Laura, la enfermera siria, en Barcelona
Laura, la enfermera siria, en Barcelona - INÉS BAUCELLS

Refugiados sirios«Te acostumbras a vivir con el aliento en la muerte»

Laura (nombre ficticio), farmacéutica y refugiada siria, revive para ABC su recuerdo traumático al vivir y huir de un conflicto armado

Barcelona Actualizado: Guardar
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Cuando, con 16 años, le enseñaron en el colegio cómo manejar un arma, Laura (nombre ficticio) supo que solo por ser Siria tenía más probabilidades de vivir un conflicto armado que otros jóvenes de su edad. La historia de esta farmacéutica de 32 años, que nació en Barcelona -su madre es andaluza y afincada en Cataluña- pero con solo dos meses se trasladó a su país con su familia, es la de millones de refugiados que desde que estalló la guerra en Siria intentan sobrevivir a la muerte y a la desolación. Una de las últimas imágenes que recuerda del lugar que la vio crecer es la de su farmacia y su casaen ruinas por el impacto de las bombas.

«Acabas acostumbrándote al horror y al silbido de los proyectiles, aunque al principio sientas mucho miedo», dice la joven, que ha pasado de ser receptora de la ayuda humanitaria de Acnur a colaborar con esta entidad en un proyecto en el que participa «La Caixa».

Sin embargo, su recuerdo más traumático no son los cadáveres que ha tenido que ver durante todos estos años, sino la imagen de su padre arrestado por la guardia del país. «Le miré fijamente con desesperación porque pensé que no volvería a verle», explica afectada en una entrevista a ABC.

¿Tienes doble nacionalidad?

«Lo más duro fue ver cómo se llevaban preso a mi padre. Pensé que no le vería más»

Sí, por suerte. Mi madre es uno de los muchos andaluces que llegaron a Cataluña en los años sesenta. Aquí conoció a mi padre, que es sirio y se desplazó a Barcelona por cuestiones profesionales. Es pediatra y estuvo trabajando en varios hospitales, entre ellos el Clínic.Fue en esos años cuando se conocieron y se casaron.De esta unión nacimos mi hermana y yo. Sin embargo, mi padre tuvo siempre claro que su estancia en España era temporal. Por eso, cuando yo tenía solo dos meses regresamos a Siria con mi madre. Mi hermana se quedó.

Entonces, lo has tenido más fácil para llegar a nuestro país, ¿no?

Sin duda. Mis familiares, amigos, y conocidos han tenido que pasar por el calvario de las pateras. Mis padres y yo, por suerte, lo hemos tenido más fácil. Eso no significa que no haya vivido la cara más amarga de la guerra.

¿Cuándo fuistes realmente consciente del alcance del conflicto?

La guerra estalló en el sur, en Damasco, aunque a los pocos meses llegó a Homs, donde residimos. Bueno, de hecho, vivimos en un pueblo cercano, Quseir, que se encuentra a 12 kilómetros de Líbano. Fui consciente cuando vi los tanques en mi pueblo y estalló la primera bomba. Hasta entonces vivíamos muy bien. Mi padre era médico y yo me había licenciado en Farmacia en Jordania y tenía mi propio negocio en el pueblo.

¿Cuándo sentiste miedo por primera vez?

Estado en el que quedó la farmacia de Laura, al fondo
Estado en el que quedó la farmacia de Laura, al fondo - FOTO CEDIDA A ABC

Estaba en casa y sentí un temblor fuerte. Me desplacé hasta la cocina y ví que había impactado una bomba y había causado destrozos, aunque no se destruyó la vivienda. A partir de entonces era oir un silbido y rezar para que no te alcanzara.

¿Cuál fue el primer episodio con muertos en tu localidad?

El primer muerto fue el sobrino de una amiga. Era un joven de solo 20 años con retraso mental que tuvo la osadía, según explican, de enfrentarse a la guardia del país y le arrestaron.Cuando lo devolvieron a la familia estaba muerto y destripado.Fue un aviso para todos. Después ya no recuerdo cuántos muertos he visto.Por desgracia, te acostumbras a vivir con el aliento de la muerte.

Pese a todo... ¿Qué es lo que más te ha marcado de estos duros años?

Sin duda, cuando se llevaron preso a mi padre. Nos obligaron a detener el vehículo y se lo llevaron sin decir nada. Me quedé mirándolo fijamente porque pensé que era la última vez que lo veía con vida. Estuvimos nueve días sin saber nada de él, pero al estar amparado por la embajada española tuvo suerte y le soltaron. Al salir tuvo claro que debíamo huir del país. Antes de llegar a España estuvimos dos años en un campo de refugiados en el Líbano, donde recibimos ayuda de Acnur. Fue un gran apoyo para nosotros. Aunque al principio fue duro. Las condiciones eran tan precarias que hasta un bebé murió de frío.

¿Crees que Europa puede hacer más para ayudar a los refugiados?

Siempre se puede hacer ás, imagino, aunque en todos estos años no he oído quejas generalizadas hacia los países europeos. A quienes sí reprochamos la falta de ayuda es a a los países árabes ricos.

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