Pistolas Taser, cinco segundos «potencialmente letales»

En España hay 800 distribuidas y policías locales de unos 200 municipios, principalmente Canarias, Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña, pueden recurrir a ellas

La muerte del exjugador de la Real Sociedad Dalian Atkinson el pasado lunes después de recibir tres descargas ha reabierto el debate sobre los riesgos de estos dispositivos

Madrid Actualizado: Guardar
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La muerte de Dalian Atkinson tras ser neutralizado con una pistola eléctrica por la Policía de West Mercia (Telford, Reino Unido) el pasado lunes ha intensificado de nuevo el debate sobre el uso de los Dispositivos Electrónicos de Control Taser. El que fuera el 'Chipirón' de Anoeta se presentó de madrugada en casa de su padre, «deprimido y en un estado maniaco», motivo por el que los agentes alertados por los vecinos le dispararon tres veces con una Taser. Hora y media después, el también exjugador del Manchester City, de 48 años, fallecía de un ataque cardíaco.

Para avivar la polémica, números contra números. Ana Martínez, responsable de medios en Amnistía Internacional, recurre a su último informe anual para cifrar en 43 las personas que murieron en Estados Unidos durante 2015 «tras recibir descargas de armas Taser a manos de la Policía, con lo que el total de fallecidos desde 2001 se elevó a 670».

En cambio, los defensores de la utilidad de estas pistolas eléctricas minimizan sus riesgos y aseguran que la intensidad de sus descargas (2,1 miliamperios) dista mucho de la considerada como letal, a partir de 75. «Son un arma no letal que incapacita de manera inmediata y transitoria a un agresor a través de pulsos eléctricos de un alto voltaje (50.000) y muy bajo amperaje, interfiriendo en las señales eléctricas de las fibras nerviosas. Estas señales son similares a las utilizadas por los nervios, y los músculos las interpretan como órdenes del cerebro», explica Javier Galán, director técnico de producto de Aasias, la única empresa que importa el dispositivo marca Taser en España.

«Las patologías previas del agresor quedan de lado por las vidas que hay que salvar»
Javier Galán , director técnico de producto de Aasias

En cuanto se aprieta el gatillo, dos dardos impactan contra el supuesto agresor. Los pulsos eléctricos que generan interfieren en las capacidades motoras del sujeto, lo paralizan, e impiden que controle voluntariamente sus músculos, por lo que su capacidad de ataque queda minimizada. Son cinco segundos, pero en ocasiones el disparador se acciona más de una vez y, aunque la medicina forense no ha podido establecer ninguna relación, algunos han fallecido instantes después.

Por eso, todavía se presta a disputa si es susceptible de ser considerado una amenaza. No se realiza ningún estudio que evalúe las condiciones patológicas de cada individuo sospechoso ni se puede medir el nivel de peligro de una situación concreta, pues responde al criterio personal de los agentes implicados en cada momento.

Para evitar males mayores y actuaciones improvisadas, Aasias ofrece una formación oficial similar a la que se imparte en cientos de países y organizaciones como Naciones Unidas para minimizar riesgos, aunque como reconocen desde la empresa que distribuye desde 2003 en exclusiva este producto, «las patologías previas del agresor quedan de lado por las vidas que hay que salvar». «El objetivo primario del uso de tales armas es emplearlas para situaciones sin salida», coincide Martínez, que insiste: «Son armas potencialmente letales».

En España hay aproximadamente 800 Taser que llevan utilizándose más de una década. Están reguladas por el artículo 5.1 del Reglamento de Armas, y policías locales de unos 200 municipios —principalmente Canarias, Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña— pueden recurrir a ellas. También podrán emplearlas los Mossos d’Esquadra, después de que el Parlamento catalán lo consintiese este verano.

«Son armas potencialmente letales»
Ana Martínez , responsable de medios de Amnistía Internacional

Galán incide en que «no ha existido nunca una sola denuncia por su uso» y hace hincapié en que las muertes asociadas al Taser se deben a «muertes súbitas bajo custodia».

Pero Martínez, por el contrario, recuerda que en 2015 un tribunal británico falló a favor de una víctima de estos dispositivos, y rescata para ABC el 'caso Roquetas', cuando en agosto de 2005 una persona bajo custodia murió en las dependencias de la Guardia Civil después de ser agredida con una porra eléctrica. Un suceso que, según el organismo, muestra similitudes con muchos de los documentados por la entidad en EE.UU. y Canadá.

«Pone de manifiesto las dudas existentes sobre los efectos médicos de las pistolas tipo Taser y otros dispositivos paralizantes de electrochoque, así como la tendencia a utilizar de manera abusiva este tipo de armas», critica la responsable de medios de AI, aunque reconoce: «Puede haber situaciones en las que cabe, en efecto, utilizar las Taser como arma defensiva con que mantener a distancia a alguien, en vez de recurrir a las armas de fuego, a fin de salvar vidas».

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