Muchas fuentes de Madrid han sufrido vandalismo y malos usos
Muchas fuentes de Madrid han sufrido vandalismo y malos usos - Chema Barroso

Las fuentes públicas, casi siempre seguras

Algunos tipos de microorganismos pueden resistir el proceso de cloración del agua y llegar a las cañerías de las ciudades

Madrid Actualizado: Guardar
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En su guerra abierta contra las botellas de plástico, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha decidido impulsar una campaña en favor de las fuentes públicas. La razón de la líder de Ahora Madrid se centra en los peligros que conlleva beber agua que provenga de este tipo de recipientes. Sin embargo, los surtidores de la capital española tampoco están exentos de riesgos para la salud de sus habitantes.

El principal hándicap que se genera a la hora de prescindir de las botellas reside en la gran diversidad de microorganismos y sustancias que coexisten en la mayoría de pozos y manantiales. Un descuido en el proceso de cloración, pese a ser algo poco común, podría terminar con dichas bacterias en las cañerías de las fuentes y los hogares.

El experto de la Red Ibérica de Cianotoxinas Antonio Quesada señala que, pese a que el riesgo es «muy bajo», hay una leve posibilidad de que se produzcan infecciones por fallos en la red de saneamiento de las ciudades: «Es poco habitual, pero puede ocurrir, sobre todo en las zonas rurales».

Afirma Quesada que algunos tipos de cianotoxinas, como las microcistinas, «son muy resistentes, incluso al cloro». De hecho, la legislación española permite hasta un microgramo por litro de esta molécula en el agua. «Puede ocurrir que terminen en las ciudades, porque la ley que tenemos es un poco vaga en el sentido de que solo exige determinación en el caso de que suponga un riesgo y no siempre están claras las barreras».

«El problema –añade– es que hay otras sustancias conocidas que hemos publicado en varias revistas científicas y que no están en la legislación, por lo que las autoridades sanitarias no tienen la obligación de determinarlas». Sin embargo, la jurisprudencia también señala que no se puede utilizar para consumo humano cualquier tipo de agua que pueda suponer un riesgo para la salud. «Estamos en un terreno legal difícil», admite.

A finales de 2015, la Universidad Rey Juan Carlos encabezó un estudio en el que se descubrieron un total de 25 tipos diferentes de drogas «de abuso» –aquellas que se utilizan para fines terapéuticos o recreativos–, 17 medicamentos para enfermedades tumorales y seis materiales de contraste yodados –necesarios para mejorar la visibilidad de los vasos sanguíneos en análisis médicos– en el agua de Madrid. Sin embargo, estos no representan, a priori, ninguna amenaza para la salubridad pública.

Animales y vandalismo

Otro de los problemas que conlleva su uso es el pésimo estado de mantenimiento en el que, según el propio ayuntamiento, permanecen aún cerca de dos de cada diez fuentes madrileñas. El vandalismo y los malos usos que han recibido a lo largo de los años han terminado por deteriorar los postes y los grifos. Actos que las han dejado inutilizables o que, en el peor de los casos, han propiciado su desaparición. La de la carretera de Boadilla del Monte o las del Parque Forestal de Valdebebas dan buena muestra de ello.

Otros surtidores, por el contrario, suministran agua en unas condiciones de sabor y coloración poco habituales. Julio Sales, vecino de Casa de Campo, confiesa tener temor a usar algunas fuentes de la zona: «En muchas, o sale poca, o sabe mal. No te atreves ni a llenar la botella», señala. Su pareja, Cruz González, no deja que su hija, de 5 años, beba de ellas: «Lo normal es encontrarse con perros bebiendo directamente del grifo o saltando encima. A mí personalmente me parece un poco asqueroso».

Los peligros del aluminio

La apuesta de Carmena por el uso de botellas fabricadas con materiales como el aluminio podría no ser tan saludable como la alcaldesa pretende hacer creer. De hecho, este tipo de envases contiene los mismos elementos químicos que utilizan las industrias plásticas.

La mayor concentración de tóxicos se encuentra en el revestimiento interior del envase de aluminio, que contiene una molécula también presente en algunos modelos de plástico, el bisfenol A o BPA. Un compuesto que ni siquiera aparece en las botellas comunes de agua y del que las autoridades sanitarias europeas y estadounidenses han advertido por la posibilidad de que sea perjudicial para las personas.

Un informe del Comité Científico europeo revela que, pese a la creencia general, la gran mayoría de los recipientes que aconseja la alcaldesa poseen BPA o la llamada resina «epoxi», que se desprende del metal si se reutiliza constantemente.

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