Juan Manuel Serrano Arce

Luis de Lecea: «Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo y no estaría mal saber por qué»

Desde su puesto de Catedrático del departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos), este investigador español analiza el mar de circuitos que forman el cerebro para desentrañar los misterios que esconde el sueño

Santander Actualizado: Guardar
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Luis de Lecea (Barcelona, 1965) ha dedicado la mayor parte de su vida a estudiar el sueño. Le preocupa el insomnio, un mal todavía sin cura efectiva, y le mueve el misterio que entraña esa «caja negra» que tenemos entre las orejas. Desde su puesto de Catedrático del departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos) analiza el mar de circuitos que forman el cerebro con la esperanza de encontrar la respuesta a esa pregunta tan pertinente: ¿Por qué dormimos?

«Yo duermo fantásticamente bien, del tirón», confirma al poco de terminar su participación en el curso «Sueño: neurociencia, salud y hábitos sociales» de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

-Entonces, ¿por qué dormimos?

-Es una pregunta que no tiene respuesta todavía. Como muchos de los campos de la neurobiología requiere de un estudio multidisciplinar que utilice todos los recursos posibles para entender la caja negra que tenemos entre nuestras orejas. En todo el mundo se dedican miles de millones a la investigación del cerebro. Esperemos que en un plazo no muy lejano, de unos diez años, tengamos si no la respuesta a esta pregunta muchas más pistas de las que tenemos ahora.

-¿Por qué es importante conocer el sueño?

-Para empezar porque pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo y no estaría mal saber por qué. Está claro es que el sueño es importante para la atención, para la memoria, para la actividad, para el bienestar. Si conseguimos controlar el sueño lo más probable es que tengamos una vida más llena y más productiva. Además, es importante estudiarlo porque hay mucha gente que sufre trastornos del sueño, como el insomnio relacionado con la depresión y la ansiedad, que todavía no tienen cura. Realmente no hay un tratamiento efectivo contra este tipo de insomnio. No sabemos muy bien por qué pasa y estamos obligados a encontrar una solución a este tipo de problemas.

-¿Nos preocupa más el insomnio en la actualidad?

-Los médicos ahora son mucho más sensibles al problema y lo tratan de forma específica. Ha aumentado la percepción del problema y la preocupación social.

-¿Qué se puede hacer?

-Para la mayoría de la gente el insomnio se puede tratar unas pautas de comportamiento acordes con una higiene racional del sueño. Es decir: no hacer ejercicio por la noche, no tomar estimulantes (café, tabaco), no quedar con amigos antes de dormir… Hay que hacerle entender al cerebro que el día es día y la noche es noche, sin interferencias. Con esto se terminaría, al menos, con el 30% de los problemas de insomnio. Mucha gente no conoce estas pautas. Con un poco de educación se solucionaría. Aunque hay otros insomnios, como el que he mencionado antes, resultado de problemas de ansiedad y depresión, que requieren del tratamiento en psiquiatría y en clínicas del sueño.

«Si conseguimos controlar el sueño lo más probable es que tengamos una vida más llena y productiva»

-Si no dormimos, ¿qué pasa?

-Que tenemos sueño (ríe). Pasan muchas cosas. Disminuye nuestra capacidad de concentración, la memoria, tenemos más susceptibilidad de tener problemas de salud… El sueño saludable es muy importante para el bienestar. La falta de sueño provoca accidentes de tráfico. Ahora se mueren en el mundo 1,5 millones de personas en la carretera al año. De esos accidentes casi la mitad tienen que ver con la falta de atención y problemas de sueño. Es un imperativo moral solucionar esto. Todo lo que pueda ayudar, incluyendo la educación en sueño, contribuye al bien común.

-¿Hay una forma saludable para dormir o hay varias?

-Hay muchísimas formas de dormir. Hay un rango, evidentemente, de sueño saludable, pero hay muchas variaciones individuales de conseguir un sueño efectivo y reparador.

-¿Las ocho horas seguidas de sueño son una convención social? Hay quienes duermen en «dos turnos» de cuatro horas…

-El patrón de los dos turnos de cuatro horas es solo una adaptación al entorno agrario. Yo estuve de joven en una granja en Israel y ese era exactamente el horario que hacíamos: cuatro horas de sueño por la noche, nos levantábamos de madrugada a trabajar, y luego una «siesta» de cuatro horas. Se funciona muy bien así. Como digo, es una adaptación al trabajo. Ahora tenemos una adaptación a las exigencias de la sociedad. Hay varios estudios que se han hecho en la Amazonia, en grupos aislados de indígenas, que demuestran que la luz natural es su guía para dormir. Es lo que haríamos nosotros si no tuviésemos bombillas.

