Reparto de comida en una localidad al suroeste de Haití el pasado 12 de octubre
Reparto de comida en una localidad al suroeste de Haití el pasado 12 de octubre - REUTERS

Huracán MatthewHaití pide auxilio: «Si no hay una respuesta rápida, lo peor vendrá en dos meses»

El huracán Matthew se ha llevado todo, incluidos los campos de cultivo. Si no se reponen, se agravará la crisis alimentaria en una isla sobre la que vuelve a planear la sombra del cólera

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La imagen que arroja un microscopio electrónico del Vibrio Cholerae, la bacteria que causa el cólera, es una mancha negra y alargada. Su forma recuerda demasiado a la parte sur de Haití, donde la enfermedad se asentó en 2010 después de que un terremoto dejara más de 300.000 muertos y apenas nada en pie. Ahora, los vientos huracanados de Matthew se han vuelto a ensañar con los haitianos, provocando más de mil muertos y el miedo a un nuevo brote de cólera.

Haití era un país con heridas profundas y muy abiertas: hace ocho meses se enfrentaba a una crisis alimentaria, el cólera diezmaba a la población más pobre, las ONG no daban más de sí y a la corrupción, endémica, se le sumaba la anulación de los comicios en el último gesto autoritario de su presidente, Jocelerme Privert. Todo iba mal, pero las bases de la reconstrucción estaban ahí. Hasta que Matthew llegó para infectar una herida que apenas comenzaba a cicatrizar.

«Muchos tienen esperanza. Piden semillas y querrían poder empezar a trabajar ya mismo»

«Si no se hace algo rápido, lo peor vendrá en dos o tres meses», explica desde la localidad haitiana de Nippe el doctor Lesly Michaud, de la ONG World Vision. El país más pobre de América es también el más hambriento. Matthew destrozó la zona sur y este, donde se concentraban las principales tierras de cultivo. El lodo enterró las escasas posibilidades de autoalimentarse, y con ello, la capacidad de reponer unos graneros que quedarán pronto vacíos. «Para enero habrá un acceso limitado a muchos alimentos», sentencia el doctor con cierto desánimo.

Sin embargo, cuando se le pregunta por la situación de algunos de los afectados de la localidad de Nippes o Puerto Príncipe, donde trabaja, trata de sacar su espíritu más optimista: «Al principio todos tenían el ánimo muy bajo, estaban muy afectados. Por eso es muy importante el apoyo psicológico, no solo material, que les brindamos. Hoy muchos tienen esperanza. Piden semillas y querrían poder empezar a trabajar ya mismo».

Los niños, las víctimas silenciosas

Dos niñas comparten plato en un orfanato de Haití
Dos niñas comparten plato en un orfanato de Haití - REUTERS

Desde el terreno, unos 300 trabajadores de World Vision día a día hunden sus botas en los restos de fango para atender a las víctimas. Los niños son hoy su foco principal de actuación. El esquema de ayuda es lineal: facilitarles apoyo psicológico para que puedan salir adelante por sí mismos. Pero hay un elemento más. Un problema entroncado en la cultura haitiana que complica mucho la labor con los más pequeños.

Es relativamente frecuente, entre los más pobres de los 10 millones de haitianos, «ceder» a uno de los hijos a una familia pudiente con la esperanza de que el pequeño prospere, pueda ir a la escuela y tenga acceso a servicios que con su familia de origen no tendría. Pero esta «tradición», tras las tragedias de 2010 y la actual, está generando muchos problemas que los organismos internacionales quieren solventar. Proteger a los menores, localizarlos y asegurarse de que están con sus ascendientes –la reagrupación familiar, en definitiva– es una de las principales tareas de la organización del Dr. Michaud. Otra es reconstruir cuanto antes los muchos colegios afectados para que los menores tengan una ocupación para pasar los días.

Los esfuerzos del día a día se centran en entregar agua, alimentos, material de supervivencia y levantar refugio

Pese a «costumbres» como esta, que hacen diferente a Haití, la tarea después de una tragedia no difiere mucho de otros países poco desarrollados. Los esfuerzos del día a día se centran en entregar agua, alimentos, material de supervivencia y buscar refugios a los que han perdido sus casas. Pero todo requiere una planificación, porque las ONG aprendieron del desastre de 2010 para mejorar la forma en la que ayudan. Por eso ahora también buscan planes a medio plazo: reconstruir las zonas más afectadas y desarrollar los medios para evitar el cólera.

Entre tanto, hay que mediar con los políticos. Haití ocupa el puesto 158 en el ránking de corrupción mundial. «Tenemos problemas de coordinación con las autoridades», explican desde la ONG World Vision. Sin embargo muestran esperanzas: «Aprendimos de 2010 para evitar retrasos a la hora de distribuir el material», confirma.

Esperanza tras el desastre

El Doctor Michaud y la organización World Vision, de profundas raíces cristianas, piden ayuda a los países de Europa. La necesitan para sobrellevar su día a día: «En un primer momento, tras vivir el desastre, pensé ‘¿por qué otra vez?’», relata. «Después, gracias a la ayuda de Dios y de nuestros hermanos europeos, mejoramos el ánimo», asegura orgulloso. «Hay que tener fé y trabajar», sentencia minutos antes de salir a las calles destruidas de Nippes.

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