REPORTAJE GRÁFICO: CURRO VALLEJO

Roquetas, equilibrio multicultural en el alambre

El municipio conjuga la pujanza de la agricultura intensiva con el turismo de sol y playa bajo el paraguas de la integración social

Almería Actualizado: Guardar
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Las reyertas callejeras del pasado Día de Navidad protagonizadas por ciudadanos subsaharianos no hacen más que poner de manifiesto que la convivencia entre inmigrantes y españoles continúa siendo una asignatura pillada con alfileres y en la que hace falta hincar más los codos. Símil educativo con el que se retrata una realidad, la de la Comarca del Poniente almeriense, en general, y Roquetas de Mar, en particular, que no hace más que evidenciar que la integración pende de un hilo y que éste se suele romper por acontecimientos de mayor o nivel calado. En esta ocasión la muerte a puñaladas de un guineano a manos de un ciudadano de etnia gitana durante una discusión de tráfico.

La oleada de violencia originada por centenares de subsaharianos que tenían como objetivo prender fuego a la vivienda del homicida para placar su sed de justicia «no puede echar por tierra» el trabajo realizado hasta el momento para propiciar una convivencia en armonía.

Lo dice el alcalde del municipio, Gabriel Amat, que defiende que se ha de hacer todo lo posible por «mantener el buen clima de integración que existe tanto en Roquetas de Mar como en la provincia de Almería».

Su localidad cuenta con cerca de 92.000 habitantes, de los que casi un tercio son extranjeros. De entre los foráneos destacan los rumanos, que suponen alrededor del 40% de los no nativos. Con una tasa de paro que ronda el 20% Roquetas de Mar ha sabido conjugar a la perfección la pujanza del sector hortofrutícola con el turismo de sol y playa. Se podría decir que los invernaderos y los hoteles van de la mano a la hora de lubricar un motor económico que no deja de acelerar y que depende tanto de los ciudadanos españoles como de los extranjeros. Una parte importante de los inmigrantes trabaja en las cerca de 3.000 hectáreas de cultivos bajo plástico y su industria auxiliar, mientras que otra lo hace en hoteles, restaurantes, bares y locales de ocio.

Mihail P. es un rumano de 31 años afincado en Roquetas desde casi una década. Llegó en los autobuses que repletos de compatriotas partieron en los años de la bonanza económica en busca de un futuro prometedor. Llegó con una mano delante y otra detrás. Ahora trabaja como portero de discoteca los fines de semana y como jornalero en un invernadero el resto de los días. Casado con una joven almeriense, con la que tiene un hijo de menos de dos años, reconoce que la convivencia es «buena», aunque en ocasiones «pueda haber algún conflicto, como ocurre en todas las partes». Y es que en 2005 la población de Roquetas de Mar no superaba los 66.000 habitantes, y en diez años ha crecido en más de 25.000.

Pero no son los extranjeros los únicos que han puestos sus ojos en este municipio costero para labrarse un futuro. Los pueblos del interior de la provincia y de tierras vecinas como las de Granada y Jaén también han puesto su granito de arena en el crecimiento exponencial registrado en la localidad. Fueron muchos los almerienses, granadinos y jiennenses que apostaron por el turismo y la agricultura intensiva como motores de la revolución económica. Y no se equivocaron. Precisamente fue un colono, Francisco Fuentes Sánchez, más conocido como Paco «El Piloto», el precursor del boom del campo al recubrir una rudimentaria y ligera estructura levantada a base de cañas y alambre con una película de polietileno. Los resultados fueron sorprendentes. Las plantas crecían a un ritmo endiablado, requerían mucha menos agua y la adversa climatología no les afectaba.

Pero no fue el único visionario. En el otro sector, el del turismo, una de sus cabezas visibles es el empresario José María Rosell, que en 1967 puso en marcha el Hostal Casablanca de Garrucha, y hace 25 años reestructuró todo su entramado empresarial con la creación del Grupo Hoteles Playa, con sede en Roquetas de Mar. Como él mismo reconoció hace escaso tiempo durante la conmemoración del XXV aniversario de su compañía, ésta acumula más de 7.000 camas repartidas por toda España y el primer Parque Temático del Desierto ubicado en Tabernas.

Un crecimiento económico el de esta localidad que no habría sido posible sin la irrupción de la mano de obra inmigrante. Como en cualquier sociedad, la comunidad extranjera, al igual que en cualquier territorio, se afana en adaptarse al entorno, trabaja codo con codo con los nativos y pone en marcha sus negocios, algunos de ilícita actividad, como también hacen aquellos españoles que pretenden amasar una fortuna por la vía rápida y de espaldas a la Ley. Precisamente es en ese caldo de cultivo donde se generan los conflictos sociales. El Ayuntamiento roquetero trabaja en limar tensiones y propiciar una integración plena, pero siempre hay quien prefiera sacar los pies del tiesto.

Tras el Gordo llegó la alegría del Niño

A los roqueteros, tras lo ocurrido esta Navidad, no hay quien les quite de la cabeza que dinero llama a dinero. Después de que la administración número 2 de Roquetas de Mar vendiera 113 series del Gordo del pasado 22 de diciembre, lo que se traduce en una lluvia de 452 millones de euros, un establecimiento de prensa, que sella apuestas del Estado y vende lotería, a través de su expendedor electrónico distribuyó dos décimos del primer premio del Niño. Tanto la propietaria de esta tienda, Ángeles Martín, como sus amigos del Bar Bernardo están convencidos, al igual que buena parte de los vecinos del municipio que Antonio, un trabajador de un hotel de la urbanización, habría sido agraciado por partida doble.

«Por lo que me han dicho los del bar Bernardo a esta persona le tocó también el Gordo de Navidad y ahora dos décimos del Niño; eso es tener suerte». Lo dice Ángeles Martín y de ser cierto se habría embolsado 960.000 euros libres de impuestos, según unos, y 320.000 euros, según otros, a tenor de que al parecer, como defiendes estos últimos, en ambos sorteos habría compartido los décimos con dos amigos.

Entre los no afortunados y que tras el sorteo del Niño han visitado el negocio de Martín con la intención de tentar a la suerte se encuentra María López, que, con cierta rabia, reconoce que «no me ha tocado un durico, ni en la de Navidad ni en la de esta tampoco». Algo similar le ha ocurrido a Francisco Pérez, otro de los clientes, a quién la lotería no le había dado «absolutamente nada y la verdad es que llevaba bastante. Llevaba para mis hijos y para mí, pero nada de nada». Para muchos esta lluvia de dinero responde al azar y la fortuna, para otros, como el alcalde de la localidad, Gabriel Amat, el «dinero ha caído por la gracia del Espíritu Santo».

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