El misterio de los jabalíes en las playas cercanas a Lisboa

Los animales bajan desde la Sierra de Arrábida, donde hay unos 600 ejemplares, desesperados por buscar comida y refrescarse

Los jabalíes no tienen reservas, y en presencia de los bañistas, también se refrescan en arenales lisboetas

FRANCISCO CHACÓN

El calor sigue apretando en la región de Lisboa y los bañistas de las playas del entorno de la Sierra de Arrábida no dan crédito a lo que ven sus ojos: grupos de jabalíes que se adentran en el mar y pululan por los alrededores. Los rostros de sorpresa (también de susto) se repiten en la zona . De acuerdo, todo el mundo es bienvenido para darse un chapuzón, pero… ¿también ellos?

Los animales se sumergen en las aguas, hasta dos kilómetros más allá de la costa, con claras muestras de que necesitan refrescarse porque el sol «pica» incluso en este arranque del otoño.

Los jabalíes descienden de la sierra, donde se asientan unos 600 ejemplares , trasladados al lugar procedentes del Alentejo 15 años atrás.

Se les ha visto, por ejemplo, en la espectacular Playa de Galopinhos, considerada recientemente como la más bonita de Europa por la web especializada European Best Destinations.

Y esta misma semana también han aparecido en Ponte da Telha, enclavada en la Costa da Caparica. Tuvieron que ser rescatados por varios pescadores que los vieron en apuros sumidos en la profundidad.

La secuencia suele reproducirse por allí (por ejemplo, en las playas de Creiro y Portinho), pues irrumpen de manera absolutamente insospechada y a gran velocidad, desesperados por alimentarse, por saciar su sed y por mojarse.

¿Puede hablarse de una plaga? El denominado Movimiento de Cazadores cree que sí. En cualquier caso, lo que está claro es que pueden suponer un peligro para la salud de los habitantes porque, según alertan las autoridades sanitarias del país vecino, presentan síntomas de padecer tuberculosis, en un gran número de casos, y pueden transmitirla.

Pero la situación más insólita se vivió hace tan solo unos días en el restaurante Áncora Azul, del Club Naval de Setúbal (50 kilómetros al sur de Lisboa), especializado en ofrecer un bufé de pescado.

De madrugada, dos jabalíes intentaron acceder al interior. Las puertas estaban cerradas, naturalmente, pero arremetieron contra el cristal que protege la entrada.

Un guardia de seguridad se acercó atemorizado ya que se trataba de dos ejemplares muy voluminosos y él no podía ni imaginar que sucediese algo así. «Los vi llegar desde el río y cómo subían una rampa . Debe ser que el olor a pescado les llamó la atención», dijo el agente a una emisora local de radio.

Se oyó un gran alboroto y “la sangre brotaba” porque se cortaron con el vidrio. “Uno de ellos estaba como loco, sin rumbo, pegándose cabezazos contra las mesas y sillas”, prosiguió el guardia.

La propietaria del establecimiento fue alertada muy temprano y se personó inmediatamente. Su testimonio en una cadena privada de televisión dejaba traslucir el impacto que la causó lo que vio: “Las mesas estaban patas arriba. Se veían platos y vasos rotos por todas partes y había un charco de sangre en el suelo, con trozos de cristal”.

Algunos vecinos del área de Setúbal también dan fe que han sido testigos de semejantes «avistamientos» de jabalíes. Hay quien se ha planteado construir un muro porque los ejemplares llegan a provocar daños materiales, como en los casos en que invaden el césped de los jardines privados.

Uno de los afectados afirma que se animó a levantar una pared y eso se ha revelado todo un éxito porque no los ha vuelto a ver por allí.

Otros testimonios arrojan aún más misterio al tema porque los han llegado a ver en abril o mayo, es decir, en fechas en que no había comenzado aún el fuerte incremento de las temperaturas.

¿Por qué bajan a la ciudad de Setúbal en plena primavera? «La respuesta está en el viento», que diría Bob Dylan . Cuando los rigores veraniegos se hallan en su esplendor, a nadie puede sorprenderle, pero en otras épocas desatan el pánico entre la población con mayor intensidad.

Interrogado ante las cámaras, un joven afincado en la zona manifestó: «A mí no me molesta su presencia porque no me parecen agresivos. Además, no se puede olvidar que somos nosotros quienes estamos en su espacio porque ellos viven aquí cerca, en la Sierra de Arrábida».

El Instituto de Conservación de la Naturaleza y los Bosques tiene sobre la mesa varios avisos de asociaciones locales acerca de este asunto. En realidad, el organismo lo estudia desde 2014.

Sus expertos dicen que el fenómeno no es nuevo, en absoluto. Pero, al parecer, este año se ha producido un salto cualitativo porque es la primera ocasión en que se les ve adentrarse en las aguas.

«Los primeros testimonios se remontan a una década atrás, pero antes no se acercaban tanto a los humanos y ahora sí. No dan muestras de tenernos miedo», explica uno de los técnicos del citado instituto antes de señalar: « Hay gente que siente curiosidad por todo esto y va a las playas del entorno de la Arrábida con ganas de ver a los jabalíes».

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