Francisco junto al gran imán de Al Azhar en un encuentro en el Vaticano en mayo de 2016
Francisco junto al gran imán de Al Azhar en un encuentro en el Vaticano en mayo de 2016 - AFP

El Papa y el gran imán de Al Azhar se arriesgan por lograr «la paz de los valientes»

La conferencia de El Cairo sella el giro del Islam hacia la libertad religiosa y el principio de ciudadanía

Madrid Actualizado: Guardar
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Los líderes espirituales de 1.200 millones de católicos y 1.200 millones de musulmanes sunníes sellarán este viernes en El Cairo el giro histórico del Islam hacia la libertad religiosa y la organización de los estados en base al principio de ciudadanía, con igualdad de derechos para todos, en lugar de la discriminación religiosa. Tanto el Papa como el gran imán Ahmed al Tayyeb se arriesgan personalmente por lograr «la paz de los valientes».

La intervención del Papa Francisco en la Conferencia Internacional de Paz organizada por la Universidad de Al Azhar es un acontecimiento extraordinario. Algo así como si el Papa invitase al gran imán a tomar la palabra en una conferencia en el Vaticano. La diferencia es que el gran imán de la Universidad de Al Azhar –el centro de referencia teológico del Islam sunnita- tiene extremistas conservadores mucho más peligrosos.

El Papa Francisco y Ahmed al Tayyeb llevan trabajando en este proyecto, destinado a desmontar prejuicios en los seguidores de ambas religiones, desde la visita del líder islámico, la primera de un gran imán de Al Azhar al Vaticano, en mayo de 2016.

Su modo de proceder recuerda los cinco años de trabajo discreto entre san Juan Pablo II y el gran muftí Ahmed Kuftaro que culminaron en la primera visita de un Papa a una mezquita, la de los Omeyas en Damasco el 6 de mayo de 2001.

«En respetuoso diálogo»

En el hermoso patio interior adornado con mosaicos bizantinos, san Juan Pablo II manifestó aquel día su «ardiente esperanza de que los líderes y profesores musulmanes y cristianos presenten nuestras dos religiones como comunidades en respetuoso diálogo, nunca más como comunidades en conflicto».

Esa esperanza de san Juan Pablo II, convertida en urgencia desde el atentado contra las Torres Gemelas en 2001 y la invasión de Irak en 2003, es la que el Papa Francisco propuso de nuevo en Ankara en noviembre de 2014 a los líderes musulmanes de Turquía y del mundo entero.

Desde entonces, la Universidad de Al Azhar ha mantenido ese rumbo, empujada por el presidente Abdel Fattah Al Sisi, quien ha dado desde 2013 un giro de 180 grados al proceso de islamización que estaba imponiendo su predecesor, Ahmed Morsi, elegido y apoyado por los Hermanos Musulmanes.

En su videomensaje del pasado martes al pueblo egipcio, el Papa Francisco afirmaba que «nuestro mundo desgarrado por la violencia ciega tiene necesidad de agentes de paz, de gente valiente que sepa aprender del pasado para construir el futuro sin encerrarse en prejuicios».

Otro gran paso

La Conferencia Internacional de Paz es otro gran paso de la Universidad de Al Azhar en esa línea de apertura mental que tuvo una primera etapa importante en su conferencia internacional sobre «Libertad, Ciudadanía, Diversidad e Integración» celebrada el 28 de febrero y uno de marzo, con participación de líderes musulmanes y cristianos.

La declaración final, leída personalmente por Ahmed al Tayyeb a pesar de la oposición de los conservadores, afirma que «el principio de ciudadanía tiene raíces profundas en el Islam» pues lo estableció el mismo Mahoma el año 622 en la «Carta de Medina», la constitución otorgada a esa ciudad.

Según la declaración, «esa primera sociedad islámica fundada por el Profeta» no contemplaba «ninguna discriminación o exclusión de ningún grupo social, sino políticas fundadas en el pluralismo religioso, étnico y social». Eso deslegitima cualquier marginación, cualquier impuesto de protección y, por supuesto, cualquier violencia contra los cristianos.

Todo el documento propone un cambio radical de actitud, pasando a considerar a los cristianos como ciudadanos de pleno derecho y no «minorías» en los países musulmanes. Es más, el último párrafo sanciona que «los participantes en esta conferencia, musulmanes y cristianos, renuevan su pacto de fraternidad y su rechazo de cualquier intento de crear diferencias entre ellos».

El proceso que atraviesa el mundo islámico es similar al cambio de actitud de la Iglesia católica respecto a las demás religiones en el Concilio Vaticano II. Por desgracia, los cambios de mentalidad, y más en el terreno religioso, suelen ser lentos. Y más todavía cuando Arabia Saudí gasta desde hace tiempo miles de millones de sus petrodólares en promover por todos los países versiones intolerantes y violentas del Islam.

Libertad religiosa

El gran imán Ahmed al Tayyeb, el presidente Abdel Fattah Al Sisi y el Papa Francisco no están solos en su esfuerzo. La Conferencia Internacional de Paz está organizada conjuntamente por la Universidad de Al Azhar y el Consejo Musulmán de Ancianos, un consejo internacional con base en Abu Dhabi que preside también el gran imán y copreside un ulema mauritano muy abierto.

Es Abdullah Bin Bayyah, profesor en Jeddah y gran promotor de la «Declaración de Marrakech» de 2016, suscrita por representantes islámicos de más de un centenar de países, en favor de la plena libertad religiosa de los cristianos en los estados de mayoría musulmana.

Ese Consejo Musulmán de Ancianos forma parte del esfuerzo de Abu Dhabi por promover un Islam pacífico y moderno, tal como propuso la presidenta de su parlamento, la señora Amal al Qubasi, en su intervención del jueves en la Conferencia Internacional de Paz.

Son voces de personas constructivas, como tantas otras que están interviniendo en la conferencia desde el secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias cristianas, Olav Fykse Tveit, o el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

Son personas cristianas y musulmanas que luchan contra el fanatismo y la manipulación del sentimiento religioso por líderes terroristas criminales. Y lo hacen en un país grande como Egipto, que tiene sus problemas pero se mueve, aunque sea con dificultades, en la dirección justa, la contraria a la Turquía de Erdogan.

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