La madre de Gabriel temía salir a la calle por el acoso al que la sometía el detenido

Se presentaba en su trabajo, en tiendas, en su casa y escribía mail a los compañeros de la mujer. Hasta cuatro jueces se han pronunciado sobre su obsesión

Vídeo: El detenido en Almería acosaba desde hacía varios años a la madre de Garbiel ATLAS

CRUZ MORCILL

Patricia Ramírez, la madre del pequeño Gabriel Cruz desaparecido desde la tarde del martes 27 en La Hortichuela y al que se sigue buscando sin descanso, vivía con temor desde el verano de 2016 . Fue en esa época cuando Diego Miguel F.A., de 40 años y vecino de Antas (Almería), empezó a acosarla. Este individuo fue detenido el miércoles por la noche por la Guardia Civil y ayer fue interrogado por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) llegados desde Madrid para apoyar las pesquisas. El arresto se relacionó en principio con que Diego Miguel manipuló la pulsera telemática que le obligaba a estar localizable por orden judicial desde noviembre y le impedía acercarse a la madre del pequeño. Esa es la versión oficial, de momento, si bien los investigadores tratan de averiguar si este hombre, que sufre un trastorno mental, está detrás de la desaparición del niño de ocho años y si el hecho está relacionado con una venganza hacia la mujer. De ahí que de forma inusual en un caso de quebrantamiento de condena hayan decidido agotar el plazo de detención para ponerlo hoy a disposición del juez.

«Acude a todas las carreras en las que trabaja Patricia, llegando con dos horas de antelación, sentándose delante de ella y haciendo gestos con las manos como si hiciera fotografías », recoge la primera sentencia que certificó el infierno en el que se estaba convirtiendo la vida de esta mujer. Ese fallo judicial es del 7 de noviembre de 2016. Patricia trabaja en la Diputación Provincial de Almería como «speaker» en el circuito provincial de carreras populares y vive con su hijo Gabriel de ocho años. Está separada desde hace tiempo del padre del niño, Ángel Cruz, químico de profesión y con quien mantiene una relación excelente, según han declarado ambos. El martes el niño estaba con su abuela paterna y su rastro se perdió en un trayecto de solo cien metros.

El acosador, con quien Patricia no tiene ni ha tenido ningún vínculo sentimental, recrudeció el asedio según pasaron los meses. Se acercaba hasta su casa para encontrarse con ella, la llamaba por teléfono pese a que la mujer no contestaba, le enviaba decenas de whatsapp con el mismo resultado. Los hechos probados judicialmente y que Diego Miguel aceptó concretan que incluso se dedicó a mandar mail masivos a los compañeros de trabajo de Patricia en la Diputación pidiéndoles que se los reenviaran a ella. «Se ha obsesionado con su persona y de modo insistente y reiterado ha buscado su cercanía física y ha intentado contactar con ella, de tal modo que Patricia ha sentido su ánimo seriamente perturbado y siente temor a salir a la calle por no encontrarse con el acusado», señala la magistrada del Juzgado de Instrucción número 6 de Almería en su resolución.

Acoso reiterado

El 28 de octubre de 2016, es decir, unos días antes del juicio la buscó o la encontró en el Auditorio Maestro Padilla. Al acabar la función, la siguió hasta un establecimiento merodeando y dando vueltas calle arriba y calle abajo . Tres días después, se presentó de nuevo en su puesto de trabajo para preguntar por ella. Fue condenado a tres meses de prisión y se le prohibió acercarse a Patricia a menos de 200 metros, así como a comunicarse con ella en los siguientes tres años por un delito de acoso. En ese mismo fallo se suspendía la ejecución de la pena de privación de libertad, dado que entonces Diego Miguel carecía de antecedentes.

Los meses siguientes son una incógnita, de momento, dado que todos los esfuerzos se basan en la búsqueda del pequeño Gabriel y en conocer los pasos del detenido, diplomado en Empresariales, aficionado a correr, «solitario» y conocido también por pintar cuadros en el paseo marítimo de la localidad de Garrucha. El 25 de octubre del año pasado, hace solo cuatro meses, volvió a ser juzgado por quebrantar el alejamiento que se le impuso. Patricia Ramírez estaba el junio en una cafetería del paseo marítimo almeriense y él no solo se acercó a la mujer, sino que se colocó delante. El titular del Juzgado número 4 lo condenó a una multa de 1.440 euros y le impuso la medida de libertad vigilada, controlada por un dispositivo electrónico que le impedía acercarse a Patricia a menos de 500 metros durante un año. Esa sentencia aprecia la eximente incompleta de alteración psíquica.

Diez días para recurrir

Otro juez distinto, el de lo Penal del 3 acordó revocar la suspensión de la condena y dictó un auto ordenando su ingreso en prisión . El último episodio judicial tuvo lugar hace escasos quince días. El 14 de febrero, Diego Miguel fue condenado a seis meses de prisión por un delito de quebranto de condena continuada. Esta sentencia recoge otros dos episodios de acoso a Patricia, ocurridos en abril del año pasado. Diego Miguel estuvo cinco horas en las inmediaciones del trabajo de la mujer hasta que ella acudió a una cafetería cercana. «El acusado presenta una alteración afectiva de base, que le determina una percepción alterada de la realidad, que supone una capacidad parcial para comprender la naturaleza e ilicitud de los hechos enjuiciados», explica el magistrado. Un funcionario y un camarero corroboraron los hechos.

Según el juez, no estaba claro cómo le afectaba el trastorno mental a su discernimiento, de ahí que le aplicara una atenuante y no una eximente. Tenía diez días para recurrir . Tres días más tarde se perdió el rastro de Gabriel y su preciosa sonrisa. Hoy otro juez, el quinto, tendrá que decidir si tiene indicios para considerar a Diego Miguel investigado en relación con la desaparición del pequeño Cruz.

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