-El cerebro se adapta a las exigencias de nuestra vida.

-El cerebro se adapta a todo.

-La técnica de la optogenética que han desarrollado en Stanford ha sido un gran avance para comprender el cerebro.

-Es una técnica revolucionaria, somos los primeros en aplicarla en animales in vivo. Ha revolucionado la neurociencia porque permite entender el cerebro como una estructura de circuitos. Ahora toda la comunidad neurocientífica tiene como objetivo descifrar los fundamentos de la circuitería neuronal y su implicación en el comportamiento.

-¿En qué consiste exactamente la optogenética?

-Es una técnica que descubrió mi compañero Karl Deisseroth justo antes de que yo llegase a Stanford. Consiste en la introducción de genes que codifican canales sensibles a la luz en neuronas. En otras palabras: manipuladores de actividad neuronal codificados genéticamente. Si introduces ese gen en unas neuronas en concreto sabes que estás manipulando esas neuronas y no otras. Eso es revolucionario.

-¿Se podrán desarrollar tratamientos para humanos basados en la manipulación neuronal?

-Se están desarrollando técnicas de neuromodulación en humanos, como la estimulación transcraneal magnética, que permiten manipular la actividad de neuronas en la superficie del cerebro. Además, hay esperanzas de que en 10 o 15 años se puedan manipular partes más profundas, como la amígdala, de una forma no invasiva. Así se podría tratar la depresión. Si llegamos a la amígdala probablemente lleguemos al hipotálamo, donde podría combatirse el insomnio.

«Comprenderemos todo el cerebro, en este siglo o el que viene»

-¿Cuáles son los grandes retos del estudio del sueño?

-La gran pregunta es para qué sirve el sueño. No lo sabemos todavía. No tenemos una idea clara de por qué dormimos ni para qué dormimos. Son dos preguntas importantísimas. Pero hay más cuestiones importantes. ¿Cuáles son los mecanismos neuronales que definen el ritmo del sueño o la capacidad de un individuo de recuperarse de la falta de sueño? ¿Qué factores regulan el sueño? ¿Por qué tenemos distintas fases en el sueño? ¿Por qué existe el sueño REM? Hay muchísimas preguntas. Todo está por responder.

-Ahora mismo, ¿cuánto conocemos del cerebro y cuánto desconocemos?

-Realmente no sabemos lo que desconocemos. No sabemos lo que no sabemos. Eso nos dificulta mucho una comprensión global, pero la inversión global en investigación del sueño nos ha permitido identificar unos cuantos retos que seremos capaces de llegar en un plazo no muy lejano. Queremos establecer un mapa, un conectoma, de los circuitos esenciales del cerebro para funciones básicas como la ingesta, el consumo energético, la interacción social… Queremos encontrar los principios necesarios para tener una vida mental saludable. En menos de 20 años podremos tratar muchos de los problemas que ahora son palos de ciego.

-¿Llegaremos a entender el cerebro por completo?

-Sí. Espero que sí. Obviamente yo no lo veré, pero en este siglo o el que viene ocurrirá.

-¿Podremos explicar todos nuestros sentimientos? Por qué estamos felices o por qué nos deprimimos, por ejemplo.

-Sí, aunque hay muchos ejemplos en ciencia donde conoces todos los elementos pero no conoces el sistema. Es posible que eso pase en el cerebro. Es muy posible. Pero a nivel teórico sí sabremos que si entra A sale B. Sabremos que si una persona está feliz es porque hay un conjunto de circuitos que están activados de una manera y concreta y por eso es feliz. Si conocemos las piezas entenderemos por qué la gente actúa de una manera u otra.

-¿Se podrá curar la depresión?

-Ese es el objetivo.

-En «Un mundo feliz», de Aldous Huxley, las personas no sufren depresión porque toman «soma», pero están muy lejos de la felicidad.

-No vamos a determinar los sentimientos de las personas. Esa novela es un magnífico ejemplo de que no puedes controlarlo todo y de que la libertad es un componente esencial en la felicidad de los seres humanos.

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