El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, junto a Paul Ryan, en el centro, y el senador republicano Mitch McConnell
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, junto a Paul Ryan, en el centro, y el senador republicano Mitch McConnell - REUTERS

Los republicanos amenazan en EE.UU. con derribar el acuerdo si gobiernan

El presidente Obama se atribuye el liderazgo de «un pacto que va a cambiar el mundo»

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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Si la mayor parte del mundo celebra el pacto sobre cambio climático alcanzado en París por dos centenares de países, en Estados Unidos ha reavivado el enfrentamiento político entre el Obama y los republicanos, que amenazan con echar abajo el acuerdo si en enero de 2017 el nuevo presidente del país pertenece a su partido. Poco después de que el inquilino de la Casa Blanca se atribuyera el liderazgo de la que a su juicio supone «la mejor oportunidad para salvar nuestro Planeta», el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, salió en tromba para arremeter contra Obama por «hacer promesas y cerrar acuerdos que no va a poder cumplir».

La polémica no es nueva. El histórico pacto sobre el cambio climático y la reducción de gases de efecto invernadero supone en la práctica la reducción de la dependencia del carbón, que muchas empresas de Estados Unidos emplean como principal (a veces único) recurso energético.

Mientras los demócratas, con el presidente Obama a la cabeza, han apostado por un acuerdo en París, los republicanos, incluida la totalidad de los aspirantes a la nominación en 2016, rechazan el compromiso. Las diferencias son de fondo: los primeros abrazan la teoría científica de que el Planeta va camino de la destrucción por la mano del hombre, mientras que los segundos la rechazan, y comparan el desgaste del Planeta con otros momentos en los que ha sufrido cambios radicales por su propia evolución natural, a lo que añaden la amenaza que supone para muchas empresas y puestos de trabajo. El hecho de que el cumplimiento del acuerdo de París esté condicionado a la evolución interna de cada país y de sus necesidades políticas y económicas, como Estados Unidos defendió, deja abiertas dudas sobre su efectivo cumplimiento.

El presidente Obama, que ha comprometido su prestigio personal para que se llegara a un acuerdo en lo que pretendía fuera parte de su legado político, aseguró en un mensaje emitido minutos después del acuerdo en París que «a corto plazo, el pacto significará que habrá menos polución por carbón, que amenaza nuestro Planeta, y más empleo y crecimiento». Una interpretación económica frontalmente opuesta a la republicana.

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