El Papa durante su visita a Georgia
El Papa durante su visita a Georgia - EFE

El Papa cruza en Georgia una puerta santa sin templo porque no lo dejan construir

Destaca «el gran valor que representan las mujeres entre los muchos tesoros de este espléndido país»

Tiflis, Georgia Actualizado: Guardar
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Una puerta santa es un símbolo, y el Papa Francisco lo ha utilizado el sábado de forma poderosa en Tiflis, la capital de Georgia, atravesando una puerta santa sin templo, traída expresamente desde un descampado de la cercana ciudad de Rustavi, donde continuará como señal de protesta hasta el final del Año Santo de la Misericordia, el próximo 20 de noviembre.

Del mismo modo que el viernes defendió el derecho de los desplazados georgianos a regresar a los territorios de Abjasia y Osetia del Sur -invadidos militarmente por Rusia, que ocupa la quinta parte de Gerogia-, Francisco ha dado su apoyo visible el sábado a la comunidad católica de Rustavi, donde la cerrazón del alcalde les impide construir la iglesia para la que tienen el solar, una licencia y dos sentencias judiciales a su favor.

El Cáucaso no es un territorio fácil, pero el Papa que pide continuamente la paz insiste al mismo tiempo en la justicia, y apoya con su gesto el recurso a la protesta pacífica mediante símbolos vigorosos, como es una puerta en medio del campo. Francisco ha atravesado la puerta santa a su llegada a un estadio de Tiflis para celebrar la misa de la fiesta de santa Teresa de Lisieux.

Como Georgia fue evangelizada en el siglo IV por santa Cristiana, cuyo nombre se conserva como «Nino», el Papa ha comenzado su homilía haciendo notar que «entre los muchos tesoros de este espléndido país destaca el gran valor que representan las mujeres. Teresa del Niño Jesús decía que aman a Dios en número mucho mayor que los hombres».

Los católicos de Georgia -en su gran mayoría de rito armenio, pero con comunidades latinas y asirio-caldeas muy activas- suman unas 110.000 personas, equivalentes al 2,5 por ciento de la población de un país donde la Iglesia Ortodoxa de Georgia se identifica con la nación.

Son una minoría, pero el Papa no desea que tengan complejos y por eso les ha invitado a «no fosilizarnos en lo que no funciona a nuestro alrededor o a entristecernos por desacuerdos entre nosotros».

Y les ha insistido en que «no está bien acostumbrarnos a un ‘microclima’ eclesial cerrado. Es bueno que compartamos horizontes de esperanza amplios y abiertos, viviendo el entusiasmo humilde de abrir las pertas y salir de nosotros mismos».

El mensaje es válido para comunidades quejicas o cerradas en cualquier lugar del mundo, lo mismo que otra idea dirigida más allá de las fronteras de este país: «Dichosa la Iglesia que no cede a los criterios del funcionalismo, la eficiencia organizativa y la imagen».

El de los cristianos es «un Dios lleno de sorpresas y que ama las sorpresas», por lo que las comunidades cristianas deben vivir «esa genuina sencillez evangélica, pobres de recursos pero ricas de Dios. Dichosos los pastores que no se apuntan a la lógica del éxito mundano sino que siguen la ley del amor».

La segunda y última jornada del Papa en Georgia es la más completa pues su programa de la tarde incluye un encuentro con sacerdotes, religiosos y misioneros laicos en el que habrá testimonios de una madre de familia, un joven y un seminarista.

A continuación, Francisco irá al Centro de los Religiosos Camilos, dedicados a la asistencia sanitaria gratuita, para reunirse con los enfermos y los voluntarios.

Su última actividad será la visita a la catedral patriarcal de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, situada en la capital histórica de Mtsketa, centro de la antigua tradición de la «túnica sagrada».

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