Las privadas entraron en el ámbito educativo gracias a dos decretos de principios de los 90
Las privadas entraron en el ámbito educativo gracias a dos decretos de principios de los 90 - ISABEL PERMUY

Madrid, la comunidad con más universidades privadas de España

Expertos apuntan a que no son necesarios más centros privados o públicos, sino mayor calidad y control de los mismos

MADRID Actualizado: Guardar
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Más de un millón y medio de estudiantes se matricularon el último curso (2015-2016) en el Sistema Universitario Español, un 0,8% más que en el curso anterior. Pero no solo el número de alumnos aumenta, también lo hacen las universidades. De acuerdo con datos de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), España tiene un total de 76 universidades (50 públicas y 26 privadas), sin contar aquellas que se quedan fueran del espectro de la CRUE, en cuyo caso el número asciende a 83 centros, distribuidos en 243 campus presenciales y 113 no presenciales. La comunidad con mayor número es Madrid con 16 y, precisamente la que supera también al resto del país en centros privados.

El hecho de que España sea un océano de instituciones no se traduce necesariamente en calidad docente y, lo que es más importante, salida laboral.

Características que precisamente se fijaron como fundamentales en el último congreso celebrado en Navarra sobre reputación universitaria y en el que participaron más de 40 expertos nacionales e internacionales.

El «boom» de las privadas

«En España hay un excesivo número de universidades y el ratio está por encima de nuestro entorno. Cada comunidad y provincia quiere su propia universidad, como los aeropuertos, y esto es un disparate porque genera una grave consecuencia: la sobrecualificación de los alumnos», apunta Juan Carlos Tejada, jefe de formación de la CEOE. España cuenta con un 51,5 por ciento de jóvenes españoles que se incorporan a un puesto de trabajo, que está por debajo del nivel de lo que han estudiado. Al problema que genera el número de centros totales hay que sumar el que representan los privados. Según el informe «Datos y cifras del sistema universitario español para el curso 2015-2016» del Ministerio de Educación, el número de universidades privadas está proliferando en los últimos años, creándose de media una universidad nueva cada año.

El caso de Madrid es llamativo: ya hay más universidades privadas que públicas. A principios de los 90, en la Comunidad solo existía de ámbito privado la Pontificia de Comillas, mientras que otros centros como Francisco de Vitoria o la Universidad Europea, entonces bajo la denominación CEES, eran centros adscritos a la Universidad Complutense de Madrid, sin potestad para expedir títulos propios. El «boom» de las privadas llegó sobre todo a partir de 1991 y 1995, gracias a dos decretos que flexibilizaron la entrada de las empresas en la enseñanza y que se unió a la transferencia progresiva de las competencias de educación a las comunidades.

Actualmente, en la capital hay ocho universidades privadas frente a seis públicas, sin contar centros como Cunef o el Centro Universitario Villanueva cuyos títulos son expedidos por la Complutense. Según los datos del INE, los alumnos matriculados en 1997 en centros privados de Madrid eran 26.609 frente a los 229.775 de las públicas. Y, aunque estas últimas siguen liderando en número de matriculaciones, los alumnos de universidades privadas han seguido creciendo, siendo en el curso 2015-2016 de 57.656. Un crecimiento que conjuga dos explicaciones: por una parte, que estas universidades ofrecen carreras más accesibles cuando existen notas de corte muy altas en las universidades públicas. Por otra, la de estudiantes que las eligen por tener un gran prestigio en carreras determinadas.

Control de los títulos

Por ello, más que en el número, para Julio Banacloche, catedrático de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, el problema clave está en el control de calidad de los títulos y las universidades: no hay una forma homogénea de verificar los conocimientos con los que salen los estudiantes de cada centro. «Debería haber una selección natural y que desaparecieran las universidades que no dan títulos reales», explica. Un problema que se podría solucionar con exámenes comunes para cada titulación. «Si los alumnos que van a una prueba nacional no la pasan, esa universidad en cinco años habría desaparecido, porque lo que oferta no es competitivo», opina Banacloche. En la necesidad de un mayor control de las universidades coincide Guillermo Cisneros, rector de la Universidad Politécnica de Madrid, quien destaca que su papel es conjugar investigación, docencia y transmisión de conocimiento. Son estos tres criterios, que se aplican siempre en las universidades públicas, lo que determina que un centro funcione.

Aparte de control, el jefe de formación de la CEOE cree que las universidades deben mejorar la orientación y vincularse más a las empresas. «Son como fábricas en las que entra mucha gente y el tejido empresarial es incapaz de absorber. Por eso, hay que potenciar la Formación Profesional». En el otro lado del espectro, se sitúan países como Austria, Suiza y Alemania. «Alemania lo hace mejor porque tiene mejor proceso de orientación y un sistema de FP más fuerte», concluye Tejada. «Se necesita una mejora de la calidad de las universidades, tanto públicas como privadas. En Madrid debe hacerse una oferta más especializada y actual. En el caso de las privadas concretamente, su gran problema es que tienen cuadros de profesores limitados, con una dedicacion parcial. Por otro lado, la idea de la doble titulación se ofrece para competir con la pública, pero al final sería mejor enseñar una a fondo y suficientemente orientada, especializada y en profundidad», concluye César Nombela, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y catedrático de Farmacia.

A juicio de Nombela, el hecho de que existan tantas universidades privadas se explica porque que funcionan «gracias a las leyes del mercado». Sin embargo, defiende potenciar los perfiles digitales «ya que ni en España ni en Madrid se está formando a la gente para el futuro. Los centros deben estar más atentos a las nuevas enseñanzas y, sobre todo, ser más exigentes. Por eso, abogo por mejorar la calidad de las universidades públicas».

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