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Una calle inundada de Puerto Príncipe, Haití, tras el paso del huracán Matthew - Afp

El huracán Matthew lleva la muerte al Caribe y atemoriza a EE.UU.

Evacuadas dos millones de personas, tras morir más de cien en Haití, República Dominicana y Bahamas

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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«Evacúen, evacúen, evacúen… Si no, el huracán os va a matar». El gobernador de Florida, Rick Scott, no tuvo reparos en convertir sus palabras de advertencia en una voz de alarma casi sin precedentes. El Estado recibe este jueves a uno de los ciclones más temibles de la historia, que ayer mismo era elevado al grado número 4 de la escala de Saffir-Simpson.

Con vientos que superarán con amplitud los 200 kilómetros por hora y que dejarán cuantiosas inundaciones y graves daños estructurales. Estados Unidos, que aún no ha olvidado los estragos del huracán Katrina en 2005, que devastó Nueva Orleáns después de alcanzar el máximo en la escala (5), miraba ayer con inquietud a su sureste, donde, además de Florida, también Georgia y las dos Carolinas se movilizaban con inquietud.

Aunque el cálculo era que el ciclón fuera perdiendo fuerza hasta llegar a Carolina del Norte con un grado 2.

Estaba previsto que Matthew entrase en Florida anoche (en la madrugada española), después de haberse cobrado la vida de al menos 136 personas en Haití y cuatro en República Dominicana, según las autoridades de ambos países, además de desplazar a decenas de miles en toda la isla. En las Bahamas, el huracán ya hacía estragos desde la mañana, con un viento de hasta 205 kilómetros por hora.

El presidente Obama, desafiado por los elementos en la recta final de su mandato, se sumó al mensaje de advertencia a la población. «Máxima atención y obediencia a las autoridades locales. Nos hemos preparado para lo peor», avisó la máxima autoridad estadounidense. Obama contaba ya con la información que el Servicio Nacional de Meteorología hizo pública ayer, advirtiendo de que «el huracán puede destruir completamente las casas móviles y convertir amplias áreas en inhabitables por un periodo de semanas o meses».

Expertos de las universidades de Michigan, Ohio y Texas añadían el cálculo de que aproximadamente siete millones de personas podrían quedarse sin electricidad, aunque era previsible que la población directa o indirectamente afectada por el paso de Matthew en Estados Unidos se elevara al doble.

Bajo la coordinación de la Agencia para la Gestión de Emergencias, las autoridades federales han movilizado a 2.500 miembros de la Guardia Nacional. Otros 4.000 más se encontraban preparados por si la situación lo requería. Ayer habían sido cancelados ya 2.500 vuelos, y declarado en estado de máxima alerta todos los puertos de los estados afectados.

La evacuación de la población más cercana a las costas, que iba a superar los dos millones de personas, estaba en marcha el miércoles, pero no al ritmo al que apelaban las autoridades una y otra vez. Tras la proclama del gobernador de Florida, su homóloga de Carolina del Sur, Nikki Haley, hacía continuas llamadas a la movilización. A mediodía de ayer, con alrededor de 175.000 personas en ruta, la gobernadora aseguraba que no eran suficientes.

Aunque los huracanes, por su propia naturaleza, cambian en dirección y en fortaleza, todo estaba preparado en Florida para uno de los peores vendavales en un siglo. A nadie se le pasaba por la cabeza que ocurriese, pero los vecinos del estado recordaban la peor tragedia del siglo XX, en 1928, cuando el huracán San Felipe II dejó a su paso la friolera de 2.500 muertos.

La primera ciudad del estado, Miami, suspendió las clases en los colegios y universidades el pasado miércoles. El Matthew ha obligado también a cerrar el túnel que atraviesa la bahía de la ciudad, por primera vez en la historia.

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