El Papa, en una imagen de archivo
El Papa, en una imagen de archivo - EFE

El Papa pide a Europa «distribuir con equidad» el peso de los refugiados

Aplaude a Grecia y a «otros países de primera línea que dan socorro generoso»

Corresponsal en El Vaticano Actualizado: Guardar
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Ante el penoso espectáculo de decenas de miles de personas —mujeres y niños, hombres y ancianos—, obligadas a escapar de la guerra y bloqueadas ahora por las fronteras intraeuropeas, el Papa Francisco ha pedido el domingo «la colaboración de todas las naciones» para «distribuir con equidad» el peso de los refugiados, avanzando «con decisión y sin reserva en las negociaciones».

El Santo Padre ha rendido homenaje «en particular a Grecia y a los otros países de primera línea que están prestando a los refugiados un socorro generoso».

Durante el rezo del Ángelus con decenas de miles de fieles que casi llenaban la plaza de San Pedro, el Papa confesó que en estos momentos «mi oración y la vuestra tienen siempre presentes el drama de los refugiados que huyen de la guerra y de otras situaciones inhumanas».

Al mismo tiempo acogió «con esperanza el cese de las hostilidades en Siria», por lo que invita a todos «a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población que sufre, y abra el camino al diálogo y a la paz, tan deseada».

Comentando el Evangelio del día, que relataba dos tragedias —un episodio de represión romana en el Templo de Jerusalén y la caída de la Torre de Siloé—, Francisco había hecho notar que «Jesús conoce la mentalidad supersticioso de quienes le escuchan, y sabe que le interrogan sobre esos acontecimientos de modo equivocado».

En ambas tragedias había muerto gente inocente, pero eso no indicaba que Dios les había castigado ni, todavía menos, «que haberse salvado de la desgracia significase que uno es justo».

Según Francisco, Jesús afirmaba «que aquellas pobres víctimas no eran, de hecho, peores que los demás», por lo que nosotros «no debemos descargar la responsabilidad en las víctimas, ni sobre Dios mismo», sino escuchar la advertencia del Maestro: «Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

En un tono muy personal, el Papa reconoció que «casi todos tenemos al menos un poco de soberbia», y que «cada uno de nosotros se parece mucho a un árbol (de una parábola del Evangelio) que durante años ha dado múltiples pruebas de su esterilidad».

Pero Jesús relata que su dueño ordena abonarlo durante un año más, en lugar de cortarlo, a ver si da fruto…

Francisco añadió que esa es la oportunidad de conversión que ofrecen la Cuaresma y el Año Santo de la Misericordia.

Al final, el Papa saludó a grupos de peregrinos de distintos países, incluidos «los estudiantes de Zaragoza, Huelva, Córdoba y Zafra, los jóvenes de Formentera y los fieles de Jaén».

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