El Papa se reúne por sorpresa con el jefe de las fuerzas armadas nada más llegar a Myanmar

Habló de su «gran responsabilidad política» al hombre que controla el país y masacra a los rohingya

El Papa Francisco es bienvenido a su llegada al Aeropuerto Internacional de Yangon, Myanmar REUTERS

JUAN VICENTE BOO

El Papa Francisco no descansa ni siquiera al cabo de un vuelo nocturno de once horas sentado en un asiento normal . Nada más instalarse en la residencia del arzobispo de Rangún, el Santo Padre ha recibido allí mismo al comandante en jefe de las fuerzas armadas de Myanmar, junto con los jefes del Mando de Operaciones Especiales.

El adelanto de este encuentro, previsto para el jueves, encarrila sobre terreno más firme y más claro, la visita de Francisco a Myanmar, motivada precisamente por su deseo de ayudar al millón de exilados y refugiados rohingya por la vía constructiva : intentando aplacar a los militares y facilitando la comunicación con Bangladesh, el país limítrofe que visitará a partir del jueves y donde se encontrará con refugiados.

El general Min Aung Hlaing es la persona que manda en el país y el máximo responsable de la matanza y limpieza étnica de la minoría musulmana rohingya que lleva tres siglos viviendo en el estado costero de Rakhine pero que fue desposeída de su nacionalidad en 1982, formando la mayor comunidad apátrida del mundo con un millón de personas.

La según da oleada de matanzas y el éxodo forzado de rohingyas, condenados por Naciones Unidas y numerosos estados ha traído a los generales una gran subida de popularidad en un país que hace dos años entregó el voto al partido de Aung San Suu Kyi.

Lo hizo precisamente para salir de la dictadura militar, pero sigue dominado por el nacionalismo, xenofobia e islamofobia propagada por el régimen militar y una minoría de monjes budistas fanáticos que utiliza con gran eficacia. Por otra parte, la larga actuación de guerrillas de minorías étnicas –alguna de ellas con una relevante presencia de cristianos- favorece un régimen de excepción, lo mismo que los atentados del Ejército de Salvación de Arakan proporcionaron a los militares la excusa para arrasar el territorio de los rohingya en el estado de Rakhine.

El encuentro del Papa con el comandante en jefe y los tres generales que dirigen las Operaciones Especiales duró solo 15 minutos y se concluyó con un comunicado de solo una línea a cargo del portavoz del Vaticano.

Según Greg Burke: « Se ha hablado de la gran responsabilidad de las autoridades del país en este momento de transición ». Esto significa, que el Papa ha hecho ver claramente su responsabilidad al general Hlaing, y ha dejado claro que Myanmar debe continuar su transición hacia un gobierno civil y democrático al cabo de seis décadas de régimen militar.

Los militares están al frente de los ministerios de Defensa, de Interior, y de Fronteras, además de la jefatura del Estado Mayor, lo cual deja a la consejera de Estado y ministro de Exteriores Aung San Suu Kyi –a quien el Papa visitará el martes- sin ningún control sobre la masacre contra los rohingya y muy poco sobre la economía , en buena parte en manos de los generales, cuya sintonía con China se apoya en parte en negocios muy fructíferos. Los militares se reservan, además, el 25 por ciento de los escaños del parlamento.

Haber adelantado a lunes en encuentro con el «hombre fuerte» del país, permitirá al Papa ser mucho más concreto el martes en sus encuentros con Aung San Suu Kyi y su gran aliado político, el presidente de la República, Htin Kyaw.

Para reunirse con ellos y pronunciar su discurso ante las autoridades, el Papa volará a la nueva capital desde 2005: Nay Pyi Taw, un engendro urbano salido de una mezcla de paranoia del régimen militar y de ingeniería de Corea del Norte .

Se trata de una extensísima ciudad en que los ministerios están tan separados, y las calles son tan rectilíneas y tan anchas que se pueden utilizar como pistas de aviación militar. La parte de ministerios militares está separada de la parte de los civiles y protegida por un foso como en los castillos medievales. Es una ciudad antidisturbios y anti invasión extranjera, en la que viven un millón de personas entre funcionarios y sus familias.

Mientras Francisco agarraba el toro por los cuernos en su encuentro con la cúpula militar, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, y buena parte del séquito papal visitaban al Gran Pagoda Shwedagon , un extraordinario conjunto de edificios religiosos situados en la colina más histórica de Rangún.

«Viva il Papa!»

Este segundo mensaje era también muy claro: los principales líderes religiosos cristianos respetan el budismo y van a admirar la pagoda más extraordinaria de toda Asia nada más llegar a Myanmar. Las imágenes del cardenal Parolin firmando en el libro de honor o del cardenal Fernando Filoni , encargado de los territorios de misión, haciendo sonar la gran campana de la pagoda, hablaban por sí solas a un país de libertad religiosa limitada en que el 85 por ciento de la población es budista pero siente simpatía por Francisco al cabo de cuatro años de verle en la escena internacional.

El Papa había emprendido viaje el domingo por la noche con aspecto jovial y bromeando con los periodistas sobre el calor que se iban a encontrar en Myanmar. A su llegada a Rangún el lunes, fue recibido por un centenar de niños que lucían los vestidos tradicionales de colores vivos y alegres. Le saludaron agitando banderas y coreando una frase en italiano: « Viva il Papa! ». Entre el aeropuerto y la capital se ven numerosas vallas, carteles y banderas que ofrecen a Francisco una «cordial bienvenida».

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