La red de clínicas dentales Funnydent ha echado el cierre repentinamente dejando a sus clientes con tratamientos pagados y sin completar
La red de clínicas dentales Funnydent ha echado el cierre repentinamente dejando a sus clientes con tratamientos pagados y sin completar - FOTOS: JOSÉ RAMÓN LADRA
LA «BURBUJA» DE LA ODONTOLOGÍA

Las irregularidades que envuelven al negocio de las clínicas dentales

Los créditos para pagar un tratamiento se firman antes de iniciarlo. Si hay un fraude, es casi imposible recuperar el dinero

Madrid Actualizado: Guardar
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«Primera visita, radiografía panorámica digitalizada y limpieza dental gratuitas.Empaste simple 16 euros / estudio completo totalmente gratuito (valorado en 250 euros)/ Financiamos tu tratamiento gratis, descuento del 50%». Es la publicidad que aún puede verse en la página web de Funnydent, la red de clínicas dentales que acaba de echar el cierre con la misma «gratuidad» que ofrecía, dejando los tratamientos de sus clientes a medias y a su dueño entre rejas. Sin embargo, los créditos siguen en marcha y los pacientes tendrán que pagarlos.

Muchas de estas clínicas gestionan el crédito para pagar el tratamiento, como si de la compra de un coche se tratara. «La base de la gran mayoría de estas cadenas dentales son las financiaciones.

Aunque no estés contento con el tratamiento, el empresario tiene el dinero desde el principio y el cliente la deuda, que es imposible cancelar porque se ha establecido con un tercero. Pagar por adelantado cualquier tratamiento es una equivocación. Hay que pagar siempre después del servicio», advierte Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas.

Poca regulación

«Cualquiera puede abrir una clínica dental sin ninguna titulación, como inversión. En países de nuestro entorno, como Francia o Portugal, hay que ser titulado en Odontología, de forma parecida a lo que ocurre con la concesión de las farmacias. En una clínica dental se manejan medicamentos y se realizan tratamientos que, mal hechos, pueden hacer peligrar la vida del paciente. Desde el Consejo de Dentistas pedimos que haya un profesional de la Odontología al frente de las clínicas, para que garantice que nunca se utilicen tratamientos o materiales inadecuados», reclama Castro.

«No es la primera vez que pasa y tampoco será la última si no se pone coto a estas prácticas que comercian con la salud», advierte el presidente de los dentistas. «Desde los Colegios profesionales hemos avisado de que se está haciendo muy mal. Ya ocurrió con Dental Line hace unos años. Y volverá a pasar, pese a que estamos pidiendo además que no se permita a los bancos financiar tratamientos sin la garantía de un seguro para los casos de fraude», añade.

Publicidad de los carteles de las clínicas Funnydent, que todavía se encuentra en los locales cerrados
Publicidad de los carteles de las clínicas Funnydent, que todavía se encuentra en los locales cerrados

Esta laxitud normativa hace posible que las clínicas dentales se hayan convertido en otra «burbuja» que proporciona dinero fácil y rápido. Pero cuando se «pincha» deja a los pacientes indefensos. El número de reclamaciones ha aumentado cerca de un 30% en los últimos años. Por otro lado, el exceso de dentistas (hay unos 35.000, casi el triple que hace dos décadas), permite contratar profesionales por sueldos muy bajos, como explica un odontólogo que trabaja en una conocida cadena dental.

«La culpa la tenemos los dentistas, porque al final nos prestamos a ello. Yo estoy en contra aunque trabajo aquí. Tengo que dar de comer a mis hijos... Antes estaba en una clínica pequeña, pero estas cadenas se están comiendo el mercado. ¿El motivo? Al paciente se le pueden cobrar menos al comprar tanto material de una vez a precio mucho más bajos a los proveedores. A un odontólogo autónomo, un implante, por ejemplo, le puede costar tres veces más. Sin embargo, a nosotros nos pagan una miseria. Hay mucha gente por encima ajena a la profesión que se lleva el dinero. Por cada paciente recibimos el 30% de lo ingresado. Y de ahí nos descuentan el 30% del material que utilizamos».

«Por cada paciente recibimos el 30% de lo ingresado. Y de ahí nos descuentan otro 30% del material que utilizamos», se quejan los dentistas

En cuanto a la atención, este odontólogo, que prefiere no identificarse por miedo a perder su trabajo, explica: «Tienes menos tiempo para cada paciente que en una clínica dirigida por un profesional. Sin embargo, no es cierto que se hagan más tratamientos de los que realmente necesita el cliente, al menos donde yo trabajo. Puede variar de unas clínicas a otras o con dentistas novatos, pero no con los veteranos. Depende de la ética de cada uno. Aunque los comerciales reciben a los clientes, el odontólogo hace el diagnóstico y decide qué hay que hacer. Luego el comercial hace el presupuesto y las ofertas».

Publicidad engañosa

La publicidad también forma parte del negocio. Cuando un famoso aparece en la pequeña pantalla o en las vallas publicitarias recomendando algo, como una clínica dental, tiene gran influencia en la gente. Los psicólogos lo llaman «efecto halo». Es tan potente que los publicistas no dudaron en aprovecharse de él poco después de ser descrito, allá por 1920.

«No se puede inducir al consumismo sanitario, como ocurre cuando un famoso lo recomienda. He comparecido ante la Comisión de Sanidad del Senado y el Congreso, con todos los partidos políticos, y todos lo entendieron. En la vecina Francia, está prohibida la publicidad sanitaria. Además la publicidad es engañosa:cuando te anuncian productos desde una cierta cantidad de dinero, incluye sólo una parte del tratamiento», concluye Castro.

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