariamente en todos sus servicios», denuncia Fernández, que acto seguido explica que mientras un taxi puede dar vueltas por la ciudad en busca de viajeros, los vehículos de Uber, Cabify y el resto no pueden hacerlo «en ningún caso».

«Tampoco pueden propiciar la captación de clientes, que quiere decir que no pueden estacionar cerca de estaciones de tren o lugares de gran afluencia como ocurre con los taxis», ahonda Fernández, que subraya la diferencia de precio que existe entre las dos licencias.

«A perdigonazos»

«Una licencia de taxi cuesta entre 120.000 y 140.000 euros», asegura el vicepresidente de la Federación, quien dice que la de un VTC ronda los «20.000 o 30.000 euros». ABC preguntó por el precio de las licencias a Cabify, que denegó ofrecer datos; también sobre el volumen de su plantilla de conductores. Esta empresa se remitió a Unauto, la Unión Nacional de Autoturismos. En un comunicado, esta asociación que representa al sector del alquiler de vehículos con conductor denunció «los actos de violencia» que habían sufrido «por varios taxistas» durante las protestas convocadas ayer en Madrid y Barcelona. Unauto asegura que se produjeron «episodios de amenazas, coacciones y agresiones» en los que se llegaron a usar en Madrid «pistolas de perdigones» y se puso en riesgo «la integridad física» de los conductores de VTC.

Los taxistas afectados denuncian que se están incumpliendo las proporciones establecidas por ley de que exista una licencia de VTC por cada 30 taxistas. En esta misma línea, claman contra la especulación pura y dura que está conllevando estas nuevas licencias, que desde el sector del taxi apuntan a que ya se revenden por hasta 50.000 euros. En conocidos portales de internet, estas licencias oscilan entre los 40.000 y los 70.000 euros.

Según indica el vicepresidente de los taxistas madrileños, también hay un límite para el número de VTC en cada ciudad, pero no se cumple: «Hay uno por cada ocho taxis». La Comunidad de Madrid, por su parte, confirmó a este diario que en la región se han otorgado 2.124 licencias de este tipo. Esta cifra es acorde «a grosso modo» con lo que denuncian los taxistas, ya que en la región hay 15.923 licencias de taxi, según su federación. De todos ellos y según las mismas fuentes, 6.000 habrían participado en una huelga en la que también colapsaron los aparcamientos del centro de Madrid con más quejas. «No es que los VTC sean más baratos, es que tienen una tarifa variable que suben cuando hay más demanda», subraya Fernández sobre los vehículos Uber, quien es más partidario de la tarifa regulada de su negocio, en el que «un trayecto siempre cuesta lo mismo, aunque sea a las dos de la madrugada y con una alta demanda».

En Barcelona, por su parte, el sector paró motores y prolongó la huelga durante 12 horas –de 8.00 a 20.00–, durante las que no se vio ni un coche amarillo y negro en servicio. El seguimiento unánime se notó en el asfalto y causó especiales problemas a turistas y ejecutivos. La manifestación que se celebró al mediodía reunió a 6.000 taxistas –2.800, según la Guardia Urbana–. La marcha, que transcurrió por el centro de la ciudad condal, fue muy ruidosa –con cánticos como «El taxi unido, jamás será vencido», pitos y tracas de petardos– y tuvo momentos de tensión cuando los taxistas intentaron entrar al Ayuntamiento para conseguir hablar con la alcaldesa Ada Colau. La puerta de la casa consistorial se cerró «in extremis».

En Barcelona, Uber no ofrece sus servicios por falta de licencias –descartó intentar el negocio el pasado noviembre– y Cabify tiene apenas 24 vehículos en circulación. El problema se ha endurecido después de que, según fuentes del sector, se hayan solicitado 3.000 nuevas licencias para conductores privados que quieran operar como taxistas. La concejal de Movilidad, Mercedes Vidal, defendió que la ciudad «no necesita 3.000 licencias más de transporte para viajeros» y exigió a la Generalitat de Cataluña, que es quien reparte estos permisos, que controle mejor estas concesiones.

Oferta y demanda

Que estos servicios de plataformas online tengan cada vez más clientes responde al avance tecnológico que permite que los VTC puedan asumir de forma casi inmediata una petición. Con los VTC basta con bajarse una aplicación al móvil y mover un dedo para que, en unos minutos y por geolocalización, un vehículo negro aparezca en el lugar elegido. Pero los taxistas afectados exigen a las administraciones públicas que frenen el aumento de las licencias VTC y refuercen los controles para que cualquiera que trabaje como taxista tenga que hacer frente a iguales impuestos y ofrezca las mismas tarifas prefijadas.

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